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 domingo, 12 de noviembre de 2006  
[Territorios]
La literatura como puente
Tres escritores colombianos desembarcaron en Rosario tras la ilusión de derribar fronteras

Lisy Smiles / La Capital

Un puente literario entre Colombia y Argentina. Esa fue la propuesta que lanzó la editorial Alfaguara, y a tal fin envió a tres escritores a que pisen territorio rosarino como para dar cuenta de que esa construcción es posible. William Ospina (1954), Antonio Caballero (1945) y Juan Gabriel Vásquez (1973) aceptaron la invitación y desembarcaron por estos lares con sus mejores atuendos: novelas.

"Ursúa" es el título de Ospina, una novela que relata parte de la historia de la conquista española sobre territorio colombiano, protagonizado por un perdedor de esa historia.

"Sin remedio", de Caballero, es una reedición de la primera y única novela de este autor colombiano. El protagonista es un tal Ignacio Escobar que insiste con la poesía y quiere escribir el poema, pero hay quienes aseguran que no lo logrará. Con ese pesar, y cierto tedio existencial, recorre la ciudad atravesando debates ambientados en los 70.

El tercer integrante de este trío es "Los informantes" (Vásquez), novela en la que un hecho real da cuenta de las alianzas y traiciones que se tejieron en Colombia en torno a quienes huían de la Segunda Guerra Mundial.

Los tres escritores y sus novelas coinciden en determinados territorios. Además del obviamente geográfico y de género, confluyen en ficcionar sobre hechos históricos. En diálogo con Señales avanzaron por el puente propuesto tras la sospecha de hallar lectores intensos en esta orilla.

-¿Qué significa este puente para ustedes?

-Juan Gabriel Vásquez: Me parece magnífico porque he encontrado que hay una especie de segunda vida de un fenómeno que ya se dio durante el boom latinoamericano y es la idea de que los escritores latinoamericanos nos leemos a través de España, algo curioso. Creo que ese es uno de los problemas que tiene la cultura latinoamericana. Hay como compartimentos estancos, y es muy difícil que un escritor venezolano sea leído por un colombiano. Bien leído, es decir con determinada distribución, determinado aparato de divulgación, y eso está sucediendo ahora gracias al trabajo de editoriales españolas que publican por ejemplo a colombianos y los traen a Argentina. Es que sucede que cada uno es publicado en su país, y los libros circulan dentro de esa frontera porque son editoriales independientes o nacionales.

-Antonio Caballero: Creo que eso es el resultado de las crisis de todos los países latinoamericanos, de lo que hemos llamado una y otra vez "décadas perdidas", a veces perdidas para determinados países, a veces para todo el continente, así se habla de la crisis mexicana, del corralito argentino o de la interminable crisis colombiana o peruana. Eso hizo que las editoriales no tuvieran la posibilidad económica de distribuir sus libros en países vecinos. Era distinto en otro tiempo, recuerdo cuando era mucho más importante la industrial editorial argentina o mexicana que la española, pero en los últimos 20 años todo pasa a través de España como en tiempos del Virreinato.

-Los puentes se utilizan para salvar accidentes geográficos que limitan. ¿Cómo se interpreta esto en el caso de la literatura latinoamericana?

-J.G.V.: Creo que los ríos y los accidentes en este caso son las fronteras latinoamericanas. Y una de ellas es la económica. En ese sentido este puente las supera.

-A.C.: Yo propondría otra definición que es sacada de un poema de Octavio Paz, que no es un poeta que a mí me guste particularmente pero esos versos no sé por qué los recuerdo especialmente. Dice: "Un puente no rige para si mismo/ rige espacio vacante". Creo que lo que están haciendo estos puentes literarios es regir el espacio vacante o el espacio vacío que existe entre todas estas literaturas.

