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 domingo, 12 de noviembre de 2006  
Para beber: los gustos de Kim Jong II

Gabriela Gasparini

A través de nuestros encuentros dominicales hemos visto el papel que el vino ha jugado en los vaivenes políticos y económicos de países que se encuentran sumidos en interminables contiendas. También comprobamos el efecto cautivador que surtió en conquistadores ansiosos por apropiarse de los viñedos, las producciones y las bodegas de los pueblos sometidos. Y resulta que todavía aparece en la lista de artículos que son negados al enemigo cuando se supone que es menester castigarlo. Me refiero al embargo que el Consejo de Seguridad de la ONU trabó a los bienes de lujo con destino a Corea del Norte luego de que ese país diera rienda suelta a sus pruebas nucleares.

Entre esos objetos suntuarios se ubican, junto a obras de arte, joyas y caviar, y como no podía ser de otra forma, el vino. Sí, es cierto que el rubro más destacado dentro de la prohibición es el relativo a armamentos, pero junto a los misiles y demás dispositivos bélicos se elaboró una lista de productos destinados al placer personal de la elite política norcoreana. Y este episodio sirve para comprobar lo extendida que está la práctica de esa expresión que dice "hecha la ley, hecha la trampa", y de cómo en todos lados las privaciones son sólo para quienes no ostentan el poder. Para que entiendan a qué me refiero, transcribo parte de una nota firmada por François Bougon, aparecida hace unos días en elmundovino.com, donde el periodista asegura que el líder norcoreano Kim Jong II no siente para nada amenazada su costumbre de disfrutar de los buenos caldos, debido a que una intrincada red de contrabando le permite acceder a buenas botellas de vino francés y a las exquisiteces gourmet a las que se ha hecho tan aficionado. Y es que no podía ser de otra manera.

Dice Bougon: "Testimonios publicados desde hace más de diez años, tanto de extranjeros como de tránsfugas norcoreanos, pintan a un Querido Líder convertido en un fino gourmet que aprecia los sushis más rebuscados, las pizzas sin anchoas y los bogavantes, que degustó profusamente por ejemplo en su viaje a Rusia en tren. Según un libro del antiguo chef japonés de Kim, un especialista en sushi, el líder norcoreano siente un enorme placer al notar en su boca el sabor del pescado crujiente y casi vivo.

Pero, en los últimos años, Kim ha comenzado a apreciar también los vinos. Las compras de vinos procedentes de China y de Corea del Sur son frecuentes, sobre todo las de los vinos más caros. «Hay ya una serie de rutas bien establecidas para los revendedores chinos o surcoreanos», explica un empleado de una gran bodega de francesa que prefiere guardar el anonimato. Estima este viticultor francés que varias decenas de cajas de vino de sus bodegas cruzan a menudo la frontera de Corea del Norte, junto a otros vinos y a otros productos de lujo. «Es de sobra conocido que los coreanos del norte, es decir el partido comunista, hace acopio de vino a través de China», añade.

«Las sanciones de la ONU apuntan a la elite de la nación y, especialmente a Kim Jong II», subraya Scott Bruce del Nautilus Institute, un centro de investigación americano.

La mayoría de los analistas considera que la resolución no va a impedir a Kim Jong II a seguir disfrutando. «Se trata de productos que son lo suficientemente pequeños para ser pasados fácilmente de contrabando», dice Kimberly Elliot del Centro para el desarrollo global, con sede en Washington, quien cree que las sanciones financieras serán, en este sentido, mucho más eficaces.

«La resolución es una bofetada de la comunidad internacional en la cara del régimen norcoreano, pero no va a ser muy eficaz, porque, además, Corea del Norte produce alcoholes maravillosos», matiza Leonid A. Petrov, actual titular de la cátedra de Corea en el Instituto de Estudios Políticos de París. «Dudo mucho que los norcoreanos dejen de realizar sus ensayos nucleares por la amenaza de que no van a tener acceso al coñac», advierte Marcus Noland, experto en Corea del Norte".

Y a mí, después de leer todas estas opiniones, y, a sabiendas de que de política internacional entiendo poco, me surge de inmediato una pregunta, ¿de verdad alguien cree que esto es "una bofetada"?
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