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sábado,
27 de
mayo de
2006 |
Confirman la condena a banda que secuestró y mutiló a un joven
Una familia le cortó un dedo meñique a Ariel Strajman y se los envió a los padres para exigir más plata como rescate
La Cámara Nacional de Casación Penal confirmó ayer las penas impuestas contra la banda que secuestró y torturó a Ariel Strajman, el joven porteño que en 2002 fue privado de su libertad, maltratado por su condición de judío y mutilado para que su familia pagara un nuevo rescate.
Se confirmaron las condenas de Adrián Sommaruga (a 22 años de prisión), sus hermanos Pablo Sommaruga (16 años) y Diego Sibio (5 años), su padre Alberto (5 años) y su madre María Esther Gottig (6 años).
También se condenó al amigo de Pablo, Osvaldo Keroa (14 años), y al empresario Nicolás Barlaro (3 años, quien ya fue excarcelado).
Mientras tanto, Matías Blum, el joven que fue detenido luego de lo escuchado en el juicio en base a las pruebas que se hallaron en ese proceso en su contra, está detenido y aguarda el juicio oral.
Una historia de terror
Ariel Strajman, de 29 años, fue secuestrado en la noche del 16 de octubre de 2002, cuando llegaba a su casa desde su trabajo. Allí, al menos cuatro hombres lo interceptaron y lo llevaron hasta la casa de Holmberg 1295, de la Capital Federal, propiedad de la familia Sommaruga. Los secuestradores hicieron los primeros llamados a la familia Strajman, instaron a entregar dinero y joyas y hasta levantaron con una moto al padre de la víctima por la puerta de su casa para cobrar 1.000 dólares y las alhajas que habían juntado.
Pero exigieron más dinero y, como elemento de presión, le enviaron el dedo meñique de Ariel que había sido arrancado con una tenaza.
"Después te vamos a cortar en pedacitos, le decían, además de ponerle una cruz esvástica en la frente y de maltratarlo por su condición de judío", se sostuvo durante el juicio. Luego, los secuestradores decidieron trasladarlo hasta una casa de la zona norte del Gran Buenos Aires -propiedad de Barlaro-, porque sentían que la policía estaba tras de ellos a raíz de los entrecruzamientos telefónicos.
Y, asustados, resolvieron abandonar al joven a su suerte dentro de la casa hasta que la División Antisecuestros de la Policía Federal llegó hasta el lugar y lo liberó 48 horas después. (DyN)
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