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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
El viaje del lector > San Juan
Las tierra del buen sol
Coincidente con la conmemoración de Semana Santa tuvimos la maravillosa oportunidad de viajar, toda la familia, por una hermosa parte de tierra cuyana. El viaje fue directo desde Rosario hasta Ullum, pequeña ciudad de San Juan, cabecera del departamento que lleva el mismo nombre y limita con el departamento la Capital hacia el norte.
En dicha ciudad de Ullum el ingenio del hombre lo llevó a construir una gran represa, a orilla de cuyo embalse está la ciudad y que sirve para contener y administrar por serpenteantes acequias el paso de agua a las infinitas plantaciones de vides que existen en esa zona de nuestro país.
Ese fue el punto de partida de las cuatro inolvidables excursiones que hicimos durante esa semana. No contamos como excursión la ida a la ciudad de San Juan, ya que los apenas 14 kilómetros que nos separaban lo hacíamos a diario para proveernos de alimentos o combustible.
La ciudad de San Juan nos dejó una grata impresión, medianamente ordenada y limpia, con dos peatonales bien adornadas con jardines y una fuente central en el cruce. Los comerciantes bien predispuestos y la nueva catedral, reconstruida luego del derrumbe que ocasionó el terremoto de 1944 y la infaltable visita a la casa de Domingo Faustino Sarmiento, hoy transformada en museo.
La primera excursión la realizamos partiendo desde Ullum hasta otro dique llamado Punta Negra, de menor tamaño que el de Ullum pero muy pintoresco. Pasamos entre viñedos, y llegamos hasta El Zonda, región vecina a la capital, donde se encuentra el autódromo del mismo nombre.
El camino nos lleva a Jardín de los Poetas, zona muy arbolada en forma natural y también extensos viveros con plantas y flores. Luego está Marquesado, hermoso lugar donde abundan árboles frutales y se fabrican diversos dulces regionales y vinos artesanales.
La segunda excursión la realizamos a la ciudad de San José de Jáchal a través de la ruta 40, con buen pavimento pero teniendo todas las nuevas ondulaciones del gran terremoto que destruyó vías de ferrocarril y pueblos como Talacasto, Tucunuco y Niquivil, obligando a sus habitantes a buscar nuevos destinos. Jáchal es una ciudad muy antigua, enclavada en la precordillera, a pocos kilómetros del límite con Chile.
Sus recuerdos se remontan al siglo XVI cuando los españoles tomaban como punto de encuentro esta ciudad para organizar desde allí viajes hacia otros pueblos ubicados al norte y sur de la precordillera.
Cuánta riqueza histórica encerrada en esos libros y elementos que componen el museo pegado a la iglesia que aloja en su interior una imagen de Jesucristo y su cruz de color negro -para que se asemeje a los nativos-, con cabello natural y articulado como el de varias imágenes allí expuestas.
La fuerza del Zonda
Desde allí recorrimos la ruta nacional 150, pasando por el dique Cuesta del Viento donde, en un brillante día de sol, el Zonda hasta nos hacía perder el equilibrio. Luego llegamos a Pismanta, lugar de importantes baños termales, donde el camino se dirige a Talacasto, punto de unión con la ruta 40.
La siguiente excursión nos llevó al parque provincial Ischigualasto, donde se halla el Valle de la Luna, previo paso por Vallecito -donde se alza el santuario de La Difunta Correa- y por un pequeño pueblo llamado Valle Fértil, punto de parada obligatorio para un descanso y proveerse de combustible.
Dentro del parque se organizan caravanas que parten cada 30 minutos y lo componen entre 10 y 15 vehículos donde un guía especializado embarca en el primero de la fila para recorrer los 42 kilómetros de camino interno con cinco paradas, donde el guía explica muy bien lo que en millones de años la naturaleza a forjado en las piedras y lava volcánica. Figuras únicas en el mundo llenan nuestras retinas quedando grabadas por el resto de nuestras vidas.
De regreso al punto de partida hay un gran museo donde se pueden observar réplicas exactas de los diferentes dinosaurios encontrados dentro del parque. También hay donde tomar un descanso o un refrigerio, y poder adquirir algún recuerdo de la visita al parque.
La última excursión nos llevó al sur por la ruta 40 rumbo a la ciudad de Mendoza,justamente antes de llegar a la capital se halla la ciudad de Las Heras, punto de partida para, con el tanque bien lleno de combustible, iniciar el camino de "los caracoles de Villavicencio". Allí el camino se hace de ripio y con vistas realmente maravillosas, más aún después de una copiosa nevada que obliga a devanar las 365 curvas del camino hasta llegar a la ciudad de Uspallata, ya sobre la ruta nacional 7, ideal punto de un pequeño descanso.
Desde allí nos encaminamos entre cerros con sus cúspides nevadas por los siglos hacia el Cristo Redentor. A mitad de camino está el parador y mirador del cerro Aconcagua, el cual lo habremos visto muchas veces en imágenes televisivas o publicaciones gráficas pero estar frente a él, mano a mano, y comparar su dimensión gigante con el resto de la cordillera eriza la piel de todo ser humano.
Continuando nuestro camino por la ruta 7 llegamos a Las Cuevas, donde el camino se divide entre el pavimento que continúa a Santiago de Chile, y el de ripio que con una entrada alegórica da comienzo al sorprendente y empinado ascenso al Cristo Redentor.
El camino había sido habilitado hacía un par de días por la nevada, que había dejado ya los primeros y magníficos mantos blancos en todo el paraje. Ya sobre la frontera con Chile, y frente a esa gran mole de granito y bronce, nos pareció magnífico disfrutar de tan maravillosa vista.
Antonio Difilippo
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Fotos
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Disfrutando de los hermosos paisajes de la zona cuyana.
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