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domingo,
18 de
junio de
2006 |
Panorama político
Postales políticas de Santa Fe
Mauricio Maronna / La Capital
Los radicales santafesinos tomaron debida nota del mensaje que hace quince días hizo llegar Raúl Alfonsín: "Esperamos que nuestros amigos socialistas apoyen (la candidatura presidencial de Lavagna) como nosotros estamos adhiriendo a Hermes Binner". Casi en paralelo, la semana pasada llegó a manos del presidente de la Nación una gruesa carpeta conteniendo ejemplares de La Capital que reproducían el malestar de la UCR por las candidaturas del Frente Progresista. El efecto Lavagna se extiende como la misteriosa mancha de humedad que inspiró uno de los cuentos más extraordinarios de Julio Cortázar. Y llegó a la provincia de Santa Fe.
Hermes Binner gozó hasta ahora con la tranquilidad de no tener hasta ahora adversarios que estén a la altura del conflicto. El justicialismo parece la defensa de Serbia y Montenegro, Carlos Reutemann está hundido en el silencio y los interlocutores que lo visitan de vez en vez salen más confundidos que Luis Barrionuevo de una exposición pictórica. El senador tenía que integrar la delegación, encabezada por el canciller Jorge Taiana, que viajó a Estados Unidos para participar de la asamblea de la ONU, pero desistió a último momento por "cuestiones operativas", según dijeron desde su despacho.
"Hay que pensar en celeste y blanco", son las siete palabras que le bastan al socialista para seducir selectos auditorios porteños furiosamente opositores a Kirchner, y el paraguas que les permite a algunos eternos acomodaticios de la política santafesina para prenderse de sus pantalones.
El viernes, la peatonal Córdoba mostraba a miles de adolescentes extasiados por el 6-0 del seleccionado de fútbol. "Parecemos dos marcianos hablando de política. ¿O será que la política es lo que pasa mientras la gente común hace otra cosa?", reflexionó en forma de pregunta un buceador de las aguas profundas del partido de Alem.
Según él, la reacción del radicalismo provincial amenazando con internas en el Frente e, incluso, con una ruptura del mismo tiene dos coordenadas: la imperiosa necesidad de asegurarse cargos y la sospecha de que el ARI empieza a meter ruido en la coalición con los socialistas.
En verdad, nadie sabe cuánto durara el aroma Lavagna, pero a los radicales les sirve como volante tapón que evite filtraciones, cooptaciones y, fundamentalmente, lo que iba camino a convertirse en una definición inexorable: la desaparición del partido.
"Supongamos que Binner gana sin nosotros. ¿Cómo hace para gobernar con el 99% de las comunas y municipios en contra y con una mayoría peronista en el Senado? La provincia no es Rosario...", asegura la fuente mientras se lamenta por el cartelito que reza "no fumar" en el discreto bar céntrico.
Mientras Reutemann espera una señal de la Casa Rosada, el justicialismo deberá agradecerle alguna vez a Agustín Rossi el haberse puesto la mochila al hombro e intentar despabilar al gigante dormido. El presidente de la bancada del Frente para a Victoria sigue siendo atacado desde usinas que reportan directamente al kirchnerismo (léase el último número de la revista Debate) y, hasta el momento, se ha movido con sigilo.
La visita del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, le sirvió al ex presidente del Concejo para llenar un teatro Broadway pero la personalidad del funcionario (entre la arrogancia y el desdén) espantó a los periodistas y levantó todo tipo de adjetivaciones entre los dirigentes.
El presidente hablará largo y tendido con el gobernador Jorge Obeid sobre el futuro electoral del oficialismo en la provincia. En la Rosada tomaron nota del repunte en la gestión y, como premio, tendrá un lugar de privilegio en la comitiva que viaja a España para intentar mejorar el flujo de inversiones extranjeras en el país, ciertamente patético si se tiene en cuenta el fulgurante crecimiento macroeconómico.
El periplo del sureño es la primera consecuencia de la aparición de Lavagna. El frente externo, demasiado descuidado en estos tres años de gestión, debe ser ocupado en toda su magnitud para no cederle terreno al hombre que manejó los números desde el desastre producido por la devaluación asimétrica.
