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 domingo, 03 de diciembre de 2006  
Reflexiones
Prestidigitación y política argentina

Carlos Duclós / La Capital

La realidad puede observarse, pero no siempre es fácil describirla. Por eso, a menudo, al tratar de copiar con palabras y sobre el papel la imagen de lo que se ve, sólo se logra una suerte de ósmosis imperfecta. Por otra parte, la tarea se hace más difícil cuando a la realidad hay que buscarla detrás de la primera imagen. No siempre lo que se muestra o se ve a primera vista, es lo que corresponde a la naturaleza de las cosas, a eso que conforma y le da sustento a la verdad. En la Argentina de nuestros días, por ejemplo, y seguramente en otras partes del mundo también ocurre, es muy frecuente encontrar un frente bonito con un fondo grotesco, indecoroso, humillante y definitivamente feo, cuando no escandaloso por su falta de prolijidad y antihigiénica sustancia.

  Imaginará el lector, luego de estas palabras a manera de prólogo, que si hay que buscar a responsables de que la realidad no se vea a simple vista, hay que hacerlo, en primera instancia, en el marco de lo que se llama liderazgo, dirigencia o conducción. Pero se caerá en un grave error suponer que tal búsqueda debe realizarse en un ámbito específico. Queda claro, en este punto de la historia argentina, que hay responsables en el nivel público, privado, en la izquierda, en el centro y en la derecha, en el oficialismo y en la oposición. El problema argentino ha traspasado los límites de todo ámbito jurídico e ideológico para instalarse más allá: Reina y reposa en el sillón cultural. Sí, porque a fuerza de costumbre se hizo cultura. ¿De qué cultura se habla? De la cultura de la mentira que no es nueva, pero que desde la década del ‘80 se ha tornado descarada. Mas el descaro, estimado lector, también a fuerza de mantenerse se hace costumbre, se arraiga, se convierte en parte de la cultura y se adopta como cosa regular y cotidiana.

  Un breve repaso de unas pocas noticias de las últimas horas permitirá ilustrar mejor este recordatorio (porque esta opinión no descubre nada que el ciudadano común no haya comenzado a advertir ¡en buena hora!). La ministra de Economía, Felisa Miceli, y el titular de la Afip, Alberto Abad, acaban de informar que los ingresos en concepto de recaudación fiscal ascendieron a 13.785 millones de pesos, lo que significa un aumento del 36,3 por ciento. La ministra enfatizó en que el resultado “es demostrativo del buen ritmo de crecimiento de la economía”. No hay dudas de que el crecimiento de la economía es una realidad fácilmente observable y es meritorio lo realizado por el gobierno en este sentido y que es continuidad de lo iniciado por el ex presidente Eduardo Duhalde y muy especialmente por el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, a quienes, como es de práctica injusta en esta sociedad, se los ha pasado al desván de los trastos olvidados. De paso dígase que el perfil argentino, en general y no en particular, consiste en eso, en rendirle honores al poder de turno y aplaudir al actor que está en el escenario. Esto se da con frecuencia, por ejemplo, en la clase de adulones que “reptando” son capaces de mandar al fondo del mar cualquier íntima convicción con tal de congraciarse con el poder. Y para terminar con esta acotación al margen, dígase que tal vez muy pronto se asista a un giro en la actitud de algunos jueces quienes, al escuchar los recientes bramidos del primer mandatario respecto de que algunos magistrados liberan a delincuentes que deberían estar presos, dejarán de ser menos garantistas para ser un poco más inquisidores. Es de buen gusto y provecho, según el código argentino, acomodarse a las circunstancias.

