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domingo,
18 de
junio de
2006 |
Pareja: secretos compartidos a la hora del sexo
Hay un universo de intercambio sexual que culturalmente se siente, se escoge por gusto, placer o predilección. Relaciones matrimoniales o extramatrimoniales; entre distintos sexos o el mismo; fugaces, intensas, múltiples, encuentran un rincón de apoyo y charla entre amigos o pares. Sin embargo, aquellas parejas que no pueden consumar la penetración suelen vivir frecuentemente una realidad secreta. Muchas veces es un secreto compartido solamente entre ellos que se avergüenzan por lo que les está pasando, porque no lo eligen ni se sienten a gusto.
"Consumación" refiere sin duda a la institución matrimonial, que según cierta tradición, sería la única forma "válida" o socialmente aceptable de mantener relaciones sexuales para una pareja. Actualmente las tradiciones parecen menos rígidas, pero el término "consumación" para hablar concretamente de la penetración, subsiste hoy para referirse a toda pareja como si hubiese una sola forma válida de practicar el sexo. Muchas veces, la no penetración se plantea como un problema y la pareja la vive de manera traumática.
Según aclara el doctor Jorge Franco, especialista del Hospital de Clínicas José de San Martín, ese término aplicado a una pareja "no significa que no practiquen el sexo, sólo que se conectan de otra manera; generalmente llegan a un orgasmo manteniendo una reiterada fricción entre las piernas de la mujer."
Lucila Martiú, ginecóloga, sexóloga y jefa de la sección de disfunciones sexuales femeninas del mismo hospital porteño, informa que los pacientes se acercan a la consulta sintiéndose "anormales", y agrega: "Siempre les aclaro que ellos tienen lo que nosotros llamamos respuesta sexual: deseo, excitación y orgasmo". Eso, según considera, es lo importante del caso.
En general, cuando los amigos (con más frecuencia las mujeres), se confían inconvenientes sexuales, el más común es el problema para llegar a un orgasmo, o que no haya pasión en la pareja, o que le cuesta lubricar a la mujer. "Pero nunca se va a escuchar en una reunión de amigas que alguna diga que hace alrededor de cinco años que está casada, y no puede tener penetración con el marido", ejemplifica la ginecóloga. "Es el gran secreto compartido. Eso no se lo comenta a nadie", comenta Martiú. Sin embargo, hay dos preocupaciones que prácticamente los obligan a realizar una consulta: cambiar la vida erótica de sus relaciones y tener un hijo.
Por lo general, con los problemas que eso implica, las parejas que van a caer en esta situación se han formado entre personas que van a funcionar de la misma forma. La mujer elige a alguien que tenga dificultades para penetrarla, y el varón se acerca a alguien que no le exija una penetración. "Es muy importante subrayar que, en general, encontramos una muy buena calidad de relación afectiva. Son parejas que se llevan muy bien. Tienen un alto grado de comunicación, de solidaridad entre ellos", comenta la especialista. La manera que tienen de hacer el amor no es una elección sino la única posibilidad que se les presenta.
Esta conexión está relacionada, normalmente, con un problema que posee el hombre para poder penetrar, y la mujer para poder ser penetrada. Se trata de un problema que comparten, el hombre con trastorno de erección o eyaculación precoz, y la mujer con trastorno de vaginismo, afección que hace que se contraigan los músculos perivaginales e impidan la penetración. Si bien el tratamiento será combinado, tanto sea por la imposibilidad de consumación en ambos, como por un problema de erección, eyaculación o vaginismos, a las consultas deben concurrir los dos ya que comparten la problemática.
"Hay una situación en estas personas que es muy recurrente: conciben a la pareja como una relación fraterna, como si fuesen hermanos. En término psicológico, no pueden realizar la penetración. Si bien, muchas veces realizan un juego sexual, es muy limitado en la zona genital. Puede ser que tengan sexo oral, aunque no es habitual en estas parejas. Es un juego algo inocente. Hay que ver qué marca esa respuesta condicionada, el hombre no puede tocar la vulva. Hay regiones prohibidas", aclara Martiú.
Soluciones sencillas
En la mujer puede haber casos de abuso sexual, pero no es la causa habitual. El impedimento más importante es la represión de tipo religiosa o moral tanto en los hombres como en las mujeres: estructuras rígidas, familias que han puesto énfasis en la supuesta peligrosidad que implica el sexo, avalándolo desde el punto de vista religioso y moral. "Lo que se observa, en general, es que estas parejas al no consumar no tienen experiencia. Entonces hay que proveerles una enseñanza de la anatomía", manifiesta la profesional.
Por eso, el tratamiento requiere de una instrucción pedagógica, que implica observar la vagina y quitarle el miedo a la mujer a su propio sexo. "Se usa un espejo para que pueda mirarse en presencia de su esposo o su pareja. Y también para que él observe la vagina de su compañera", explica la especialista. De esa manera la persona percibe en su cuerpo la contracción que impide la penetración, la pareja se da cuenta cuál es la dificultad y, principalmente, la manera en que puede ser superada. El tratamiento busca una paulatina superación del problema, e incluye el uso de dilatadores paulatinos de la vagina, pequeños tubos de plástico que la especialista trata de colocarle a la paciente. Primero parcialmente, hasta lograr algo más contundente.
Esto se llama desde el punto de vista psicológico, desensibilización. Hacer encontrar a la persona con lo temido, de a poco y en condiciones regulables. Aunque haya un problema de penetración, estos casos "tienen muy buen pronóstico", concluye Martiú.
Sandra Barreto
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