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miércoles,
08 de
noviembre de
2006 |
Una tragedia que se erigió
en una polémica nacional
El 23 de febrero de 2003 la adolescente jujeña Romina Tejerina tuvo a su beba en el inodoro del baño de la casa de la ciudad de San Pedro -situada a 27 kilómetros al sudeste de San Salvador de Jujuy-, en la que vivía con otras dos hermanas, y luego la colocó en una caja de cartón con tapa y le aplicó 21 puñaladas porque, según dijo, al mirarla evocó "la cara del violador".
Aún con vida, la beba fue llevada al Hospital Guillermo Paterson, de San Pedro, de donde fue trasladada al hospital Pablo Soria de la capital, donde falleció el 25 de ese mes a causa de una hemorragia masiva cerebral por heridas punzo penetrantes.
Romina tenía 17 años, vivía en un barrio de clase media baja y cursaba el último año del ciclo secundario cuando el 1º de agosto de 2002 fue presuntamente abusada por Eduardo Pocho Vargas, un vecino que entonces tenía unos 40 años.
Vargas fue sobreseído en la causa por violación, aunque luego aceptó la paternidad de la beba y argumentó que la relación fue consentida.
La fiscal jujeña Liliana Fernández de Montiel había solicitado la prisión perpetua por el delito de homicidio agravado, mientras la defensa reclamó en el juicio la absolución por entender que Romina no es punible, ya que actuó bajo efectos de un brote psicótico a causa del abuso sexual.
La sala II de la Cámara Penal de Jujuy no dio la razón ni a la fiscalía ni a la defensa y fijó una pena de 14 años de prisión el 22 de junio del año pasado por homicidio calificado por el vínculo, ya que desestimó el argumento de la defensa acerca de que había actuado tras un brote psicótico.
El caso Tejerina generó un extenso debate nacional en torno a los derechos de la mujer y numerosas asociaciones reclamaron la libertad de la chica.
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