
|
viernes,
23 de
junio de
2006 |
Un Lula incólume ante la
corrupción se encamina
hacia su reelección
Las buenas noticias económicas en Brasil ayudan a mantener en alto la imagen del presidente de Brasil
Al mismo tiempo, los escándalos de corrupción acosan al gobierno.
Los brasileños esperaban mucho del presidente Luiz Inacio Lula da Silva, pero no esto. En 2002, muchos vieron en Lula un bastión de la integridad, pero temían que el ex lustrador de zapatos -la antítesis de la clase política tradicional- llevara a Brasil por el rumbo de la Cuba de Fidel Castro. Ahora que Lula se prepara para anunciar su candidatura a la reelección, es claro que ninguna de las dos expectativas son una realidad.
Lula paga puntualmente deudas con organismos internacionales y ha mantenido ortodoxas políticas económicas. Pero si en ese frente económico las cosas parecen ir bien, en el político surge cada día un nuevo dolor de cabeza. La ola de denuncias de corrupción iniciada en junio de 2005 rompió la imagen del Partido de los Trabajadores (PT), de Lula, como un baluarte de la pulcritud administrativa.
Los analistas y las encuestas, sin embargo, muestran que la figura de Lula permanece incólume y que ganaría la reelección en los comicios de octubre. Pero señalan que la opinión pública estará muy atenta al presidente en ese posible segundo mandato. "Lula probablemente gane en la primera vuelta", dijo David Fleischer, profesor de ciencias políticas en la universidad de Brasilia. El presidente "ha perdido apoyo en la clase media, pero es muy fuerte entre los pobres".
Lula llegó al poder tras un largo camino iniciado en los años 80 como líder de los sindicatos metalúrgicos en San Pablo, el corazón industrial y financiero de Brasil. Reconocido por su voz ronca y la ausencia del dedo meñique de la mano izquierda que perdió en un accidente con una máquina herramienta, Lula se convirtió en el representante de la izquierda, exigiendo al gobierno que suspendiera los pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI).
Concurrió a la presidencia, y perdió, en 1989, 1994 y 1998. Cuando finalmente ganó en 2002, se comprometió a utilizar el dinero de los pagos de deuda en ayudar a los pobres del país y endurecer la posición del gobierno con el FMI y el Banco Mundial.
Lula hizo exactamente lo contrario y ordenó a su entonces ministro de Hacienda, Antonio Palocci, implantar un estricto control de gastos y mantener altas las tasas de interés en busca de atraer capitales foráneos y reducir la inflación. "Fue más importante para Brasil tener una política monetaria seria que las protestas callejeras contra el FMI. Lula entendió eso", dijo Alexandre Barros, de la consultora Early Warning, en Brasilia. Lula elevó el salario mínimo a 350 reales (156 dólares), un ajuste que posibilitó una mejor distribución de la riqueza entre los brasileños por primera vez en 23 años.
Sus políticas económicas se inclinaron a la derecha hasta llegar a ganar aplausos incluso de sus mayores críticos, como el Banco Mundial, alabando programas como el llamado Bolsa Familia, que cada mes entrega una ayuda en dinero en efectivo a familias pobres, pero a condición que mantengan a sus hijos en las escuelas y les vacunen. El año pasado, Brasil registró un superávit comercial récord de 44.760 millones de dólares, por encima de los 33.660 millones de dólares del año anterior. En diciembre pasado, Brasil pagó toda su deuda de 15.500 millones de dólares con el FMI.
Oscuros préstamos
Lula sólo vio su popularidad tambalearse cuando un político aliado, el congresistas Roberto Jefferson, denunció en junio de 2005 que el Partido de los Trabajadores pagaba sobornos en el Congreso y echó mano de un financiamiento ilegal de unos 23,4 millones de dólares en oscuros préstamos bancarios para financiar campañas electorales. El escándalo costó la cabeza de algunos de los más cercanos colaboradores del presidente, quien siempre negó tener conocimiento de lo sucedido y sólo dijo que había sido "traicionado" por miembros del PT, que nunca identificó.
Con el paso de los meses, y la economía literalmente inmune a la crisis política, Lula fue recuperando su popularidad. Lula "estaba blindado", dijo Fleischer. "Es un presidente de teflón". (AP)
enviar nota por e-mail
|
|
|