|
domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
Várices: láser para cada necesidad
Existe una creencia generalizada de que los tratamientos para corregir la insuficiencia venosa son dolorosos, la recuperación es lenta y no se puede volver a la actividad inmediatamente. La cirugía flebológica logró avances en los últimos años con la introducción del uso del láser, una técnica que demostró eficacia y logró reducir considerablemente las molestias de la cirugía tradicional. Hoy no existe un tratamiento definitivo que permita recuperar totalmente el daño producido en el sistema venoso, aunque sí se puede conseguir la prevención y el control de la insuficiencia venosa crónica y sus complicaciones.
En diálogo con Mujer, el doctor Roberto Simkin, especialista en flebología, explicó que hay distintos tipos de láseres para tratar la insuficiencia venosa con la ventaja de que estos tratamientos tienen un proceso de recuperación más rápida que la cirugía tradicional. "Es una técnica ambulatoria, novedosa, con anestesia local. Existen dos tipos de láseres, el quirúrgico y el transdérmico, que surgieron en el 2000 y que ya se implementan en el país", dijo Simkin.
El láser transdérmico aparece como una novedad capaz de derribar temores y sirve para afecciones leves, como las "arañitas" y los angiomas. El tratamiento es ambulatorio y requiere 3 sesiones de aplicación. Mientras, el sistema de láser endovenoso se aplica para tratar las afecciones más graves, de venas de mayor calibre y reemplaza a las fleboextracciones que implican un día de internación, anestesia general o peridural, de 5 a 7 días de vendaje, y de 25 a 30 días de recuperación.
La utilización del láser como una alternativa a los tratamientos tradicionales comenzó hace más de una década. El sistema consiste en una luz monocromática de alta potencia que es absorbida por un pigmento, en este caso, la hemoglobina de la sangre. Al ser absorbida, produce calor y hace que la vena afectada se cierre.
En medicina, se define como várices a la dilatación y elongación, con pérdida de función, de las venas superficiales de los miembros inferiores. La circulación sanguínea asegura, gracias a las arterias, el aporte de oxígeno a los diferentes órganos y tejidos y, mediante la circulación venosa, el retorno al corazón de la sangre pobre en oxígeno. Para realizar esa función de retorno diferentes mecanismos permiten vencer la fuerza de la gravedad. Cuando alguno de esos mecanismos falla, la sangre se estanca en las venas, sus paredes se dilatan y su estructura y función se alteran apareciendo los síntomas.
Para que esto suceda, deben coincidir varios factores. Entre los predisponentes que más colaboran con la aparición de la insuficiencia venosa se cuenta la herencia genética y los cambios hormonales que atraviesa la mujer a lo largo de su vida reproductiva. Por esto es que la incidencia es más alta en las mujeres.
Entre los factores desencadenantes caben señalar el embarazo, los trabajos que demandan muchas horas de pie, la obesidad, el sedentarismo, la excesiva exposición al sol, el uso de anticonceptivos orales y la depilación con cera muy caliente.
Los síntomas de alerta son variados y pueden ir desde un paciente asintomático cuya única preocupación es el problema estético que comporta la existencia de várices, al que siente las piernas pesadas, dolor, calambres nocturnos y edema. Estos síntomas se alivian con el reposo, la elevación de las extremidades y el frío. En estadios más avanzados pueden llegar a producirse cambios en la coloración de la piel e incluso úlceras, y el grado de afección varía según el tamaño y la cantidad de venas afectadas.
Por lo general, la exploración física suele ser suficiente para establecer el diagnóstico, aunque existen pruebas complementarias entre las cuales está el eco-doppler y la flebografía con contraste.
También es recomendable que las mujeres estén atentas durante el último trimestre del embarazo porque las hormonas facilitan la aparición de várices. Para prevenirlas conviene tomar recaudos tales como el uso de medias de compresión graduada y realizar un drenaje postural de ambos miembros inferiores, tres a cinco veces durante el día, por 10 a 15 minutos cada vez, caminar con zapatos holgados y bañarse por la noche para evitar las molestias que puede ocasionar el agua caliente. Si pasados tres meses luego de haber tenido el parto las várices persisten conviene consultar a un especialista en flebología, para su tratamiento radical.
El doctor Jorge Soracco, uno de los especialistas que introdujo la técnica del láser endovenoso en el país, explica que el envío de un haz de luz que causa la resección de la vena afectada, no afecta la circulación del miembro, ya que si el sistema venoso profundo funciona bien, tiene la capacidad suficiente para garantizar el retorno de la sangre venosa, aunque se haya resecado toda la red venosa superficial.
Además, Soracco hablo también del nuevo crio láser que "sirve para fotocoagular los derrames sin dejar manchas ni marcas y tiene un fin estético que complementa la escleroterapia y se dispara sobre la piel brindando resultados en 8 sesiones de tratamiento".
Diez claves para demorar la aparición
Evitar el sobrepeso.
Practicar un deporte adecuado.
Evitar las fuentes de calor.
Baños de agua fría.
Evitar el estreñimiento.
No usar ropa demasiado ceñida.
Evitar tacón alto y zapato plano.
Elevar ligeramente los pies de la cama.
Realizarse masajes circulatorios.
Evitar la toma de anticonceptivos orales.
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
|