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 domingo, 10 de septiembre de 2006  
Desde el andamio

Cascos amarillos. Jorge Madera era un trabajador chaqueño que hacía tres meses que había llegado desde su pago cuando murió el 6 de junio de 2005 en la obra del edificio de Tucumán y avenida Belgrano, en cuyo frente hay un casco amarillo que fue pintado por una organización no gubernamental (ONG) de defensa de los derechos de los obreros de la construcción muertos en accidentes. “Ya tenemos pintados 15 cascos, pero hay una lista de casi 70 muertos en la construcción en Rosario, el Gran Rosario y el sur de Santa Fe, que vamos a pintar en cada obra donde haya caído un compañero”, confió un referente de la ONG Asociación de Víctimas de Accidentes en la Construcción.

Perros verdes. En un paisaje de condiciones laborales medievales, propio de señores feudales y sus siervos de la gleba, sobresale un puñado de empresas constructoras que sorprenden por su apego al cumplimiento de las normas de seguridad de sus trabajadores. “Hay empresas con las que hay que sacarse el sombrero, como Ingeniero Pellegriné y un par más, que tienen las normas de calidad ISO 9001, que causan envidia y en las que a uno le gustaría llegar a trabajar”, advierte un trabajador que se desempeñó en distintas obras de la ciudad y del país.

Domingo inglés. A contrapelo de la histórica conquista del sábado inglés que lograron los obreros británicos en el siglo pasado, los trabajadores inmigrantes de la construcción de las obras de Rosario y del resto del sur de la provincia no sólo no gozan de ese derecho sino que, además, trabajan el domingo a la mañana. En la práctica han reemplazado la conquista del sábado inglés por la sobreexplotación de trabajar durante toda la jornada sabatina y de no gozar siquiera del descanso dominical.

Edificio porá. A la tardecita, los tres inmigrantes trabajadores de la construcción estiraban una cerveza en el balcón de un departamento del primer piso del edificio de los concejales —como lo conocen los vecinos—, en Pichincha (ex Riccheri) 75 bis. El inmueble construido por la Asociación del Personal Legislativo de Santa Fe (Apel) está deshabitado, motivo por el cual sorprende que un grupo de operarios que trabajan en obras de la zona habiten un edificio tan “porá” (lindo en guaraní), como le dicen ellos.

Sin red. El proyecto de la concejala radical rosarina Adriana Taller de instalar redes de contención obligatorias en las obras en construcción sólo quedó en un gesto de buena intención. Desde entonces murieron 29 obreros de la construcción en el sur provincial, pero la lista sería mucho mayor porque no existen estadísticas oficiales. La mayoría de los accidentes son provocados por la caída de trabajadores desde la altura, sin arneses ni condiciones mínimas de seguridad. Trabajan, literalmente, sin red.


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