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| lunes,
03 de
julio de
2006 |
Maratón y
corte de calles
Debo confesarlo: no soy maratonista. Es más, soy un verdadero pecador: tengo auto y, peor aún, vivo en el centro con mi familia. Eso sí que debe ser un verdadero pecado, porque sólo así puedo entender que la Municipalidad me haya castigado con ese horrendo operativo de tránsito a través del cual cortó -sin comunicarlo previamente de una manera adecuada- no sé cuántas calles y me tuvo dando vueltas y más vueltas sin explicar claramente cómo hacía para llegar al lugar donde había programado mi almuerzo familiar del domingo. Seré un pecador, pero no el único. Junto a mí cientos de automovilistas padecían el mismo vía crucis, acaso también con niños llorando en el asiento de atrás, en medio de la ira colectiva y los bocinazos. Debo decir que si Rosario es la mejor ciudad para vivir, vi escenas que lo desmentían. Por ejemplo: en Italia y San Lorenzo un tipo se bajó de su auto para increpar al conductor que venía atrás para que dejara de tocarle bocina. "Andá a tocarle bocina al intendente", le espetó. No, al intendente no lo vi. Seguramente él habrá estado correctamente informado de por dónde debía pasar para evitar dar vueltas en redondo, entre autos y colectivos embotellados, porque era imposible atravesar bulevar Oroño. Pero el resto de los rosarinos no. Más allá de discutir si es razonable o no que se corte tal cantidad de calles cuando una maratón se podría programar por fuera del centro, acaso bordeando el río, lo que es indiscutible es que si se iba a realizar tal despliegue se tendría que haber comunicado de manera clara y hacer que el mensaje llegara a la mayor cantidad de gente posible. Busqué si había una solicitada en el diario del domingo, que había comprado temprano, en la que se informara cómo era el operativo de tránsito. No, no había solicitada. Y, distraído, porque no vi la sección Deportes, ni siquiera había leído el anuncio-periodístico, sin especificaciones sobre el operativo- de la maratón. Me enteré de la misma cuando, después de ir a buscar el auto a una cochera cercana junto a una de mis hijas de 3 años, no pude ingresar a buscar al resto de mi familia a la puerta de mi casa y tuve que dejar el vehículo a dos cuadras. Le pregunté al agente de tránsito apostado en San Lorenzo y Dorrego, que a la postre supe que se llamaba Carlos Abad no porque él me lo haya dicho sino porque me acerqué a ver su credencial, por qué motivo estaba cortado el paso y este ¿buen hombre? me respondió: "Y a usted qué le importa. Porque hay una valla y porque estoy yo". La verdad, estuvo mal Don Abad. Le pregunté a un compañero suyo que estaba una cuadra quién era el responsable del operativo, pero, más allá de que se mostró comprensivo conmigo, nada me dijo. Más desinformación. Después de todo, ¿por qué el señor Abad va a pensar que me tiene que tratar amablemente y brindarme la información que le pedía si del intendente para abajo nadie se ocupó de avisarme que iban a cortar el tránsito en la puerta de mi casa y lo mismo sufrieron otros cientos, o acaso miles, como yo? Felicitaciones a los maratonistas, y no sólo por el esfuerzo de correr 40 kilómetros y llegar a la meta: de ellos será el reino de los cielos.
DNI 18.485.063
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