El carácter papal del ex titular de Ecolatina seduce a los propietarios de las privatizadas, hoy acorralados por el vértigo presidencial, y temerosos frente al aura de hombre de las cavernas que los analistas porteños le han cargado al secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
"Mirá esto", le dijo el jefe del Estado a un importante dirigente del justicialismo santafesino que (casi en secreto) atravesó las puertas del despacho principal de Balcarce 50. En una fotocopia de la página 273 del libro de Walter Curia, "La cara oculta de Kirchner", se leía: "Kirchner a la mañana te pasa el brazo por el hombro y a la tarde lo está abrazando a Binner". Era un off the record de la vicegobernadora María Eugenia Bielsa a un ministro del Ejecutivo nacional que explicaba su negativa a ser candidata a diputada nacional en el 2005.
Las encuestas que están en manos del santacruceño advierten que Rosario seguirá en manos del socialismo pero ubican a la arquitecta como la que más votos le puede restar al oficialismo municipal.
Justo Bielsa, quien dice no hacer declaraciones fuera de micrófono, cayó en la tentación y le hizo ese comentario a un interlocutor que luego se lo trasladó al periodista de Clarín, autor del muy buen libro sobre vida y obra del hombre que, si se lo propone, será reelegido cómodamente durante el año próximo.
Elisa Carrió, mientras tanto, está furiosa con la conducción del ARI santafesino que, por propia boca de la diputada provincial Alicia Gutiérrez, ha hecho público su deseo de encolumnarse detrás de la candidatura de Binner. Lilita desconfía del líder del socialismo santafesino y se ha privado de no hacer público todo lo que piensa de él. Por el contrario, Rubén Giustiniani es quien, hoy por hoy, goza de la simpatía de la dirigente más lúcida de la oposición.
Los socialistas (una trituradora a la hora de hacer política) ensayan un juego de pinzas sobre el ARI. Saben que la nueva conducción nació con fórceps y que los votos rosarinos fueron en los últimos comicios hacia Carlos Comi, quien está afuera de la nomenclatura. El edil, junto a Pablo Javkin, decidió formar una corriente interna que le otorgue un barniz de clase media preideológica a un partido que no tiene su mayor caudal electoral entre los sectores de clase baja. En el PS no pierden de vista ese cuadro de situación.
Miguel Lifschitz lejos está también de evitar jugar la partida. A la hora de mostrar sus cartas esboza signos de amplitud que no quedan encorsetados en la UCR o el ARI. Su secretario de Cultura, Juan Giani, ha hecho pública su preferencia por los vientos patagónicos y se cuida de que su centro de estudios se mantenga pluralista a la hora de organizar seminarios y debates.
El socialismo deberá corregir el error cometido en las elecciones de 2003, cuando creyó que con los votos de Rosario alcanzaba para alzarse con la provincia, algo que también fue mal internalizado en ciertas capillas mediáticas. Sin embargo, en los últimos comicios legislativos Binner alcanzó el 50% de los votos en la ciudad y el justicialismo perdió influencia en la ciudad de Santa Fe.
"Mire si estaremos bien en Rosario que el 20 de junio, con un presidente y un gobernador del peronismo, vamos a tener un día socialista", se jacta, con razón, un funcionario con despacho en el Palacio de los Leones.
Hoy, fuera de la mayor ciudad de la provincia, la bonanza se palpa con solamente observar las obras en construcción.
Para saber cuál es el pulso político hay que prestarles oídos a los comentarios de los parroquianos que se reúnen a media mañana para leer los diarios. "¿Qué pasa, Reutemann le teme tanto a Kirchner?", preguntan. "Si el Lole no es candidato, Binner termina con el peronismo", agregan. "No se confundan, si la economía sigue así, Kirchner le levanta la mano a Rossi y pega el batacazo", se plantan otros. ¿El justicialismo sabrá aprovechar esas circunstancias o dejará que esas condiciones de coyuntura sean, apenas, una piedra arrojada al océano?
Lo único seguro es que las elecciones, para la mayoría de los santafesinos que no forman parte del microclima político, se constituye en una estación que todavía queda demasiado lejos.
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Hermes Binner.
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