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domingo,
18 de
junio de
2006 |
Para beber: amante del vino
Gabriela Gasparini
Señalado como "el amante", metier en el que parece haber sido actor de proezas sin igual, Giacomo Casanova no se quedó, a la hora de los placeres, sólo en la gimnasia, agotadora por cierto, de saltar de lecho en lecho, disfrutó en igual medida del vino y de la comida. La española Marina Pino es una estudiosa de la vida del italiano, y en su libro "Un feroz apetito" relata el derrotero vinícola gastronómico del veneciano. Allí sale a la luz la importancia del vino como moneda de cambio en las transacciones comerciales, además del obvio aprecio que se le tenía como bebida. A modo de ilustración, lo que viene a continuación está extraído del texto de la autora barcelonesa.
"Llegado a Portici, se detiene en una posada, donde encuentra a un mercader vestido a al oriental. Casi de inmediato se establece entre ellos un extraño chalaneo. ¿De qué hablan? Hablan de vinos: Tengo excelentes moscateles de Levante que os podría vender a buen precio, dice el mercader. Podría comprarlos, responde sin pestañar Casanova, pero os advierto que soy un entendidor. Mejor que mejor. ¿Cuál de ellos preferís? El de Cerigo, concluye Casanova.
Hasta que encontró al hermano Steffano y su bodega ambulante, Casanova se había mantenido fiel al agua clara de la pensión de Padua y a los hidromieles de Constantinopla. Bebía muy poco y bebía los vinos licorosos y canonjiles de su tiempo, rebajados con agua que tomaba de una jarrita. Ocasionalmente, bebía y se encendía todo, y se aficionó a darle de beber a las mujeres que le gustaban para que se produjese un incendio mutuo, siempre vinos generosos, densos, especiados y de buena graduación alcohólica que las sumían en un descontrol encantador. Le gustaba embriagar a las mujeres, del mismo modo que le complacía sobremanera ver comer a gente hambrienta, sólo para observar el cuadro de la locura humana.
Con dieciocho años quiere hacerle creer al mercader de Xanta que es entendido en moscateles y lo bastante rico para comerciar de tú a tú......Se entabla entonces entre los dos hombres un combate de esgrima comercial al cabo del cual Casanova obtiene un pequeño capital vendiéndole al griego los derechos sobre una fórmula para adulterar el mercurio, más un barril de moscatel como torna y redondeo...... Sucede que el buen vino que venía de lejos, como todas las buenas mercaderías, no se encontraba siempre y se había convertido en objeto de transacciones entre particulares; el transporte y la distribución eran mucho más rudimentarios que ahora y por tanto el abastecimiento no era constante y homogéneo; no bastaba con tener dinero para poder adquirir bienes de lujo al momento, de ahí que cuando un comerciante anunciaba que tenía bellas telas, o buen vino de importación, se formase una cola a la puerta del establecimiento: unos se surtían así de un producto exótico para su consumo personal, y otros veían la ocasión de revenderlo.
El buen vino y los buenos productos de boca constituían regalos apreciados en razón de su escasez y solían ser, a su vez, objeto de transacción, pues a menudo se recibían en pago de algún servicio en lugar de dinero contante y sonante.... Entrado en los dieciocho, Casanova ha dejado atrás al pequeño licenciado en leyes con achaques de abstemio y se ha convertido en un catador de muscats. Esa bella palabra recorre sus Memorias en toda la escala de sus tonos dorados: muscats de la isla jónica de Cerigo, veneciana del siglo XV, de Samos y Cefalonia; el célebre muscat dulce y denso llamado vino de Chipre, importado directamente a Venecia desde Larnica; el muscat de Lunel de la localidad francesa de Hérault, los moscatos italianos de la isla de Elba y Pantelleria, de color pajizo, dulces y aterciopelados, el moscato espumante de Asti, y los de Frontignan, Lachrima Cristi y Picardan, el de Málaga y el blanco muscadet de Nantes, elaborados todos con uva musk, de granos grandes, dulces y aromáticos, vinos siempre generosos sometidos a una crianza de largos meses, cuyo perfume picante es deudor del perfume del almizcle segregado por el prepucio de algunos cérvidos llamados moscos, de ahí el rosario de apelaciones de la misma raíz, el al misch de los árabes que da almizcle y moscatel en castellano, el muscat y muscadet de los franceses, el moscato de los italianos..., vinos de embriaguez honda y perdurable... de frasco de cristal de roca... vino-joya apto como presente y contrabando...".
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