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miércoles,
21 de
junio de
2006 |
Reflexiones
La globalización del fútbol
Andrés Oppenheimer / El Nuevo Herald (Miami)
Los críticos de la globalización deberían tomar en cuenta lo que está pasando en el Mundial de Fútbol: puede que la Copa sea un buen ejemplo de cómo la apertura económica mundial ha ayudado a los países emergentes a ser mejores y más competitivos a nivel internacional.
Debo confesar que disfruté muchísimo cuando Trinidad y Tobago, un país cuyo deporte nacional es el cricket y que con 1,3 millones de habitantes es el más pequeño que jamás haya jugado en una Copa Mundial, logró empatar 0-0 con Suecia. Y también me alegré cuando Ecuador le ganó por 2 a 0 a Polonia, o cuando Ghana -que juega su primer Mundial- derrotó cómodamente a la República Checa por 2-0.
Según los estudiosos del fútbol, los países pequeños están jugando cada vez mejor, y dándole más trabajo a las grandes potencias futbolísticas. Hace algunas décadas, no era inusual que los seleccionados europeos y sudamericanos le ganaran por goleadas de ocho goles a los equipos caribeños, africanos o asiáticos. En la Copa Mundial de 1982, Hungría llegó a ganarle a El Salvador por 10 a 0. Sin embargo, los días en que las potencias futbolísticas entraban a la cancha confiadas en que iban a golear a sus adversarios menores quedaron atrás. Ahora, con pocas excepciones -como el triunfo de Argentina por 6 a 0 contra Serbia Montenegro- los mejores equipos del mundo están ganando casi siempre por una diferencia de uno o dos goles.
"Los equipos pequeños están jugando bien. La globalización ha ayudado a que la competencia sea más equitativa", me señaló Franklin Foer, el autor del libro "Cómo el fútbol explica el mundo", que salió hace un año en Estados Unidos. Efectivamente, quizás el fútbol sea una de las industrias más globalizadas del mundo. Hasta principios de los años noventa, se trataba de uno de los sectores de la economía más protegidos. Los equipos europeos sólo podían contratar a un número limitado de jugadores extranjeros, por lo general dos por equipo. Pero en 1995, un jugador belga llamado Jean-Marc Bosman presentó una demanda contra la Federación Francesa de fútbol exigiendo que lo dejaran jugar en Francia. El caso fue a la Corte Europea de Justicia, y Bosman ganó.
Según Branko Milanovic, un economista del Banco Mundial especializado en pobreza y autor del reciente ensayo "Globalización y Goles: ¿Acaso el fútbol muestra el camino?", el juicio de Bosman cambió la historia del fútbol. Tras el fallo de la Corte Europea en el sentido de que los clubes franceses estaban violando el derecho a la libre movilidad de trabajo consagrada por la Unión Europea, los equipos de fútbol comenzaron a contratar a cada vez mas extranjeros. Actualmente, aunque no han desaparecido las cuotas, hay equipos como el Chelsea de Londres que a veces juegan con hasta nueve extranjeros, muchos de ellos latinoamericanos y africanos. Más de la mitad de los jugadores del Real Madrid de España son extranjeros, incluyendo al brasileño Ronaldo y el inglés David Beckham. Los equipos de Arabia Saudita, Costa Rica y Japón tienen directores técnicos brasileños, mientras que México tiene un entrenador argentino, Inglaterra uno sueco, Ghana un serbio, e Irán un croata.
"La diferencia entre las selecciones nacionales se ha ido reduciendo en años recientes. Si tú ves los resultados hasta ahora, la mayoría de los juegos termina con la diferencia de uno o dos goles. El fútbol se está volviendo cada vez mas competitivo", me dijo Milanovic en una entrevista telefónica desde Alemania, donde está mirando los partidos.
El lado negativo de la globalización en el fútbol es que los precios de los mejores jugadores ha subido tanto, que los clubes más pequeños de los países más pobres no pueden comprarlos, dijo Milanovic. Pero, en general, el saldo de la apertura del mercado futbolístico es positivo para los países más chicos, añadió.
Mi conclusión: Estoy de acuerdo. Aunque tiene sus problemas, y las grandes potencias deberían eliminar todas sus cuotas, la globalización del fútbol le está permitiendo a los países pequeños vender a sus jugadores a precios internacionales, recaudar más dinero, tener más fondos para buscar nuevos talentos, y fortalecerse. Y a nivel internacional, no hay duda de que tener a sus futbolistas jugando en las grandes ligas europeas le permite a los países pequeños ser mucho más competitivos en las copas mundiales. ¿Quién hubiera imaginado hace unos años que Ecuador, Corea del Sur o Ghana podrían ser cuadros de temer en un Mundial? Se puede decir cualquier cosa de la globalización del fútbol, menos que está matando a los países emergentes. Por el contrario, los está haciendo cada vez mejores. ¡Viva Trinidad y Tobago!
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