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 domingo, 03 de diciembre de 2006  
Los últimos días de la burguesía nacional
Un libro de los investigadores Marcelo Rougier y Martín Fiszbein analiza el origen y caída del plan Gelbard

Alvaro Torriglia / La Capital

La política económica del último gobierno de Juan Domingo Perón es revisada cada vez con más frecuencia por economistas, investigadores, periodistas y hasta ministros de Economía desde el inicio del nuevo ciclo económico que emergió con la salida de la convertibilidad. El nacimiento y caída del plan trienal liderado por José Ber Gelbard se convirtió en una cita recurrente del análisis del presente, así como la figura del ex ministro que se transformó en símbolo de la burguesía nacional. Marcelo Rougier y Martín Fiszbein, autores de "La frustración de un proyecto económico (el gobierno peronista de 1973-1976)", abordan en su trabajo de investigación, presentado en el auditorio de Homo Sapiens, ese complejo período de la historia económica, indagando en las tensiones sociales, económicas y políticas que acompañaron el intento fallido de reestructurar la economía argentina dentro de un proyecto de capitalismo nacional. Rougier, doctor en Historia y Fiszbein, licenciado en Economía, consideran al período 73-76 como la etapa del "canto del cisne" del proceso de industrialización basado en la sustitución de importaciones. Un proyecto gestado en las décadas anteriores, que encuentra su final en ese particular momento histórico, por sus propias contradicciones y, sobre todo, por un claro movimiento para destruirlo por parte de los sectores que luego darían forma al modelo económico que rigió en los últimos 30 años.

-¿Por qué el período económico relacionado con el plan Gelbard despierta tanto interés en estos días?

-Rougier: Diría que es una etapa particularmente compleja de la historia social, política y económica de la Argentina, y a su vez de mucho impacto sobre la actualidad. Por una cuestión generacional y porque después de la crisis de 2001 y la experiencia de la década del 90, se volvió a discutir el tema de la industrialización, de la burguesía nacional, etcétera. Este gobierno es peronista, y recoge ciertas banderas históricas del peronismo. Eso hace que haya una revisión de ese pasado.

-¿Cuánto hay de voluntarismo y cuánto de cierto en esa comparación?

-Rougier: Hay más discurso que semejanza sobre una experiencia concreta. Básicamente porque hoy hay una estructura social y productiva diferente de la Argentina de los años 70. No en vano pasó la dictadura militar, la crisis de los 80 y la experiencia de los 90, con un proyecto de desindustrialización y desarticulación social. Estamos hablando de escenarios muy diferentes. Se puede rescatar el discurso, la necesidad de crear una burguesía nacional, pero las bases productivas y sociales están fragmentadas. En los 70 había una sociedad con pleno empleo, con desarrollo industrial muy importante, que se perdió absolutamente. Esto no quiere decir que no se pueda apostar a una sociedad más inclusiva e industrialista. Pero en los 70 asistimos a lo que hoy sabemos que fue el canto de cisne de la industrialización por sustitución de importaciones en Argentina. Lo que vino después fue otra cosa. Un corte en el 76 muy importante, que genera modificaciones estructurales, dentro de las cuales proyectos como el peronismo del 73 son imposibles de llevar a la práctica.

-Hay una discusión acerca de la característica del proceso de industrialización: si estaba condenado de antemano o si podía superar sus limitaciones.

-Rougier: Están las dos cosas. Hay ciertas tensiones internas al proyecto económico, que terminan estallando bastante temprano, hacia el año 74, cuando aparecen conflictos derivados de la crisis del petróleo y los precios internacionales. Pero también hay un intento claro de destruirlo por fuera. Se expresa con claridad después del 76, pero estaba presente antes.

-Dicen en el libro que el proceso de industrialización estaba enfermo pero que no murió de muerte natural.

-Rougier: De algún modo fue asesinado. Y eso tiene que ver con la búsqueda de la forma de eliminar al peronismo como factor de disrrupción de la política argentina, en la visión de determinados sectores. Hay un intento de decir: el problema es el peronismo, los obreros son peronistas y los obreros los genera la industria. Por eso, limitando el proceso de industrialización, se elimina ese foco de tensión política que fue el peronismo. Es un tránsito que aún estamos recorriendo y pagando.

-Si bien el período en estudio es del 73 al 76, el foco está en el plan trienal, que cae prematuramente. ¿Cómo se hubieran podido superar las contradicciones?

-Rougier: El plan trienal es el proyecto, lo otro es el ajuste. Creo que de haberse aplicarse ideas como o el impuesto a la renta potencial de la tierra, hubieran generado un aumento de la productividad del agro en el contexto de altos precios internacionales, lo cual le hubiera dado más aire al programa económico. Avanzar más en la creación de nuevas grandes empresas productoras de bienes intermedios e insumos básicos, quizás también. Son posibilidades. La crisis del petróleo no se podía manejar desde la política interna. Abrió una nueva etapa del capitalismo y había que ser muy flexible. Y la capacidad de respuesta del peronismo estaba limitada por su propia construcción política. Sobre todo en términos de precios y salarios.

-Ningún sector social terminó de asumirlo como suyo.

-Rougier: Claramente los sindicatos pretendían mucho más después de 18 años de luchar por el retorno de Perón. Y Gelbard no tiene mucho interés en incrementar notablemente los salarios, lo hace porque es un dato político. Los sectores terratenientes, están a la defensiva y los empresarios ven amenazada su rentabilidad. Incluso, dentro de la CGE el respaldo a Gelbard se resquebraja cuando aparece la modificación del sistema de precios. Pero después hay otro proyecto, que los excluye, que es el López Rega, Isabel, etcétera.

-Fiszbein: Pese a algunas dudas, existe efectivamente un proyecto económico que el gobierno peronista quiere llevar adelante, que no es exclusivamente gestado en el seno del peronismo sino que recoge elaboraciones que se habían dado en sectores empresarios y organizaciones de trabajadores durante las últimas décadas. La figura de Gelbard es muy especial porque es una de las más aglutinantes. Es claramente el representante de la burguesía nacional, con todas las ambigüedades que conlleva el término.
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Fiszbein y Rougier presentaron el libro "La frustración de un proyecto económico".



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