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sábado,
10 de
junio de
2006 |
La destacada de la semana
La tómbola de la vida
Jamás pensé que una ley que beneficia a alguien pudiese ser rechazada. La ley antitabaco está a favor de los fumadores y no en contra. ¿Pero qué podemos esperar del fumador que por efecto de una droga (nicotina) ha perdido la noción de valores fundamentales? Negar el desastre que produce el tabaco en el organismo es no querer ver la realidad. Tal vez ignoren que las tabacaleras para parar un juicio en EEUU arreglaron pagar voluntariamente algo más de 2.400 millones de dólares para el tratamiento de las víctimas del tabaco. Con cada etiqueta se compra también un numerito de la tómbola de la vida, cuyo premio mayor es un cáncer de pulmón. Pero tiene varios premios consuelo: cáncer de laringe, faringe, vejiga... Pero los premios no terminan aquí, tenemos el envejecimiento prematuro de la piel, problemas de erección, hipertensión y una causa de primer orden para un infarto. Pero esto no asusta al fumador, que en su nebulosa no advierte el daño que produce a sus propios hijos. En EEUU se ha encontrado cantidades apreciable de nicotina en bebés de tan sólo tres meses. Es decir, ya iniciaron desde la cuna el camino para ser adictos. Tanto nos asustamos de la droga hoy, pero queremos ignorar que el cigarrillo es el trampolín ideal para pasar a la marihuana, y de ésta a... Hoy los fumadores se quejan porque no pueden seguir llenando de humo bares y restaurantes sin importarles si el vecino es una persona sana o enferma (alérgicos, asmáticos...), como tampoco les importa el no poder apreciar los matices de un plato bien preparado o de un vino de precio. Y lo más lamentable es que cada uno de los que me está leyendo conoce víctimas de esa tómbola infernal que adquirimos voluntariamente.
Carlos E. Díaz de Azevedo (El Trébol)
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