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miércoles,
08 de
noviembre de
2006 |
Contra viento y marea
El laboratorio donde trabajó la investigadora Claudia Lagier y su equipo funciona en el tercer piso de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de Rosario, al que se llega solamente por escalera, como la mayoría de las aulas y laboratorios de la UNR. Especialmente en verano, las altas temperaturas que soporta el lugar -sin buena ventilación- atentan contra los experimentos científicos. "Tuvimos que batallar contra las inclemencias climáticas porque debíamos mantener la temperatura estable para obtener resultados reproducibles en las pruebas", señala la científica.
Aunque prefiere no detenerse en este aspecto, lo cierto es que Lagier y sus compañeras hicieron malabares para que no se malograran las investigaciones.
Los días en los que el calor no dio tregua recurrían al agua y al hielo para mantener el ambiente con el mismo tipo de humedad y temperatura y mantener las celdas de experimentación a temperatura estable. Ni hablar de las veces en las que se les cortó la luz y debieron comenzar de cero.
"Fueron años muy duros, sobre todo al principio porque siempre sucede que nada funciona; pero como íbamos viendo los logros nos entusiasmamos, y no paramos", dice Lagier, quien destaca la capacidad de trabajo y dedicación del pequeño equipo de grandes profesionales que la acompañó en esta "quimera". El esfuerzo, sin dudas, tuvo su recompensa.
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