Un minuto de silencio...

Efectivamente azorado leí la carta del lector Cingolani del 07/09, pero no por los abortos legales practicados a dos discapacitadas mentales incapaces por sí de rechazar el acto sexual que las preñó, sino por la sesgada opinión del citado lector. ¿De qué tiene miedo Cingolani? En una sociedad cuya adhesión al catolicismo supera el 90 por ciento, cuya jerarquía ha rechazado hasta el cansancio este tipo de prácticas, nada debe temer respecto a los abortos legales. Excepción hecha, claro está, que la hipocresía esté presente en muchas "ovejas de la grey católica" que desfilan en las procesiones portando cirios, pero no trepidan a la hora de interrumpir sus propios embarazos. Señor Cingolani, la legalización del aborto no debería aumentar su número, si éste está integrado por los contemplados en nuestra legislación más los hoy punibles. No debe tener miedo de la libertad de conciencia de nuestras ciudadanas, quienes católicas o no, tienen derecho a disponer de sus cuerpos en condiciones de asepsia apropiadas.

Ariel Igea

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