  Como se decía, es cierto que la economía creció, pero también es cierto que el Hospital de Clínicas paró por falta de presupuesto, también es cierto que muchos hospitales del país están desvencijados y funcionan más por vocación de los médicos y el personal que por el aporte del Estado, también es cierto que hay una niñez desamparada que es posible advertirla a cada paso, jóvenes con jornadas de trabajo de 10 horas y salarios de 700 pesos, jubilados con haberes paupérrimos y la lista sigue. La lista sigue, por ejemplo, con la presencia vigorizada en las últimas horas, en el escenario argentino, de los piquetes. Es muy probable que gran parte del liderazgo de estos movimientos se impulse por una cuestión política, pero este motor no arrancaría si las bases estuvieran felices. No lo están. Viene al caso decir que ni a algunos dirigentes piqueteros les interesa la felicidad de sus seguidores. Es razonable, un seguidor feliz, con sus derechos satisfechos, deja de ser un seguidor y arruina los planes políticos del líder. No llama la atención, entonces, que un señor de estos movimientos haya dicho en las últimas horas que cada acto de Néstor Kirchner en el conurbano bonaerense estará acompañado, desde ahora, por una protesta y que se redoblarán los reclamos —que se llevarán “a domicilio”— por más subsidios. De hecho son los mismos dirigentes que han reclamado un aguinaldo. De soluciones de fondo, tales como trabajo, remuneración justa, salud, educación, de eso demasiado no se habla porque no conviene. Por supuesto, Luis D’Elía, y como corresponde a la tradición política argentina, luego de ser echado del gobierno, ya se ha solidarizado con los manifestantes y poco faltará para que el también acampe en la plaza de Mayo.

  La mamá de Hernán Iannone, este joven a quien mantienen secuestrado desde hace días, ha conmovido en las últimas horas con su dolor. “Es terrible lo que está pasando, nunca creí que me fuera a pasar algo así”, dijo y pidió públicamente y llorando a los captores: “Por favor, tengan piedad de nosotros, estoy cada vez más desesperada, lo único que quiero es que me lo traigan, que me lo devuelvan”.

  No se cae en un grueso error si se expresa que el sentimiento de esta mamá desesperada es compartido y vivido por millones de mamás y papás de Argentina. No sólo por un acto de compasión, sino porque también ellos tienen a sus hijos cautivos, secuestrados por circunstancias nefastas. Claro que el dolor de esta madre se potencia por el riesgo de muerte de su hijo, es cierto que su angustia no puede ser comparada, pero ¿cuántos padres están angustiados hoy en el país por la muerte de los sueños, esperanzas y el aniquilamiento del presente de sus hijos?

  La cuestión seguridad, sin dudas, desvela a la sociedad. Ayer La Capital publicó una noticia que comienza a ser frecuente en Rosario: “Un hombre falleció en las primeras horas de hoy luego de recibir un disparo de arma de fuego aparentemente al negarse a entregar sus zapatillas a tres sujetos que intentaban robárselas, en la zona noroeste de la ciudad”. Una noticia tragicómica, por otra parte, es la publicada también ayer por el diario Infobae: “Con absoluta tranquilidad, dos ladrones asaltaron una estación de servicio en Quilmes a dos metros de un móvil policial. Mientras, el efectivo dormía en el asiento trasero del vehículo”.

  A toda esta realidad en materia de inseguridad corresponde una frase célebre, que puede ser usada como prototipo del pensamiento de muchos políticos y más que pensamiento se diría que base para el modus operandi. La frase le corresponde al ministro de Seguridad (según Blumberg, ministro de la Inseguridad) León Arslanián: “Cuando aumenta la circulación de bienes y la riqueza, también aumenta el delito y la posibilidad de sus comisiones, que es lo que está ocurriendo ahora”. Esta frase deberá ser exhaustivamente estudiada y tenida en cuenta por los filósofos del derecho, por los expertos en economía, por sociólogos y otros humanistas interesados en la cuestión social.

  El doctor Arslanián, a quien seguramente alguna institución multinacional nominará para un premio por su valioso aporte a la sociedad, ha descubierto y dicho que una de las formas de erradicar la delincuencia es impidiendo la riqueza y la circulación de bienes. O, dicho de otro modo, permitiendo la pobreza ¿¡No es una teoría novedosa?! La verdad es que sí. Imagine el lector que si todos fueran pobres no habría nada que robar. Para que el lector termine la reflexión a partir de esta magistral sentencia de Arslanián la noticia dice también: “El ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, afirmó hoy que objetivamente estamos mejor en materia de seguridad en la provincia y explicó que las razones por las que se percibe un incremento del delito tienen que ver con la época del año y el aumento del poder adquisitivo de la población”.

  Debe convenirse, para finalizar, en que a veces los prestidigitadores políticos son tan buenos que resulta difícil observar la realidad de la piedra allí donde parece haber una papa. ¿Verdad?
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