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 miércoles, 21 de junio de 2006  
A la familia de un obrero fallecido le robaron la indemnización en una salidera
Son de Alvarez y cobraron en un banco de Rosario. Siguieron al taxi y les quitaron 6.750 pesos en efectivo

Eduardo Caniglia / La Capital

Los Cóceres todavía no superaron la desdicha que les provocó la muerte del jefe de la familia, José Cóceres, un operario de 50 años que tres meses atrás perdió la vida cuando explotó una fábrica de artículos de pirotecnia de Alvarez. Ayer su familia sufrió otra desventura: al mediodía la hija y la esposa del obrero fallecido fueron asaltadas por dos automovilistas. Estos les arrebataron los casi 30 mil pesos, entre efectivo y cheque, que habían retirado de un banco de la zona sur. El importe pertenecía al seguro de vida por la desaparición del trabajador.

José estaba casado con Rosalía Estela Del Picolo, de 38 años. La pareja tuvo dos hijas, Analía de 21, y una nena de dos años. Las tres mujeres, pasado el mediodía de ayer, fueron víctimas de una nueva salidera en la ciudad.

Unos días atrás. Rosalía había recibido una noticia que tal vez creyó le aliviaría el dolor por la pérdida de su esposo. Era una carta que le anunciaba que podría cobrar la compensación por el deceso de su esposo. Ayer a la mañana, la mujer y dos hijas vinieron a Rosario y fueron a la sucursal del Banco Francés ubicada en Lamadrid y San Martín. Allí en una ventanilla ante la vista de todo el mundo cobraron 6.750 pesos del seguro de vida y recibieron un cheque de 22.700 pesos de la ART Prevención.

Mientras esperaban en la cola, a Analía le parecieron sospechosos los movimientos de un hombre que aguardaba detrás de ella, pero eso no la desalentó a continuar con el trámite bancario.

"Mi mamá puso la plata, el cheque y el documento dentro de un bolso. Cruzamos San Martín y tomamos un taxi que venía por el carril opuesto" (del bulevar), recordó Analía en la tardecita de ayer, en su humilde casa de material con patio de tierra. Parecía aturdida y no podía disimular la angustia que la invadía.

El conductor del taxi, Juan S., de 63 años, recorrió unas quince cuadras desde el banco. Cuando llegó al cruce de Mitre y 24 de Septiembre fue interceptado por los ocupantes de un Peugeot 504 de color bordó sin patente.

"Se nos cruzó un auto y casi nos chocó. Del auto bajaron dos tipos armados y le apuntaron al taxista. El chofer les dio la billetera porque pensó que lo iban a asaltar, pero uno de los hombres dijo «yo quiero la plata que tiene ella»", repasó Analía, que llevaba el bolso donde estaba guardado el dinero.

Las dos mujeres se miraron desconcertadas y dudaron en desprenderse del efectivo. El grito amenazante de uno de los ladrones las intimidó. "Dame la plata o te mato", ordenó. Casi al mismo tiempo recorrió el auto por la parte trasera y abrió con la puerta donde estaba Analía, y le arrancó la cartera. La chica sólo tuvo tiempo de implorarle que no le llevara el documento de identidad. "Estaba cantado que ellos sabían dónde estaba la plata porque el tipo me tiró una carterita blanca y ahí no tenía dinero", comentó.


Un cheque tirado
Con el botín en su poder, los asaltantes se esfumaron por 24 de Septiembre en dirección al este. Un rato después el cheque, según dijo una fuente policial, apareció en Mister Ross y Entre Ríos junto al DNI de Rosalía. Al parecer, los ladrones se desprendieron del valor a raíz de que estaba a la orden y solo podía cobrarlo la esposa de José. Anoche, un vocero de la Brigada de Investigaciones de la Unidad Regional II indicó que había aparecido el Peugeot en el que se desplazaban los asaltantes.

José había trabajado durante quince años en una fábrica de pirotecnia ubicada enfrente de su casa de Chacabuco y Sarmiento, en Alvarez. Allí, el 29 de marzo pasado encontró la muerte cuando estallaron las casillas en las que trabajaban, consideradas el área más riesgosa de la planta. Por la muerte los familiares de José cobraron una indemnización por accidente laboral otorgada por una administradora de riesgos del trabajo (ART) y un seguro de vida.

Anoche Analía estaba desconsolada por el quebranto. Se habían quedado sin el único dinero con el que contaban para sobrellevar la pérdida del ingreso que surgió con la muerte del jefe de familia. "Tanto tiempo esperando el seguro y ahora nos tenemos nada", se lamentó con los ojos brillosos.
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Analía sufrió otro duro golpe.


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