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miércoles,
25 de
octubre de
2006 |
Editorial
Otro ataque de un perro peligroso
¿Hasta cuándo se seguirán repitiendo en Rosario las agresiones cometidas por canes de razas cuya agresividad se encuentra comprobada? La inseguridad reinante en la sociedad provoca que la gente intente protegerse de esta manera, pero tal como ocurre con la posesión de armas de fuego el remedio se torna peor que la enfermedad a la cual intenta combatir.
Desde esta columna se ha hecho hincapié en reiteradas oportunidades sobre el grave peligro que representa la consentida presencia en el ámbito urbano de canes cuya raza resulta de probada peligrosidad para el hombre por sus características agresivas, que sí los tornan útiles, por ejemplo, para la caza. Sin embargo, pese a los repetidos llamamientos de sensatez efectuados desde esta y otras tribunas, los ataques se siguen sucediendo en la ciudad y el problema no parece dar indicios de estar en vías de solucionarse.
Esta vez, como en tantas otras ocasiones de que ha dado cuenta la crónica periodística, el protagonista de la situación fue un dogo argentino. En este caso puntual un animal de setenta kilogramos de peso atacó ferozmente a una mujer de setenta y siete años, a quien arrojó al suelo. De inmediato, tras golpearla en varias oportunidades contra una puerta y una pared, le mordió el cuello. Por fortuna los dientes no alcanzaron ninguna arteria, lo que muy probablemente hubiera desembocado en un resultado fatal. La salvaje agresión del can sólo se detuvo cuando la víctima, en desesperado acto de autodefensa, alcanzó a golpearlo con una baldosa.
De manera prácticamente simultánea con este grave suceso, un chico de doce años fallecía en un sanatorio de la provincia de La Pampa luego de haber sido atacado por dos canes tras haber saltado un tapial para intentar encontrar una pelota con la que estaba jugando. Uno de los perros que se abalanzaron sobre el pequeño era un rottweiler, vastamente conocido por su peligrosidad.
Se sabe que la gente adquiere animales de estas características en función de la notoria inseguridad imperante. El objetivo es simple: proteger propiedades y personas. Pero tal como ocurre con la profusión de armas de fuego en la sociedad como consecuencia del justificado miedo reinante, el remedio se torna mucho peor que la enfermedad.
Si se tuvieran los cuidados necesarios tanto en el entrenamiento como en el mantenimiento de los canes, el riesgo indudablemente disminuiría. En tal sentido urge que se controle que la tenencia de perros de razas como dogo, rottweiler, fila brasileño, pittbull, bull terrier, doberman, ovejero alemán y otras se ejerza de modo responsable. Desde este espacio, por otra parte, se insta a los propietarios de estos animales a extremar precauciones. Será en beneficio de todos.
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