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miércoles,
25 de
octubre de
2006 |
Reflexiones
Hay que hablar de energía
Oscar Lamberto (*)
Cuando se mide la realidad por los títulos de los diarios es difícil de percibir los cambios que en forma constante se producen. Para comprobarlos hace falta comparar situaciones en períodos más largos. A la caída del muro de Berlín, alguien anunciaba el fin de la historia, y muchos entusiastas del triunfo del capitalismo sobre el comunismo lo repetían como un nuevo dogma, sin siquiera imaginar la complejidad del mundo que nacía después de la guerra fría. De hecho el papel protagónico que China e India están logrando en los mercados internacionales ha comenzado varias décadas atrás, sólo que esos cambios conocidos por algunos pocos expertos hoy emergen alterando el mapa económico del planeta.
Los efectos de las decisiones necesarias para configurar un modelo de nación, nunca son inmediatos, lo que se implemente hoy tendrá repercusiones años después y por lo general sus consecuencias buenas o malas les tocaran a otra generación.
Es bastante común que el discurso transite un camino distinto a la realidad, sólo que esta es más fuerte y tarde o temprano se impone. Para la construcción, funcionamiento y crecimiento de una economía moderna, un país requiere contar con fuentes de abastecimiento de agua y alimentos para su población, de energía para hogares, industrias, servicios de todo tipo, acceso a la tecnología fomentando la educación e investigación, fuentes de financiamiento. Y un fuerte desarrollo institucional, además de la existencia de mercados de bienes y servicios grandes y competitivos.
En este marco existen temas que van más allá de cualquier ventaja política circunstancial y de quién se impone en un debate, porque son tan decisivos para el desarrollo de una nación, que un error de cálculo será un seguro padecimiento en el futuro.
Los expertos en política energética aseguran que para mantener el actual ritmo de crecimiento el país debería invertir en el sector no menos de cuatro mil millones de dólares por año durante una década. Lógicamente que la forma de realizar la inversión puede ser de las más variadas, por parte del Estado o del sector privado nacional o extranjero, con distintas formas asociativas, solventadas por el presupuesto, subsidios o por tarifas. Por supuesto corresponde al gobierno la elección de la matriz a utilizar y el modo del financiamiento, pero para mantener el crecimiento es inevitable la decisión de invertir, más allá de las necesidades de la coyuntura. Hay acciones que son funcionales a cualquier modelo organizativo, sin energía suficiente a costos competitivos no hay desarrollo sustentable.
El rediseño de un modelo menos dependiente de los hidrocarburos es deseable aunque dificultoso de implementar en el corto plazo, y así como hoy estamos usando una estructura pensada, con aciertos y errores, en décadas pasadas, mientras se atiende a lo inmediato es necesario dibujar el nuevo diseño de la energía que usarán nuestros hijos.
Recientemente se han sancionado normas legales que alientan las inversiones en el sector energético y que amputan tanto a la permanencia de las fuentes, exploración de nuevas cuencas petrolíferas, como a su diversidad, biodiesel, energía eólica, se está trabajando en la instalación de nuevas usinas y se realizan negociaciones con el gobierno de Bolivia para asegurar la provisión de gas. Como siempre las grandes distancias empiezan a desandarse con el primer paso.
(*) Diputado nacional (PJ)
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