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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
El cazador oculto: "A veces no vale la pena el esfuerzo"
Ricardo Luque
Con las venas del cuello a punto del estallar, Jack Nicholson intenta arrancar un bebedero para lanzarlo contra la ventana enrejada del psiquiátrico donde se encuentra internado. No consigue siquiera moverlo. Sin embargo, ante los pacientes que confiaban que su plan de evasión tuviera éxito, no admite el fracaso. "Por lo menos lo intenté", les explica el rostro sudoroso y una sonrisa franca dibujada en el rostro en su inolvidable escena de "Atrapado sin salida.". Es cierto, aunque las cosas no salgan como uno espera, la satisfacción de saber que se hizo el esfuerzo es suficiente para sentir que valió la pena hacer el intento. Y la presentación de la muestra "¡Basta ya de prosa!", inaugurada para celebrar los 20 años de la aparición del Diario de Poesía, un intento fallido. No por la retrospectiva, que es excelente, ni por la revista, que como todo el mundo sabe (o debería saber) ilumina, como un faro, las costas neblinosas a las que llegan exhaustos los lectores después de navegar sin rumbo en busca de ese autor que los libre de la monotonía. No. Por el ambiente, que salvo por la inquietante falda negra que lució Viviana Usubiaga, la curadora de la exposición, y que señalaba el camino de la perdición de ese inexplicable puñado de adictos a la poesía que poblaron tímidamente los túneles del Parque de España y que a la distancia, y de cerca también, se revelaban más aburridos que la vida misma. Porque, hay que decirlo, una reunión donde el alma de la fiesta es Hugo Diz, un poeta de pluma exquisita pero con menos gracia que Tito y Pelusa en la fiesta de los Martín Fierro, está condenada. Más si la lista de invitados VIP está encabezada por Osvaldo Aguirre, un escritor sesudo y sutil, pero que no se reía ni cuando espolvoreaba con harina los pies de los espectadores que fueron al estreno de "Tiempos difíciles" en El Círculo, en sus tiempos de gloria con Cucaño. Y peor hubo quien, en un rapto de desesperación, pensó, para levantar el ánimo de la fiesta, en que Gastón Bozzano, que con su barba guevarista y "esos quilitos de más" cada día se parece más a la versión "mini" de Bud Spencer, llamara a Marcelo Petteta para que toquen un par de temas del disco "Paceful Journey". "¡No!, que las camas no alcanzan...", rogó con la mirada Chachi Verona, un auténtico bromista, que llegó tarde, de punta en blanco y con un plan. ¿Habrá tenido suerte?
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