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 sábado, 20 de mayo de 2006  
Educación superior y reclamos sociales
Graciela Riquelme: "La sociedad nos demanda una formación de graduados de alto nivel"
La educadora reflexiona sobre universidad, necesidades productivas y matrícula

Matías Loja / La Capital

La educación superior, tanto universitaria como terciaria, ha sido en los últimos años foco de innumerables debates acerca de su vinculación con el mundo del trabajo, tanto en materia de políticas educativas como en las opciones elegidas por los nuevos estudiantes del nivel superior de la enseñanza.

"No solamente la recomposición del aparato productivo, sino también la recomposición de una sociedad fragmentada, desigual y polarizada, demanda una formación de graduados de alto nivel", explica la investigadora del Conicet y docente de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Graciela Riquelme.

La especialista, autora del libro "Educación Superior, demandas sociales, productivas y mercado de trabajo", estuvo días pasados en la Sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en el marco de la especialización y maestría en política y gestión de la educación superior, perteneciente al Centro de Estudios Interdisciplinarios (CEI) de la UNR, en donde disertó sobre las relaciones entre la educación superior y el mundo del trabajo.

-Algunos estudios indican que la explosión de la educación superior no universitaria obedeció, en parte, a una manera de dar respuesta a las demandas de la diversificación del mercado laboral. ¿Esto fue así?

-No. Creo que esta explosión institucional de la educación superior universitaria, y no universitaria, tanto pública como privada, obedeció a una lógica de expansión de todo este nivel, porque se destrabaron los mecanismos que impedían la creación de estas instituciones. No tuvo que ver estrictamente con una atención a demandas sociales y productivas, ni hubo diagnósticos previos de estudio de éstas. Hubo un proceso de autogeneración de instituciones, muchas veces autogestionadas por poderes políticos locales, o por intereses sociales y comunitarios, que coincidieron con esta desregulación, cuya consecuencia fue una superposición de ofertas públicas y privadas, a la manera de un "mercado de la educación superior" y no un sistema de educación público y privado concertado acorde a las demandas de la sociedad.

-Y este fenómeno de expansión, en relación con los cambios que se han provocado en el mercado de trabajo, ¿ha sido beneficioso?

-Yo estoy hablando de la explosión institucional de la década de los 90, pero este proceso de diversificación ya se había dado antes. De alguna manera, lo que uno puede interpretar es que el retroceso del proceso productivo, la crisis del mercado de trabajo, el aumento del desempleo de los años 90, pusieron en relieve el quiebre de las imágenes de trayectoria de largo plazo para aquellos jóvenes y adultos que logran alcanzar la educación superior. Ese nuevo mercado de instituciones aprovechó esa coyuntura, y la respuesta fueron las carreras cortas, porque se piensan como más viables para el mercado. Sin embargo, y paradójicamente, existía un retroceso de la demanda derivada de vastos sectores de la industria, modernización de los sectores de los servicios privatizados que resolvían sus demandas a veces con contratación de extranjeros, frente a un apogeo de empleos vinculados con lo comercialización de productos importados y el mundo de las finanzas, espacio dinámico por las ventajas que brindaba la Argentina con la ilusión monetaria del uno a uno, y las altas tasas de interés. Por otra parte el propio sistema educativo atravesó un proceso transformación abrupta de la estructura de niveles y ciclos, la transferencia de servicios secundarios y terciarios a las provincias y el dictado de dos críticas leyes de educación, la federal y la de educación superior. Sin hablar aquí de las discutibles orientaciones de estas leyes, la propia reforma educativa, la capacitación docente, los requerimientos de certificados para todos los niveles, más las políticas de incentivos salariales hasta en la propia universidad, fueron uno de los motores de la explosión institucional de la educación superior en su conjunto.


Universidad y producción
"En el caso de la universidad se da un desplazamiento de muchos de los docentes hacia las actividades de posgrado, y un descuido de la actividad de grado, es decir de la formación en las carreras iniciales", comenta Riquelme sobre los cambios producidos en última década en la educación superior, y agrega que "la crisis social y política del 2001 permite recuperar el sentido de la educación pública y el papel de las universidades a través del fortalecimiento de sus tradicionales funciones".

-¿Cuáles serían estas cuestiones?

-La atención de demandas sociales críticas, temas que siempre la universidad atendió, y de formación para la ciencia y la tecnología así como para la heterogeneidad de demandas del aparato productivo, desde los sectores de punta, pero más aún la pequeña, mediana y hasta los sectores de empresas recuperadas.

-¿Hoy la tendencia sería responder a las demandas sociales más que a una respuesta directa a lo que requiere el mercado, que no siempre apuntaron para el mismo lado?

-No, yo creo que coexisten. La educación superior, tanto de las instituciones públicas como privadas, terciarias como universitarias, es sumamente heterogénea. Hay algunas instituciones que responden a demandas del sector de punta del mercado y otras que responden a la realidad de pequeños y medianos empresarios, que es un sector muy clave e importante en una Argentina que vuelva a dinamizarse en términos productivos.

-Claro, pero en la década pasada, el proceso de desindustrialización impactó en las universidades en una baja en la cantidad de ingresantes y becas destinadas a las ingenierías...

-No sólo en la última década , esta tendencia se inició en décadas previas.

-Aunque las estadísticas demuestran que en los últimos años se evidencia un repunte en los ingresantes en las carreras de las ciencias duras...

-La reorientación de la matrícula es una cuestión social , en la que interviene toda la realidad, y resulta clave la comprensión crítica del mundo del trabajo que se desarrolle desde el sistema educativo para incidir en el comportamiento y la orientación de los alumnos. En la medida que la dinámica social va colocando y jerarquizando nuevamente la trasformación productiva y la atención a políticas sociales y educativas, hay una reorientación de los jóvenes hacia carreras que en el largo plazo impactan en la transformación.
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Para la investigadora Graciela Riquelme la explosión de instituciones universitarias y terciarias generó un mercado educativo.

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