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 miércoles, 21 de junio de 2006  
SANTA ROSA
Por "un error", policías pampeanos dan una tunda y apresan a su propio jefe
Cenaba con su mujer y los hijos. Entraron y los sacudieron de lo lindo. Ahora es un escándalo

Si un libretista propusiera este argumento para una farsa se ligaría una reprimenda por llevar la exageración al extremo. Pero ocurrió en la realidad. Un grupo de policías ingresó por la fuerza a la casa del subjefe de la Unidad Regional I de policía para una redada antidrogas. Sin reconocer a su superior, lo redujo, lo golpeó y lo esposó creyendo que era un narcotraficante. Igual suerte corrió la esposa del funcionario, también policía, quien fue empujada al piso por sus pares ante la presencia de los tres hijos de la pareja.

No debe considerarse tan inaudito el despliegue de este tipo de "técnicas" en operativos policiales. Sí, por lo contrario, que los destinatarios de destrezas así hayan sido, también, empleados de la fuerza, aunque sin uniforme. El insólito incidente se desarrolló la medianoche del sábado. Y el que fue objeto de métodos tan descorteses fue ni más ni menos que el subjefe de la policía de Santa Rosa, comisario Mateo Gutiérrez, que había terminado de cenar junto a su esposa y sus tres hijos en su departamento del barrio Fonavi 27, a diez cuadras del centro de la capital pampeana. Juntos esperaban que dieran las 12 de la noche para brindar por el Día del Padre cuando un violento golpe abrió la puerta y los puso de pie.

Unos diez hombres fuertemente armados y encapuchados ingresaron a la casa, interrumpieron la velada familiar y obligaron a los presentes a tirarse al piso al grito de "policía". "¿Quiénes se creen que son?", fue la pregunta que les hizo Gutiérrez a los uniformados, creyendo que en realidad estaba frente a delincuentes comunes. Pero nadie oyó al subjefe, quien junto a su esposa fue "golpeado, empujado al piso y esposado adelante de sus tres hijitos", según lo comentado ayer por Luciano Peralta, periodista del diario La Arena de la ciudad de Santa Rosa.

De nada sirvieron los gritos de Gutiérrez y su esposa explicándoles a los policías que estaban ante su superior. Nadie los escuchó y avanzaron con el operativo hasta que llegó el jefe del mismo, el comisario Luis Correa, titular de la División Toxicomanía. Fue él quien reconoció que el presunto narco que habían detenido no era otro que su jefe.

Una vez liberado y con las inalcanzables excusas del caso, Gutiérrez y su esposa, Norma Piñero, se dirigieron hasta la comisaría 3ª para radicar la denuncia que ayer ratificaron en la Fiscalía en turno de los tribunales pampeanos. En tanto, desde la Jefatura se dispuso que los agentes que participaron del procedimiento sean separados preventivamente hasta que la Justicia establezca el grado de culpabilidad de cada uno en el grosero error cometido.


Un infierno
"Fue un verdadero infierno", dijo Norma Piñero la mañana de ayer en la Fiscalía pampeana al ser entrevistada por el diario La Arena. La mujer, aún asombrada y dolida por lo vivido el sábado, hizo una dura autocrítica acerca de la manera de actuar de la fuerza que ella misma integra: "Siempre se escucha de la violencia que emplea la policía en los operativos pero uno debe vivirlo en carne propia para darse cuenta de la brutalidad y las injusticias que a veces se cometen. No puede ser el maltrato y verdugueo a la gente, como lo hicieron con nosotros".

Lo que más molestó a Piñero fue que "cuando les pedía a los gritos que me muestren la orden de allanamiento que debían tener para entrar a mi casa me dijeron que no la tenían y que yo no era nadie para pedirselas".

En tanto, desde la Jefatura de policía ratificaron ayer que todo "se trató de un error" y que los policías acusados, "lejos de reconocer a su superior, tampoco creyeron cuando les dijo que era su jefe". Extraoficialmente, voceros de la fuerza manifestaron que "los agentes tenían orden de ingresar a una casa de puerta verde y después se comprobó que son dos los departamentos con idéntica abertura, uno de ellos el del comisario Gutiérrez".
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