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miércoles,
21 de
junio de
2006 |
Borges, escritor
en las orillas
Se conmemoró recientemente el 20 aniversario de la muerte de uno de los más memorables escritores argentinos, Jorge Luis Borges. Diversos medios de prensa publicaron artículos y videos recordándonos una vez más las razones por las cuales debemos sentir una profunda admiración por su obra literaria. Sin embargo, hace algunos meses tuve el placer de poder visitar Ginebra, la capital Suiza, donde nuestro compatriota se encuentra enterrado. A poco de llegar, me encaminé hacia el cementerio, ubicado casi en el centro de la ciudad moderna, acompañado por dos amigos: de Canadá y de Italia. El lugar estaba desierto y el guardia de seguridad me informó cordialmente, luego de consultar su planilla, el número de tumba de Borges. El cementerio era pequeño y apacible: yo buscaba un mausoleo, algo llamativo. Sin embargo, me causó sorpresa y disgusto cuando el canadiense me dijo "¿no es esa la tumba?", señalando una pequeña lápida, antiquísima y corroída, en la cual con mucha dificultad podía leerse la inscripción "Jorge Luis Borges". No obstante el abandono en el cual la tumba de nuestro escritor se encontraba, no pude evitar tomarle fotos, y tuve que volver a explicar a mis acompañantes que en verdad y muy a pesar del estado con el que estaba señalada su sepultura, él fue uno de los más memorables escritores argentinos. Es por eso que, en el marco de la conmemoración de su fallecimiento, quería llamar la atención acerca del abandono en el que se encuentra su tumba en Ginebra. Tal vez fue porque él mismo quiso descansar afuera del país, tal vez porque nosotros nos hemos acostumbrado a repetir cada año el mismo versito por el diario y la TV; tal vez porque Borges, un escritor en las orillas entre la ciudad y el campo, se encuentra ahora en la orilla del recuerdo, casi llegando al olvido.
Federico Burlon
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