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sábado,
30 de
septiembre de
2006 |
Encantadoras
islas entrerrianas
¡Se ven atractivas y castas! Parecen adornar las orillas del río Paraná. Rosario las contempla. Los rosarinos disfrutan de sus playas en cuanto el sol comienza a arder. Pero...desgraciadamente siempre hay un pero y en este caso es terrible, sus ya famosos incendios de pastizales, esos que en noches claras pintan el cielo poéticamente de naranjas y rojos, esos que cada vez más cerca de Rosario y para nada poéticos, han causado el deceso de varios inocentes en choques desastrosos. Estos incendios, señores gobernantes de Entre Ríos, son la mismísima cara de la muerte. Yo vivo esa muerte. Yo, como el sesenta por ciento de los habitantes de Rosario, padezco de los bronquios. Yo, por causa de sus repetidos incendios, aun sin salir de mi pequeño departamento, aspiro muerte las veinticuatro horas del día. ¿Saben ustedes, indiferentes gobernantes de Entre Ríos la horrible sensación que se experimenta al no poder respirar? ¿Saben ustedes que son absolutamente responsables de que tanto yo como otros miles de personas no podamos dormir por la opresión insoportable que se siente en pecho y pulmones cuando son obstruidos por el humo y las cenizas que ustedes tan displicentemente nos envían? ¿Saben el costo que insumen los medicamentos que debemos usar para apenas ampararnos de esas toxinas? Y por último, ¿tienen ustedes algún hijo, madre, padre o pariente asmático? No, no creo que lo tengan porque si lo tuvieran, con toda honestidad, ya no los caratularía de indiferentes, yo diría que podemos suponer que se sienten felices de ser imitadores en el siglo veintiuno de aquellos repugnantes seres que segaron millones de vidas en la Segunda Guerra. ¿No fueron ustedes elegidos para preservar a todas las personas, o sólo ocupan sus cargos para proteger y defender a los adinerados ganaderos? Desearía que quienes llegaran a leer estas líneas me contestaran.
DNI 93.573.256
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