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 lunes, 03 de julio de 2006  
Fumar, una costumbre

Es injusto y discriminatorio que no se permita fumar en los bares y cafés en un sector aparte. No digo en los restaurantes, pero la costumbre de tomar un café acompañado por un cigarrillo en algún bar forma parte de nuestra idiosincrasia y de nuestras costumbres culturales más agradables. Estas prohibiciones podrían aceptarse en países como Suecia o Suiza, pero no aquí, y explico por qué. En nuestra ciudad no existe ningún cuidado del aire que respiramos y las calles están contaminadas por el espeso humo negro que arrojan los colectivos, sin que nadie los controle. Es un humo obligatorio para todos, incluidos los niños. ¿Entonces para qué sirve la prohibición de fumar? Sospecho que leyes como ésta, o la más absurda aún del uso de dos apellidos, las hacen los políticos sólo para justificar los sueldos que les pagamos y que no se merecen.

María Ferreyra, DNI 28.242.203


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