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 miércoles, 27 de septiembre de 2006  
El médico clínico es clave en el diagnóstico de la depresión

Florencia O'Keeffe / La Capital

Mire a su alrededor: una de cada cinco personas padeció, padece o padecerá depresión, una afección que se caracteriza por trastornos psíquicos y orgánicos que alteran la vida cotidiana. La llamada "enfermedad de estar vivos" es una pandemia y la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el 2020 ocupará el segundo peldaño en el ranking de las dolencias discapacitantes (hoy está en el cuarto lugar). La "propagación" de este problema obliga a buscar nuevas alternativas para detectarla y tratarla.

Siempre se creyó que para abordar a un paciente con depresión era imprescindible el psiquiatra, sin embargo, estudios mundiales vienen demostrando que en este desafío de sospecharla precozmente y ofrecer respuestas efectivas, el médico clínico cumple un rol central, y en ocasiones, decisivo para el pronóstico de la patología, sin que esto implique dejar de lado a los especialistas. "En nuestro medio, dos de cada tres pacientes depresivos consulta a su médico de cabecera", confirma Alfredo Gutiérrez, médico clínico que acaba de escribir un libro-manual sobre esta problemática.

Dolores de cabeza crónicos, trastornos digestivos, trastornos del sueño, dolores precordiales, disfunciones sexuales, irritabilidad, pérdida de energía, llanto fácil, disminución de la capacidad de experimentar placer, aparecen entre los síntomas de esta patología que no distingue sexo ni edad, aunque se da con mayor frecuencia en las mujeres, y en la edad media de la vida (entre los 40 y 50 años). El cuadro se presenta de diversas maneras y no es raro que se lo confunda con otros problemas de salud.

La depresión es sin dudas una enfermedad de difícil diagnóstico y una de las que más impacta en el entorno familiar. En la Argentina, más del 70% de quienes la padecen no lo saben, y por ende no consultan en el momento adecuado. Generalmente atribuyen su malestar al exceso de trabajo, a la edad y al cansancio físico, explica Gutiérrez.

"El médico clínico se encuentra en una posición privilegiada para cumplir con los principios fundamentales de la atención médica primaria: disponibilidad, accesibilidad y continuidad", señala el profesional consultado y autor del libro "Un deprimido en la familia", material pensado como un manual de ayuda para el paciente, el entorno afectivo y también los médicos.

Gutiérrez afirma que es necesario que los médicos que trabajan en atención primaria se "entrenen" para sospechar la enfermedad, ya que puede ser advertida en la primera entrevista. El diagnóstico precoz, manifiesta, permitirá salir cuanto antes de la depresión y evitar que se profundicen los síntomas.

"Necesitamos promover la instrucción del profesional y los elementos para diagnosticar. La gente suele tenerle miedo al diagnóstico y yo les aseguro que es una buena noticia que se diagnostique a tiempo", dice Gutiérrez.

La Asociación Americana de Psiquiatría elaboró un informe en base a estudios previos que corroboraron la importancia del manejo de la depresión en la atención primaria. Entre las ventajas, determinó:

  • Es más efectiva en la mayor satisfacción de los pacientes con su tratamiento.

  • Aumenta el número de visitas de los pacientes al centro de salud.

  • La prescripción de fármacos es más apropiada.

  • Es mayor la adherencia de los pacientes a los tratamientos.

  • Es mejor el pronóstico.

    Desde el punto de vista de las discapacidades que provoca la depresión hoy se sabe que son superiores a las que provocan la diabetes, la hipertensión arterial y la artritis, por lo tanto, refiere Gutiérrez, "hay que considerarla desde el vamos como una enfermedad de alto impacto, tanto por sus implicancias personales como socioeconómicas".

    El depresivo, señala el médico, va perdiendo el interés por sus actividades cotidianas, suele descuidar su aseo personal y el de los lugares dónde trabaja o vive, se vuelve extremadamente sensible y melancólico, tiene dificultades para dormir, pero también puede darse lo opuesto: que se tornen hiperactivos, inquietos, irritables, "la típica persona que no puede parar", manifiesta.




    ¿Física o psíquica?
    La depresión es una enfermedad que incluye componentes psicológicos y orgánicos. "Hay suficiente evidencia médica de que en la depresión existen trastornos neuronales. Una serie de trastornos físicos confirman que se trata de una enfermedad no sólo psicológica ni cerebral, sino polisistémica", afirma Gutiérrez.

    El médico explica que "puede ser neurotóxica y neurodegenerativa; el paciente deprimido presenta una hiperactividad de la tiroides; una hipofunción gonadal; una disfunción del sistema nervioso autonómico; además de insulino resistencia periférica. La depresión es un factor de riesgo de la enfermedad cardiovascular y hasta desencadena procesos inflamatorios".

    De allí, dice el médico, la importancia del rol del clínico, porque el paciente deprimido suele consultar siempre por problemas orgánicos y es potestad del profesional descubrir el problema que enmascara otros.

    En la actualidad existen una serie de recursos médicos para arribar al diagnóstico, entre los que se destaca la minuciosa entrevista personal y la confección de la correspondiente historia clínica, que incluye, entre otros estudios, la medición de la serotonina plaquetaria a través de un simple análisis de sangre.


    Tratamiento
    ¿Siempre se necesita recurrir al tratamiento farmacológico en la depresión? Para Gutiérrez -sólo cuando la patología es descubierta en una etapa temprana- es posible pilotearla sin fármacos, pero, en la mayoría de los casos, es necesario recurrir a drogas combinadas con apoyo psicológico. "Existen distintas alternativas de tratamiento. Lo más efectivo es combinar farmacoterapia y psicoterapia, y dentro de las técnicas psico-dinámicas, la terapia cognitiva y comportamentalista es la que demostró mejores resultados", puntualiza el clínico.

    El tratamiento, en determinados casos, también puede ser llevado adelante por el médico de cabecera, dice Gutiérrez.

    Gutiérrez dice que no tiene una mirada apocalíptica y que en muchos casos y tomada a tiempo, la patología puede revertirse. Sin embargo, afirma que la depresión mayor es una enfermedad crónica, recurrente, discapacitante desde su inicio, evolutiva, y que afecta al organismo en todos sus sistemas, además de la vida de relación. "El 15% de los pacientes con depresión mayor se suicida -aclara el especialista-, por eso es crucial tomar el toro por las astas antes de que sea demasiado tarde".


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    Gutiérrez alerta sobre la necesidad de prevenir los estados depresivos.

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