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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
En profundidad. Jorge Asís, polémico
"Kirchner sabe que
un presidente no puede
oler a goma quemada"
Para el periodista, escritor y ex funcionario, el presidente necesita del piquetero D'Elía para poder controlar la calle
Walter Palena / La Capital
Jorge Asís disfruta por estos días de cierto éxito editorial. Su último libro, "La marroquinería política; desastres seriales de un gobierno trivial", ya va por la tercera edición. La obra compila una serie de textos publicados en su portal de Internet (www.jorgeasisdigital.com), un sitio donde el escritor hace gala de su pluma filosa para castigar al gobierno de Néstor Kirchner y su cultura seudoprogresista.
En una época donde abunda el periodismo hiperoficialista, de barniz progre casi infantil, Asís le propone (muchas veces con éxito) a sus lectores una mirada crítica, que rasca en la superficie para dejar al descubierto lo que él llama la "truchada kirchnerista" o el "sistema recaudatorio de acumulación", una práctica utilizada no sólo para lucrar con la política sino también para someter al otro, que pasa rápidamente de ser adversario a un acólito sumiso.
Sirviéndose de heterónimos o jugando con epístolas a un supuesto Tío Plinio, el autor de "Flores robadas de los jardines de Quilmes" va construyendo día a día una red de comentarios sumamente picantes, que constituye una suerte de oasis para aquellos que están hartos del discurso prepotente del kirchnerismo y de sus sujetos transmisores, que pueden ser desde un periodista a un amanuense de filiación K.
Asís presentó su libro en Rosario, el jueves, en el auditorio de la Fundación Libertad. Un día después dialogó extensamente en el bar de un hotel del macrocentro con La Capital.
-¿Pueden haber desastres seriales de un gobierno que no sea trivial?
-Puede, pero yo hablo exclusivamente de este gobierno. El título del libro es casi una editorial. La marroquinería kirchnerista en una política vinculada directamente a la dependencia de la caja. Puede sonar provocativo que un tipo diga que este gobierno produce desastres en serie, sobre todo en momentos de complacencia mediática tan grande y cuando todos te extorsionan con encuestas que dicen que Kirchner tiene el 2.000 por ciento de imagen positiva.
-¿A qué se refiere cuando habla de la existencia de un sistema recaudatorio de acumulación?
-Esa práctica, que otros llaman kirchnerismo, es la perfección de un sistema que de manera precaria y brutal se inició en Santa Cruz. Uno pensaba que eso que hizo en su provincia no se podía trasladar al resto de la Nación, pero Kirchner nos durmió a todos, porque implantó un estado de sometimiento con el resto de los gobernadores y todos los sectores vinculados al poder. En cierto modo, Kirchner es el presidente que esta sociedad merece, pide, requiere y espera, pero esta es una sociedad volátil. De todas formas, le va a costar mantener una cierta fuerza de legitimidad que le permita llegar con aire a fines del 2007.
-¿Por qué?
-Porque cada vez hay más gente que se da cuenta de la existencia del sistema recaudatorio de acumulación. Incluso dentro del propio Ejecutivo, porque este no es un gobierno enteramente corrupto. Hay sectores nominados por donde pasa todo lo que tiene que ver con la caja: el asistencialismo, obras, cuestiones estructurales.
-Pero la economía crece, no hay denuncias de corrupción...
-Es que se presentan como el colmo de la transparencia, sostenido por un discurso progresista, pero en realidad lo que propone el kirchnerismo es un gran simulacro de transformación, la renovación de lo permanente. El descubrimiento de este sistema recaudatorio puede generar una decepción importante y puede llegar a ser un punto muy vulnerable de esta estructura.
-¿Por qué motivo?
-Porque se hiere enormemente una cierta legitimidad que necesita de un progresismo al que se le deben arrojar suficientes caramelos de madera, ligeramente espolvoreados con azúcar impalpable. Y a medida que estas situaciones se agraven, van a tener que tirar más militares a la olla, denunciar a María Julia o a Alderete. Todo esto para cuidar la imagen ante el progresismo. Pero acá no se modificó nada, no hay ninguna revolución en marcha. Lo único que hay es la acentuación del aislamiento de la Argentina en el exterior, y ahora se le agrega el aislamiento interno: Kirchner quedó atado a lo peor de la militancia rentada.
-¿Se refiere a la contramarcha de D'Elía para enfrentar a Blumberg?
-Creo que ese fue uno de los momentos de plenitud de los errores y desastres de este gobierno. Porque Blumberg les marcó la cancha y la agenda. Ahora Kirchner sale a hablar de seguridad, y es tan débil que no se puede bancar una manifestación de gente blanca, que paga sus impuestos y que va con unas antorchas. Y él los agrede acusándolos de fascistas y los vincula con el terrorismo de Estado. No puede ser que un hombre que maneja 80.000 planes sociales no haya podido convocar a más de 3.000 personas. D'Elía es el exponente más emblemático de la estética kirchnerista y es el único que puede salir a defender al presidente, porque todos aquellos que participan del sistema recaudatorio en el fondo lo desprecian y esperan el momento más o menos justo para ir por él, como también lo esperan los medios de comunicación, los gobernadores y algunos barones del peronismo. Y estas cosas que yo digo hace que las esposas de muchos de los que participan en estas apoyaturas le digan a sus maridos cuando llegan a sus casas: "El Turco tiene razón".
