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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
Mercados
La mentira del desendeudamiento
La precariedad de las políticas monetarias y cambiarias se reflejan en la tasa de interés. Bonos en dólares, la atracción
Salvador Di Stéfano
El mundo nos sorprende cotidianamente. Esta la semana se encontraron pozos de petróleo en el golfo de México, que aumentaron las reservas de Estados Unidos un 50%. La consecuencia lógica fue que el precio del petróleo se desplomó a 67 dólares el barril, lejos de los 77 dólares de máximo que registró hace un mes atrás y en el valor más bajo de los últimos cinco meses.
Daría la impresión que la suba de las materias primas terminó, como también la especulación en el sector inmobiliario, con lo cual todos los caminos conducen a bonos y acciones en Estados Unidos.
La suba en la paridad de los bonos hace que la tasa de retorno disminuya a niveles del 4,7% anual, cuando hace unos meses atrás se ubicaba en el 5,25% anual y los analistas predicaban el Apocalipsis.
Esta baja en la tasa de largo plazo alentará inversiones productivas a mediano plazo, pero en el corto plazo todo hace pensar que las inversiones serán especulativas, porque hay espacio para ganar invirtiendo en bono y acciones en Estados Unidos.
La baja en la tasa de interés en el mundo beneficia a Argentina, ya que año a año se acrecientan las necesidades de financiamiento en busca de poder cubrir los vencimientos de capital que van in crescendo. Esta semana el gobierno colocó 500 millones de dólares en el Bonar VII, que es un bono que expira en septiembre de 2013, con la amortización total de su capital y paga una tasa de interés fija del 7% anual.
Con una tasa de interés tan elevada aparecía con un gran atractivo para el mercado. Sin embargo, su licitación no cubrió las expectativas del gobierno, ya que se colocó bajo la par y el rendimiento ascendió al 8,4% anual, casi duplicando el rendimiento de un bono estadounidense.
Si bien la tasa del 8,4% anual luce baja, si se mira desde lo nominal, es muy alta si se la compara con los rendimientos de otros países del mundo. Por ejemplo, un bono de similares características en Brasil rinde menos del 6% anual, al igual que en Chile y aunque usted no lo crea en Venezuela.
Argentina no ha podido dejar atrás la imagen de un país que es defaulteador serial y que cada diez años corta con menos de diez (como en el chichón) y realiza una convocatoria de acreedores.
Argentina tiene actualmente una deuda pública que ronda los 125 mil millones de dólares. Sin embargo, aún quedan en el exterior bonos emitidos y no alcanzados por la reestructuración de la deuda pública por 25 mil millones de dólares, de los cuales 10 mil millones de dólares es el monto en juicio en tribunales internacionales.
Lo más preocupante es la deuda con el Club de París que se ubica en los 6.500 millones de dólares y que estaría próximo a negociarse. Con este prontuario y sin que se amague a poner en orden la deuda que todavía esta en cesación de pagos, las emisiones de bonos públicos seguirán siendo a tasas elevadas y muy distantes de las que obtienen los países que han honrado sus obligaciones.
Como se nota, más tarde o más temprano todo tiene su costo. El gobierno ha pregonado una política de desendeudamiento que ha cumplido a medias. Mientras que el gobierno nacional paga deudas con el exterior, internamente incrementa su deuda a niveles inimaginables.
Por ejemplo, desde la salida de la convertibilidad hasta el día de hoy, el Tesoro nacional se desendeudó con el FMI, pero esa misma deuda la contrajo con el Banco Central (BCRA). En este sentido, el Tesoro le pidió prestado al Central 15 mil millones de pesos o su equivalente en 5.000 millones de dólares en concepto de adelantos transitorios.
Por otro lado, el BCRA con su política de intervención de mercado comprando dólares y emitiendo pesos, se endeudó en letras, notas y pases por un total de 41.000 millones de pesos o su equivalente a 13.000 millones de dólares.
Lo que viene
En resumen, en tres ítems, el gobierno y el BCRA se endeudaron en la friolera de 27.580 millones de dólares desde la salida de la convertibilidad hasta hoy. De ese endeudamiento, solo cancelaron deuda por un total de 9.580 millones de dólares, por ende hay un incremento de 18.000 millones de dólares en la deuda que no se refleja en las cuentas públicas por ser operaciones cruzadas entre el Tesoro y el BCRA.
Si el gobierno estuviese llevando una verdadera política de desendeudamiento el mercado pagaría más alto los bonos y la tasa de retorno sería mucho más baja.
En la actualidad se está evaluando cancelar la deuda con el Club de París por 6.500 millones de dólares, usando la misma metodología que se realizó para pagarle al FMI. Por ende, el Tesoro le pediría los dólares prestados al BCRA y le colocará una letra en su activo. Esto dejará mucho más precario el respaldo de la base monetaria, ya que se contarán con menos reservas en el activo del BCRA.
Conclusión: no hay tal política de desendeudamiento como pregona el gobierno. El mundo financieramente le sonríe al gobierno, no obstante la desaceleración de la economía estadounidense e internacional le harán difícil a nuestro país mantener un superávit fiscal de 12.000 millones de dólares en los próximos años.
La precariedad de la política monetaria y cambiaria por ahora se refleja en la tasa de interés, pero todo ruido que surge desde lo político y económico comenzará a impactar sobre el tipo de cambio, que a fin de año se ubicará en niveles más altos que los actuales. Los bonos en pesos han perdido atractivo ante el descrédito del Indec por los índices de inflación. Los bonos en dólares muestran tasas muy atractivas. La bolsa espera más combustible, justo ahora que falta el gasoil.
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