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 domingo, 10 de septiembre de 2006  
Casos y cosas del Coco

Luis Alberto Yorlano

Si algo le faltaba a Alfio Basile, se le cumplió el jueves por la noche, cuando desde la popular corearon su nombre, en los momentos previos a su último partido en la Bombonera como DT de Boca, ante San Pablo por la Recopa. Coco le ganaba por goleada a esa barra que lo había insultado. Atrás quedaba un mito llamado Bianchi, y para Basile se hacía un lugar importante en la historia xeneize y una nueva oportunidad en la selección nacional.

Este caminador de la noche, defensor a muerte de la amistad, de los códigos, y de bolsillo fácil para los amigos, comenzaba a escribir una nueva historia en el fútbol argentino. Lento para moverse en la cancha y rápido con la mente y con la boca.

El cigarrillo y el whisky le fueron formando su personalidad. El estrellato lo consigue el 18 de octubre de 1966, en Racing, cuando en el Centenario y con el recordado gol de Cárdenas, gana la final de la Intercontinental ante Celtic. El Coco ya se metía en la historia grande y siete años más tarde era campeón con el Huracán del flaco Menotti.

Y después vendrá su otra pasión. Estar en el fútbol, pero jugando de afuera. Como técnico estuvo en muchos equipos, hasta en Central. Y de acuerdo a informaciones serias es el técnico que más le gusta al presidente de Newell's, Eduardo López.

La profesión de entrenador lleva a Basile a España. Y el primer encontronazo con el dueño del Atlético de Madrid, Gil y Gil, quien declaraba que lo echaba porque cuando se levantaba a las 6 de la mañana para comenzar a trabajar, Basile retornaba a su casa después de una larga noche de charla con los amigos.

Siempre fue un referente. Después del Mundial de Italia y la renuncia de Bilardo, la AFA busca un técnico intermedio entre el renunciado y Menotti. Pero el Coco es distinto a todos. Del bronce al barro y de la euforia a la tristeza. De treinta partidos invicto a comerse cinco goles frente Colombia en River y tuvo que ir a buscar la clasificación frente a los australianos, y convencer a Maradona para que volviera a la selección. Y vendría el control antidoping. Afuera Maradona y piñazo. Arrastra a la selección, que de ser candidata queda eliminada. El técnico masticando la bronca de la impotencia llegó a decir "estaba para nosotros".

Como aseguran los jugadores, el fútbol siempre da revancha, y le llegó la revancha al Coco. Le dijo adiós a Boca en una noche memorable. Los hinchas lo hicieron llorar por primera vez en público, lo quiso disimular pero no pudo, y cuando Rodrigo Palacio convierte el segundo gol se dio vuelta hacia el banco con los brazos abiertos y al primero que encontró lo abrazó, tarde se dio cuenta que no era ninguno de sus colaboradores, era un policía, que sorprendido por la actitud del técnico no se dio cuenta que la gorra ya volaba por el aire. Noche inolvidable, seguramente estará pensando qué más puede pedir.

Cómo jugador ganó casi todo, como técnico sale aplaudido por la hinchada más difícil y ahora nuevamente la revancha en la selección nacional. Hasta se puede dar el lujo de divertirse con los jugadores que más le gustan tenerlos en su equipo. Por esto, cuando un periodista le preguntó, ¿por qué Riquelme? Respondió: "¿A vos no te gusta?" A mí sí, por eso va a jugar". Una clara respuesta del atorrante por naturaleza. Con algunos vicios...pero también con muchas virtudes. l
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