-Pero D'Elía le asegura a Kirchner el control de la calle.
-Exacto. Los últimos golpes en la Argentina se dieron en la calle. Kirchner sabe que ningún presidente puede oler a caucho, a goma quemada, es un problema de pituitaria (secreción de mucosas nasales). Es mucho el dinero que se gasta en el control de la calle, y eso quedó demostrado con la movilización de D'Elía. La oposición debería saber que D'Elía es el presidente ya que, si no, no entienden nada.
-¿No le reconoce nada a Kirchner?
-Tiene un mérito y yo, desde una posición crítica, se lo reconozco: él vuelve a instalar la idea del conflicto. No se puede crecer en política sin la existencia de un conflicto. Kirchner crece a partir del conflicto, pero sin darse cuenta de que él se convierte en el propio conflicto, y es con sus puteadas donde el hombre se suicida.
-¿Por qué dice usted que es un "reeleccionista perverso"?
-Porque Kirchner tiene que ser lo suficientemente caballero para ser él el que esté al frente cuanto todo esto le estalle, cuando exploten todos los desatinos de los desastres seriales de este gobierno trivial. Una disgresión: el emblema del sueño americano era un horquilla y una iglesia: es decir el trabajo y la fe. La imagen de la cultura kirchnerista es la de un piquetero de D'Elía al lado de una máquina tragamonedas de Cristóbal López (el empresario amigo de Kirchner dueño de varios casinos).
-¿Qué pasa con los líderes de la oposición que les copa la parada un hombre como Blumberg, al que le cuesta pronunciar los adverbios?
-Blumberg es hoy la tentación del liderazgo vacante. Por lo que se ve, es lo que hay. Tenemos a un Lavagna sostenido por reportajes pero sin armado territorial. Hay fenómenos políticos urbanos y televisivos. Mientras esto siga así, el bipartidismo va a ser eterno.
-¿Pero si la UCR está cada vez más cerca de Kirchner?
-Kirchner quiere colonizar a la UCR. Alfonsín se queja, pero él quiso hacer lo mismo en los 80 con el peronismo con su famoso tercer movimiento histórico, por lo que está tomando la medicina que él también intentó. Ahora bien, Alfonsín hablaba de epopeyas, y Kirchner es más precario: es la epopeya de la caja. Los radicales K, o que gobiernan, necesitan tener la marroquinería más o menos cerca.
-¿No cree que sea serio el proyecto de Lavagna?
-Lavagna es otro transversalista, pero más preocupante ya que se vale de elementos residuales del duhaldismo. A algunos de ellos les gusta que los llamen "duhaldistas resistentes", pero también se puede sospechar que son duhaldistas a quienes Kirchner no llamó. Estamos asistiendo a la política del Sprayette, del "llame ya". Porque muchos de los que hoy resisten pueden cambiar de bando con un simple golpe de teléfono de la Casa Rosada.
-Si todo es tan precario y elemental, ¿por qué nadie se le planta?
-Tomemos el ejemplo de De la Sota. El Gallego tiene un armado territorial, pero también posee 8 mil millones de pesos de deuda. Necesita del poder central, tanto que hoy Kirchner va y le dice quién tiene que ser el candidato por Córdoba. Pero toda jugada tiene un riesgo. En los lugares donde Kirchner coloniza al radicalismo, le va a estallar el peronismo.
-¿Qué lugar le asigna a Macri en el cuadro opositor?
-Macri es pura construcción bostera. Para él es mucho más importante Lavolpe o Basile que los viajes al exterior que le puede organizar Diego Guelar. Macri está al lado de Martín Palermo, de Tinelli. Y en esta Argentina trivializada, con eso le basta. Pero todo es tan lábil que el lugar que hoy ocupa Macri o Blumberg, mañana lo ocupa otro. Creo que van a aparecer otras alternativas.
-En un reportaje a La Capital dijo que a Reutemann la historia le había golpeado la puerta y él no atendió porque se estaba afeitando. ¿Piensa que definitivamente pasó el cuarto de hora para él?
-Creo que a mi amigo Reutemann ya le pasó el tren de la oportunidad por su estación. Ahora crecen pastos en los andenes y hasta le sacaron el ramal. En política no puede haber fotos ni programas de televisión que te alarmen. Por eso yo lo llamo "el mártir de Punto Doc".
-¿No hay nada que lo sorprenda o que le puede resultar innovador?
-La Argentina es tan imprevisible que en cualquier momento se vuelve previsible. Y previsiblemente este gobierno es un desastre y cada vez va a ser más notoria la sensación de que el rey está desnudo. No hay siquiera discursos, hay todas unas apelaciones a construir una Argentina nueva, pero en realidad todo es trucho. Acá no hay nada de izquierda, esto es un simulacro atroz. En Capital Federal se están construyendo departamentos a 4.500 dólares el metro cuadrado. ¡Avísenle a esos señores que se viene la revolución socialista, que huyan porque le van a confiscar todo! El principal problema que tiene el país es la insustancialidad, el truchismo, y así nos ven desde afuera. Podemos resultar simpáticos, ser buenos para bailar el tango, pero no se nos puede tomar en serio.
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Dijo que Kirchner quedó atado a lo peor de la militancia rentada.
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