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domingo,
12 de
noviembre de
2006 |
Lecturas
Densos microcosmos
Cuentos. "Descalza sobre el trébol y otros relatos", de David Benioff. Umbriel Editores, Barcelona2006, 197 páginas, $41
Carlos Roberto Morán / La Capital
Del norteamericano David Benioff (Nueva York, 1970) poco se conoce en nuestro idioma. De él Umbriel ha publicado la novela "La última hora" y ahora edita "Descalza sobre el trébol", que reúne ocho relatos en los que prevalece el desasosiego de sus protagonistas y también la ausencia de certezas.
La mayoría de ellos transcurren en los Estados Unidos en tanto que el octavo, sorprendentemente, se sitúa en la inhóspita Chechenia. En todos los casos Benioff nos habla de sensibles criaturas asaltadas por situaciones que no controlan, solitarios que no terminan de hacer pie en el mundo hostil de nuestros días.
Sorprende la calidad narrativa de Benioff, la riqueza de sus relatos que la traductora, Montse Roca, ha sabido trasmitir en nuestro idioma, riqueza abonada por el humor mordaz del autor. Aunque no todos tienen el mismo nivel, ninguno de ellos permitirá el fácil olvido. Son textos disímiles y "enrarecidos". Quizás el más extraño resulte "Zoantropía", una historia en la que los leones son perseguidos por especialistas en la New York contemporánea, sin que nadie se detenga a explicar qué hacen esos animales en el Central Park o en el tren metropolitano.
Atento a sus personajes, Benioff habla en "Cambio de cifra" sobre Tabachnik, un productor de rock que busca triunfar y que por eso le saca limpiamente la mujer a un conjunto mediocre para llevársela consigo. Triste Joe, su amante y director del conjunto, va a Los Angeles a buscarla pero es tarde, porque la vida de la mujer cambió. Porque la vida lo dejó definitivamente de lado. De algún modo algo inexorable marca los pasos de Tabachnik, la mujer y Triste Joe, como si ninguno de ellos pudiera eludir su destino.
Hay, podría decir Benioff, muchos errores en la vida y sus personajes parecen dispuestos a corregirlos. Sin lograrlo, claro está. Es lo que le ocurre a Frankie en "Neversink". El es un joven bien predispuesto que conoce a una joven que habla interminablemente de su padre, Leonard, un escritor que ha muerto y del que conserva sus cenizas, que desea arrojar en el Neversink del título. Frankie afrontará en algún momento esa tarea que le resultará muy difícil y con resultados algo más que desalentadores.
Porque, está claro, a los personajes de Benioff la existencia no les resulta encantadora, algo les ocurrirá para que las cosas terminen mal y a veces muy mal, como pasa con Alexander, el protagonista del relato de cierre en el que se habla de una relación homosexual signada por el sida. Una especie de "desesperación" contenida marca a Alexander, quien ha perdido a su pareja y ahora aguarda la muerte a bordo de un avión que parece sobrevolar en vuelo indefinido el mapa humano de Norteamérica.
"Densos microcosmos" caracterizan a estos textos de Benioff, ha dicho bien la gacetilla de prensa y eso es lo que se registra en cada uno de estas ocho ficciones, muchas de las cuales bien que hubieran podido convertirse en novelas. De ellas, sin desmerecer a las restantes porque todas tienen suficiente calidad, la que más nos interesó es "El diablo llega a Orekhovo", protagonizada por tres jóvenes soldados rusos envueltos en el frío, la nieve y el terror que les produce la desconocida Chechenia, territorio donde cualquier cosa, desde un perro a un viejo, es potencialmente enemigo. Leksi, el más novato, debe aprender a "crecer" en la guerra, a volverse feroz, a matar para no morir, mientras los otros dos integrantes de la patrulla que integra, apenas un poco más grandes que el muy joven Leksi, se burlan de su inexperiencia y se muestran brutales, ya vueltos veteranos asesinos.
Benioff se detiene a tiempo, en el sentido de que nunca pontifica. Tampoco explica demasiado, se limita a narrar sus originales historias y lo hace con reiterada destreza. Pone en escena la condición humana, habla de un país enorme en el que muchos individuos jóvenes sólo parecen penar. Son los "registros" de nuestro mundo actual que parece, cada vez más, ingresar en la entropía.
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