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 martes, 05 de septiembre de 2006  
Violencia. A golpes y culatazos, encerraron a una familia en una pieza y sustrajeron todos sus ahorros
Maniatan a siete personas y roban 25 mil pesos en Soldini
De allí, tres hombres pasaron a la casa familiar y ataron a todos con precintos. Tenían el dato de que había dinero

Andrés Abramowski / La Capital

Años atrás, Valentín Herrero jamás hubiera imaginado que un sábado a la nochecita, mientras cerraba el autoservicio que hace unos 40 años abrió en Soldini, sería sorprendido por cuatro hombres armados que lo encerrarían junto con la familia de su hijo para llevarse 25 mil pesos de recaudación y ahorros destinados a una edificación. Sin embargo, algo tiene que haber pasado en los últimos tiempos para que este hombre de 78 años que siempre vivió en un tranquilo pueblito pegado a Rosario asegure ahora que "esta película ya estaba" en su cabeza: "Sabía que esto en algún momento nos iba a pasar", sentencia sin exponer otras razones que las de su intuición, mientras vuelve a ocupar su puesto detrás del mostrador de panadería.

Ayer a la mañana parecía que todos en Soldini estaban bien al tanto del asalto sufrido por los Herrero el sábado, cerca de las 20.30. En un pueblo donde todavía se dejan puestas las llaves del auto y todavía son una rareza los robos de bicicletas, no es un hecho menor que cuatro hombres armados dejen maniatadas a siete personas y se lleven alrededor de 25 mil pesos en efectivo, además de joyas tan importantes en su valor económico como simbólico. Sin embargo, el golpe tampoco fue recibido como algo totalmente ajeno a la realidad: bastaba con hablar cinco minutos para que tanto víctimas como vecinos recordaran robos similares ocurridos en los últimos tiempos en la zona.

El autoservicio de los Herrero está ubicado en la avenida de ingreso al pueblo, en General López al 600. Son tres galpones que parecen haberse construido en distintas etapas, a lo largo de varias décadas, y en uno de ellos quedan vestigios de lo que en algún momento fue un bar que atendía a muchísimos peones que venían del norte para la cosecha de espárragos. Y mientras Daniel Herrero atiende a sus clientes como siempre pero con un vendaje en la cabeza, su padre Valentín cuenta el asalto que venía presintiendo.

"Estábamos cerrando, ya se habían bajado todas las persianas y los empleados se estaban yendo. En eso entran dos o tres hombres y primero pensé que venían a comprar algo. Muchas veces viene la gente a última hora, a buscar 100 gramos de mortadela o porque se les terminó la garrafa. Pero cuando vi de qué se trataba, directamente miré para otro lado, no los quise ni ver", comenzó su relato el anciano, que recibió de los intrusos un golpe que le rompió un par de lentes.

En el momento del asalto, en el negocio quedaban Valentín y un amigo. Ambos fueron amenazados por los ladrones, jóvenes y a cara descubierta, para que los condujeran hasta la casa del hijo, adonde se puede acceder por una puerta trasera del autoservicio. "No hizo falta que les dijera nada, sabían todo, más que si yo les hubiera contado", recordó todavía sorprendido. En la casa de Daniel, de 49 años, estaban junto a él su esposa Analía, su hijo de 13 años y sus dos hijas de 23 y 18, además del novio de una de ellas.

Luego de propinarle a Daniel un par de golpes y culatazos en la cabeza, los maleantes maniataron al resto de la familia con precintos o cinta de embalar. "Gritaron «no se muevan, todos al piso, no miren» y «queremos la plata», mientras nos encerraron en una piecita y se llevaron a mi hijo a su habitación. No revisaron ni revolvieron nada, sólo pidieron. Creo que mi hijo le dio una billetera con 6.000 pesos pero le pidieron más. Y entonces le dio todo lo que tenía, no nos quedaron ni monedas", contó Valentín, y agregó que luego del robo, los ladrones huyeron por la misma puerta del autoservicio por donde habían ingresaron, aunque antes se llevaron la caja registradora "que tenía unos mil pesos en tickets y algo más de efectivo".

Analía, la esposa de Daniel, aseguró que además de una suma de dinero estimada en 25 mil pesos los maleantes huyeron con celulares y alhajas, que "más allá del valor económico eran recuerdos".

Ayer a la mañana, la rutina intentaba volver a imponer la tranquilidad y fraternidad que vivió Valentín durante 78 años en Soldini, "donde nos conocemos todos, somos como hermanos". Daniel atendía la caja y eso no lo impedía mantener sus conversaciones con cada cliente, es decir, con cada vecino, con cada amigo. Pero al parecer hay una batalla en puerta, entre esa rutina y el miedo que antes solamente se veía por TV y ahora, cada tanto, entra sin pedir permiso.
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Valentín Herrero en el autoservicio por donde entraron los ladrones.

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