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 miércoles, 25 de octubre de 2006  
Un ambientalista cuestiona el uso de plaguicidas y transgénicos
El ingeniero agrónomo Javier Souza enumera los daños que ocasionan estos productos en el ambiente y en la salud de los seres humanos

Clarisa Ercolano / La Capital

La soja dejó de ser un cultivo más y se convirtió en una suerte de panacea capaz de devolverle al campo el esplendor perdido, terminar con las carencias nutricionales de miles de niños y desatar un boom económico. A contrapelo de este auge, expertos en tecnología agropecuaria y alimentaria aseguran que detrás del afán de aumentar los rindes se esconde el uso de productos dañinos para la salud, con efectos a corto y largo plazo sobre la población y el medio ambiente.

"Aunque está poco estudiado se sabe que los alimentos transgénicos (modificados genéticamente) pueden provocar alergias en quienes los consumen", dice Javier Souza, ingeniero agrónomo de la Red de Acción en Plaguicidas.

Souza asegura que es posible realizar un paralelismo entre los transgénicos y los plaguicidas porque cuando comenzaron a comercializarse los plaguicidas clorados los estudios de laboratorio indicaban que eran inocuos para la salud humana. "Diez años después se demostró que eran capaces de acumularse en las cadenas tróficas (alimentarias) y causar cáncer y malformaciones", refiere el ingeniero agrónomo. "Algo similar ocurre con los plaguicidas de tipo piretroide, que luego de 30 años de uso se demostró que ocupan el lugar de las hormonas y producen daño en el crecimiento y en el desarrollo de las personas", agrega.

Un párrafo aparte merece el glifosato, un herbicida de acción total y masiva (160.000.000 de litros se usaron en las últimas campañas), cuya utilización se expandió de la mano de la soja transgénica. "Hay pocos registros de intoxicaciones con glifosato, lo que no quiere decir que no existan, sólo que no se registran", afirma Souza, que no duda en asegurar que investigaciones realizadas en Estados Unidos y Europa dan cuenta de su impacto a nivel del sistema respiratorio: "es capaz de causar dermatitis y en mujeres embarazadas posee la capacidad de alterar el orden de los cromosomas".

Además del daño para la salud, el promocionado glifosato impacta en los organismos del suelo "afecta bacterias y lombrices, la vegetación espontánea y también cultivos vecinos a los de la soja, sin contar los perjucios para los pequeños productores de los campos linderos", afirma Souza. Los plaguicidas son capaces de recrear resistencias en los organismos vivientes, hierbas silvestres e insectos. Cuando esto sucede los productores deben aumentar las dosis o utilizar productos más tóxicos.

Respecto al monocultivo de soja, el ingeniero agrónomo lo califica como antinatural. "No existe en la naturaleza, por el contrario, ella favorece el desarrollo de la diversidad biológica, los flujos químicos, el aprovechamiento integral de la energía y el reciclaje de materia orgánica y nutrientes, mientras que el monocultivo requiere de cantidades crecientes de energía, plaguicidas y combustibles para mantenerse. Además, dada la reducción de la diversidad con la utilización de plaguicidas, se reduce la cantidad de insectos benéficos, lo que favorece la aparición de insectos y hongos, requiriéndose más plaguicidas para combatirlos", refirió.

En cuanto a la soja como alimento, Souza advierte que contiene antinutrientes capaces de bloquear el metabolismo natural del calcio y del fósforo, más aún en los niños, cuando es utilizada como único alimento. "Se utiliza en todos los alimentos porque abunda y está reemplazando a otros cultivos tradicionales, hasta se incluye en los planes sociales", arremete el ingeniero, y si bien en los países orientales se la consume a gran escala, el experto explica que "no son variedades forrajeras como la que se cultiva en nuestro país".


A tiempo
"Siempre se está a tiempo para cambiar, pero si continuamos liberando transgénicos el impacto cada vez será mayor, más en el caso de los cultivos con fecundación cruzada, donde el grano de polen viaja grandes distancias pudiendo afectar a las variedades locales y a los cultivos orgánicos", dice Souza, antes de agregar que "si continuamos con esta política de cultivo basada en la deforestación, el monocultivo y la utilización de plaguicidas, los problemas se irán incrementando, afectando nuestra capacidad de alimentarnos y de vivir en ecosistemas saludables".
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Las fumigaciones se realizan en forma permanente.


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