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domingo,
03 de
diciembre de
2006 |
Tema de la semana
La fábula del gato y el ratón
Julio Villalonga
El lanzamiento de Daniel Scioli como candidato del kirchnerismo a la gobernación de Buenos Aires, esta semana, mostró a Néstor Kirchner con el pleno control de los resortes del poder. Las iniciativas del presidente revuelven las aguas dentro del gobierno y también fuera de él, como si el oficialismo y la oposición fueran de una blanda plastilina.
Hacia adentro del gobierno, el otrora defenestrado vicepresidente fue rescatado del ostracismo político con un breve gesto de Kirchner y pasó a convertirse en una nueva estrella del universo K. Scioli tiene perfectamente claro que este espaldarazo responde a una necesidad del oficialismo y que fue elegido porque no tiene un espacio político propio que amenace a nadie. También, que deberá superar el escollo de las mediciones del próximo otoño para tener la certeza de que será ungido candidato.
Los otros dos referentes del kirchnerismo para la presidencia y la jefatura de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Cristina Fernández K y Daniel Filmus, responden a lógicas distintas. El presidente, como ya hemos planteado desde esta columna, insistirá con su esposa hasta que los números le digan lo contrario. Siempre estará a tiempo para ser candidato si su mujer no llegara a garantizar la continuidad del kirchnerismo en el poder. Filmus, entretanto, luce para Kirchner como el mejor candidato del mismo modo en que luce Scioli, aunque más recostado en su gestión y mucho menos en una fuerte exposición mediática. Este es el motivo por el cual los encuestados no registran todavía al ministro de Educación y sí al vicepresidente, quien no desprecia ninguna posibilidad de aparecer en los medios, en especial en la televisión.
Frente a la tríada Cristina-Scioli-Filmus desde la orilla opositora algunos se ilusionan con la performance que podrían tener Lavagna-De Narváez-Macri. En efecto, sólo un golpe de vista hace pensar que no parece que los primeros tres vayan a ser los candidatos definitivos del oficialismo. En cuanto al futuro de Felipe Solá, las variantes que se manejan en las cercanías del despacho presidencial son básicamente dos: lo ven como candidato a vicepresidente de Cristina o como el futuro presidente de la Cámara de Diputados. Su renuncia a la reelección ha sido muy valorada por Kirchner, un dirigente que
—según aseguran sus íntimos— es fiel con los fieles y nunca extremadamente generoso con su propia tropa. Solá figura en la primera categoría: nunca fue absolutamente K pero hizo un gesto que tiene un alto precio. Al menos en eso confían en sus cercanías.
Mientras tanto, el lanzamiento anticipado de Scioli —y sus consecuencias— dejó en evidencia que Kirchner todavía concentra tanto poder como para seguir manejándose como el gato con el ratón. A cada movimiento suyo, por menor que sea, la todavía dispersa oposición responde con convulsiones. Y el magma PRO-PJ disidente-UCR no termina de explotar o asentarse. Las próximas semanas, que verán nacer la candidatura de Lavagna, darán paño para seguir desgranando especulaciones sobre el resultado de este puzzle en el que son más las piezas que faltan que las que están sobre el tablero.
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