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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
López Obrador, entre los
halcones y los moderados
de la izquierda mexicana
El candidato perdedor de los comicios analiza la creación de un gobierno paralelo al
de Felipe Calderón
Andrea Sosa Cabríos
Ciudad de México. - El movimiento de izquierda de Andrés Manuel López Obrador se debate en México entre los halcones y los moderados: los que piden al candidato derrotado proclamarse "presidente en rebeldía" y los que le piden pensar a largo plazo. López Obrador hasta ahora parece más inclinado a escuchar a los duros, al círculo que lo aplaude en la Plaza del Zócalo con entusiasmo cuando llama a abolir las instituciones y a impedir que el 1º de diciembre tome posesión el oficialista Felipe Calderón, el ganador de las elecciones.
Pero hay otro grupo de militantes de izquierda, de probado pedigrí, que opina que, aunque hubo fraude, los fundamentalismos pueden llevar al fracaso a todo el movimiento, después de que la izquierda en los pasados comicios lograra su mejor resultado de la historia. "López Obrador cuenta ya con un caudal político considerable. Quienes votamos por él tenemos la obligación de no malgastarlo con actos provocadores contraproducentes", escribió el filósofo Luis Villoro en una columna que publicó el diario La Jornada.
Villoro considera que López Obrador sólo tiene posibilidades de encabezar un nuevo proyecto de nación si no sucumbe a la "provocación" del círculo de los halcones, que le piden autoproclamarse presidente e instaurar un gobierno alterno o paralelo al de Felipe Calderón. "En cambio démosle apoyo y confianza para que pueda encabezar un proyecto de renovación radical de la república, sin violencia, dentro de la legalidad", señaló.
Medidas drásticas
En las mismas páginas, el dirigente izquierdista Martí Batres llamaba a la izquierda a tomar medidas drásticas y a investir en la plaza pública a López Obrador como presidente emanado de las urnas, porque los órganos electorales "renunciaron a cumplir la legalidad" al validar el triunfo de Calderón.
Para algunos analistas y especialistas, sin embargo, un gobierno paralelo implicaría no sólo un desafío al orden constitucional actual, sino que podría derivar en la configuración de delitos de orden político como la sedición, la rebeldía y el motín. Eso dejaría institucionalmente muy mal parada a la izquierda.
La definición del rumbo se tomará el 16 de septiembre en una convención nacional democrática convocada por López Obrador. "Si hay decisión de los dirigentes y respuesta del pueblo, Felipe Calderón no llegará a tomar posesión del cargo de presidente de la república o en el camino quedará como un presidente falso, rebasado por la realidad política de México", dijo Batres, miembro de una familia de izquierda de larga tradición.
El historiador Lorenzo Meyer, que simpatiza con López Obrador, advirtió sin embargo sobre el riesgo de que el movimiento popular de resistencia se le salga de las manos a los líderes de la coalición Por el Bien de Todos. "Tanto líderes como bases del movimiento, y literalmente «por el bien de todos», deben mantener dentro de límites muy estrictos esa energía producto de la frustración ante lo que perciben como una justicia denegada", escribió en un artículo titulado "El llano y las llamas".
Para Meyer, el movimiento de López Obrador puede convertirse en un "hecho político inédito" para la transformación de México, siempre y cuando no sea manejado con "cortedad de miras e irresponsabilidad", porque podría desatarse un incendio en el "seco llano social". "La misma advertencia, pero más contundente, debe hacerse a quienes controlan las fuerzas del Estado, quienes deben tomar en cuenta que el entorno político ha cambiado y que ya no se defiende el orden establecido con los métodos de antaño", dijo. (DPA)
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