-William Ospina: Nuestro continente es tan grande que es muy difícil unirlo de extremo a extremo, si en cambio no se propicia esa aproximación. Me parece que por algún hecho milagroso, que estimo es la lengua, los grandes movimientos de América latina han ocurrido simultáneamente en todos los países: la generación ilustrada que presidió la independencia, el modernismo de fines del siglo XIX, el boom latinoamericano de mediados del siglo xx. Creo que hay ríos secretos que nos unen pero siempre se hacen necesarios los esfuerzos para hacer más visibles esos vínculos. Tenemos una literatura continental, estamos muy divididos por fronteras económicas y/o políticas, pero me parece que la obra de Borges es inconcebible sin Alfonso Reyes, y la de éste sin la de Rubén Darío. Se influyen recíprocamente todos los países y los autores. Ninguna nación de la lengua castellana en el último siglo ha desarrollado una literatura autónoma de las influencias de todas las demás.

-A Caballero y Vásquez los une el periodismo, por desempeñarlo, y a Ospina también en cierta manera al recurrir a las crónicas de Indias para su novela. ¿Qué lugar ocupa ese registro en la obra de ustedes?

-J.G.V.: Practicamos versiones o acepciones distintas del periodismo. Escribir reseñas literarias en periódcos, ensayos sobre literatura en revistas o crónicas de viajes es para mí una forma de ganarme la vida. En mi novela el periodismo entra de una manera mucho más tangible de la mano de un personaje que es un periodista, y que hace del sistema de indagación periodística el método de contar su historia, ya que esa trama se va contando mediante la construcción de ciertos testimonios. En este caso el periodismo aportó el método.

-A.C.: Yo he practicado todas las formas del periodismo salvo el televisivo. La única relación que todo eso ha tenido con mi novela es que me ha permitido conocer una serie de personajes, una serie de modos de existencia que no hubiera conocido si no hubiese sido de esa manera vicaria, que es la manera del periodista. Los periodistas profesionales no conocemos, no sabemos cómo viven las personas, sino que nos lo cuentan. Entonces a partir de eso inventamos, no sólo para los periódicos, sino llegado el caso para la literatura. El periodismo es una de las formas de la literatura y yo no lo desprecio, ni mucho menos. Me parece que existen grandes momentos literarios en el periodismo.

-Otros de los puntos de contacto es la utilización de fuentes testimoniales o documentales para construir las novelas, lo que redunda en el efecto de verosimilitud.

-J.G.V.: En el caso de mi novela es así, porque parte de una conversación que tuve con una mujer alemana que llegó a Colombia en el 38. Ella me cuenta una historia y de ese testimonio real surge la novela.

-A.C.: En "Sin remedio", mi calidad de periodista hace que las fuentes sean fundamentalmente inventadas por mí mismo, que creo que es lo que hacían justamente los cronistas de Indias, a los que recurre Ospina y que pueden considerarse como los primeros periodistas. Si uno se fija en la mayor parte de esas crónicas de Indias en el primer siglo de la conquista se llaman "la verdadera historia de ...", porque todo cronista sostenía que el anterior había dicho mentiras y sólo él iba a decir la verdad. Ese es mi acercamiento a las fuentes, o sea la deformación de las fuentes, la imposición de mi propia verdad, la verdadera historia tal cual la cuento yo. La novela es una caricatura y yo soy fundamentalmente un caricaturista.

-W.O.: Durante mucho tiempo estuve escribiendo ensayos sobre la conquista de América, y mientras leía las crónicas empecé a decirme, cada vez con más frecuencia, "esto es increíble", pero yo sabía que había ocurrido, me parecían inverosímiles, y creo que el verdadero propósito de escribir la novela fue hacer verosímiles esos sucesos. Llenarlos de una minuciosidad que tal vez los historiadores no pueden o no se atreven a aportarles porque puede ser que no estén autorizados a imaginar. Y sin imaginación es imposible reconstruir el pasado.


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Ospina, Caballero y Vázquez creen que siempre es necesario contar y leer historias.

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