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domingo,
21 de
mayo de
2006 |
Un altísimo costo en nombre del progreso
Andreas Landwehr
Pekín. - Es quizá la construcción más ambiciosa desde la Gran Muralla. El jefe de la represa, Li Yong'an, lo considera el "proyecto más grandioso del pueblo chino en los últimos mil años". Los críticos, en cambio, ven en él un delirio de grandeza. El dique es el "hijo predilecto" del ex premier Li Peng, que alguna vez estudió en Moscú la construcción de centrales hidroeléctricas y logró imponer el proyecto a pesar de toda resistencia. Cuando finalmente Li Peng se jubiló en 1998, el gigantesco proyecto de construcción ya no podía ser detenido. Sin embargo, su sucesor, Zhu Rongji, dejó en claro que no quería tener nada que ver con ello.
Cuando ayer se celebró la finalización oficial de la megaobra no había ningún alto político de la nueva generación de Pekín a la vista. Sin embargo, la propaganda festejó la realización de la mayor represa del mundo como un hito. Los obreros festejaron con una ceremonia simple y tiraron -como es usual en China- algunos petardos para alejar a los espíritus malignos. Esto será necesario, ya que los defensores del medio ambiente, como la opositora a la represa, Dai Qing, ven hoy día no sólo confirmados sus temores, sino incluso superados.
"La contaminación del medio ambiente es peor de lo que imaginábamos al principio de la construcción", señaló Dai Qing en referencia a la basura, los restos de ciudades y pueblos, las fábricas abandonadas, vertederos, tanques e incluso cementerios que quedaron sumergidos en el reservorio de agua de 660 kilómetros de largo.
Además, el flujo del río ya no es tan veloz. "El agua ya no es potable en la mayoría de las partes, especialmente en las ciudades, según la temporada", explica. Siendo conscientes de ello, los funcionarios se crearon pozos de agua de forma secreta, mientras el pueblo no cuenta con suficiente información. Ya que las rocas sólo son firmes en la represa, pero el fondo es más blando a lo largo del embalse, hubo desprendimientos de tierras.
Para ella, el argumento esgrimido, según el cual el dique podrá evitar terribles inundaciones, no es real. La capacidad es de una décima parte de lo que hubiera sido necesario para detener la última gran inundación, en 1998.
Un millón trescientas mil personas tuvieron que dejar lugar para el embalse y perdieron su hogar. Muchos tuvieron que mudarse más alto en las montañas, perdieron tierras de cultivo fértiles y destruyeron la naturaleza de forma que tuvieron que ser llevados a otros lugares. El dinero para los traslados fue administrado por funcionarios. Las demandas de los afectados según las cuales no fueron indemnizados lo suficiente no se detienen. "La corrupción es evidente", opinó Dai Qing, aunque no es la única. Incluso las autoridades investigaron y cuadros corruptos fueron enjuiciados, uno incluso fue condenado a muerte para intimidar a los demás.
La electricidad tampoco es barata. "La electricidad del Yangtzé es la más cara", señala. Las compañías estatales deben pagar el doble de lo usual por la electricidad de la represa Tres Gargantas.
El contador jefe Yang Ya anunció que los costos oficiales de 180.000 millones de yuan (unos 23.000 millones de dólares) serán recuperados después de diez años de pleno funcionamiento. Expertos extranjeros creen sin embargo que los costos fueron el doble. En realidad, nadie sabe cuán caro fue realmente el proyecto, teniendo en cuenta además lo que costó el traslado de las personas, qué valores quedaron bajo el agua y cuán altos son los daños medioambientales. (DPA)
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