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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
Uruguay > Colonia
La impronta portuguesa en el Río de la Plata
Un manojo de callecitas empedradas, angostas como pasajes entre casas estrechas y bajas forman el casco histórico de Colonia del Sacramento, la única ciudad fundada por portugueses en las costas del Río de la Plata. Los enrejados dejan ver antigüedades, tiendas de arte y artesanías que hoy ocupan el barrio que brillaba bajo el viejo faro, alrededor de la iglesia que se ubicó en las ruinas del vigía, y la plaza que atravesó más de tres siglos como centro de la vida pública.
Recorrer el barrio viejo es despertar los sentidos a una historia que quedó inscripta es sus muros, las piedras bajo los pies, la sombra de sus árboles. Menos romántico, ese sector de la ciudad vive al costo de la economía que generan los turistas extranjeros; más precisamente europeos, que costean en euros un mate con tortas fritas en la mesa de un bar que supo atraerlos hacia su origen. Y se llevan mate y bombilla de souvenir.
La ciudad vieja ocupa unas 12 hectáreas de la superficie total de la ciudad, sobre la península de San Gabriel. A su alrededor se reconstruyó una muralla junto con su foso, la puerta, los puentes fijo y levadizo y los bastiones de San Miguel, San Antonio, del Carmen, de San Pedro y de Santa Rita.
El trazado, de origen portugués, contrasta con el clásico plano de damero común a todas las ciudades de origen español y legislado por las Leyes de Indias. Su estructura responde a un criterio de defensa inscripta en la historia de disputas bélicas y diplomáticas entre España y Portugal por sus colonias lejanas. Por eso mismo, la ciudad cambió de nombre y dueño muchas veces, y los cambios se imprimieron en los nombres que quedaron estampados en sus calles y construcciones.
Ese desarrollo la convirtió en un reducto de estilos arquitectónicos, construcciones de estilo colonial portugués, con sus casas de piedra con techo a dos y cuatro aguas, junto a casas de ladrillos y techos de azotea típicos de la arquitectura española.
Colonia, por el resguardo de sus construcciones originales, fue declarada Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco. Esa distinción reporta millones de visitantes y de ingresos, que sustentan un sector de la economía mientras la discusión sobre la protección del patrimonio arquitectónico aún enfrenta al poder que ostentan las empresas constructoras y sus socios en otros barrios de sudamérica.
Un centenar de pasos más lejos, Colonia crece y se despliega entre los edificios y la arquitectura contemporáneas. La costanera recorre el Río de la Plata con playas públicas y gratuitas, puestos y ferias artesanales y carritos, en un recorrido que pasa por barrios más o menos residenciales y llega hasta los futuros countrys, ubicados en el límite de la urbanización. En el medio, un desvío de pocas cuadras lleva hacia la vieja plaza de toros, que aún espera por su restauración.
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