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sábado,
13 de
mayo de
2006 |
Crisis regional. Anoche Morales se retractó de sus afirmaciones del día anterior y anunció que hoy se reunirá con Lula
La pelea entre Evo y Brasil pone
en peligro el gasoducto sudamericano
Ambos países dijeron que podrían abandonar el proyecto si la otra parte no cambia de actitud
Viena. - La guerra verbal desatada aquí el jueves por el presidente boliviano Evo Morales contra la petrolera estatal brasileña Petrobras provocó que Brasil amenazara con retirarse del proyectado gasoducto que debe unir Venezuela con los países del Cono Sur, e incluso que Brasilia citara la posibilidad de retirar su embajador en La Paz. A su vez, Bolivia retrucó afirmando que tampoco participará del gasoducto si lo hace Petrobras. El proyecto, una iniciativa del venezolano Hugo Chávez, debería proveer de gas a Brasil y Argentina, principalmente. Ante la escalada, anoche Morales se retractó de sus explosivas declaraciones del jueves, en las que había calificado de "ilegales" y "contrabandistas" a las petroleras Petrobras y Repsol, presentes en Bolivia. Evo adelantó que hoy a la mañana tendrá en esta capital "una importantísima reunión" con Lula.
La participación de Petrobras es esencial para hacer viable el ambicioso proyecto del llamado Gran Gasoducto del Sur, advirtió el canciller brasileño, Celso Amorim. "Si Petrobras no participa del Gasoducto del Sur, no habrá Gasoducto del Sur. Porque ¡Va a tener que dar una vuelta tan grande!", expresó el ministro brasileño con ironía. "Más bien deberá llamarse Gasoducto del Oeste", agregó.
Las declaraciones de Amorim respondieron a las afirmaciones del ministro boliviano de Hidrocarburos, Andrés Soliz Rada, quien supeditó el ingreso de su país al proyectado gasoducto a que las empresas participantes en el proyecto sean exclusivamente estatales. Soliz Rada consideró que "surge un gravísimo problema con Petrobras", ya que está conformada en un 60% por capitales de grupos transnacionales, aunque el Estado brasileño detenta el poder de decisión. Por esto, "el gobierno del presidente Evo Morales no va a dar su autorización para que participemos en ese megaducto", afirmó.
El Gasoducto del Sur -que prevé la construcción de una tubería de cerca de ocho mil kilómetros con una inversión de alrededor de 20 mil millones de dólares- es un proyecto que, según los planes iniciales, entraría en operación en 2017. Chávez y los mandatarios de Brasil, Lula da Silva, y Néstor Kirchner, de Argentina, dieron forma al proyecto, al que luego incorporaron a Bolivia. Este paso se formalizó en la reciente cumbre de Puerto Iguazú. Este encuentro tuvo como objetivo básico atenuar el impacto que provocó Morales con su drástica nacionalización de las petroleras del 1º de mayo, que incluyó la ocupación de plantas y oficinas con soldados.
Pese a ese encuentro, en los últimos días las relaciones entre Bolivia y Brasil se deterioraron, especialmente después que el jueves Morales, desde Viena, descalificara la legalidad de la presencia y del accionar de Petrobras en su país.
Enojo mayúsculo
La molestia brasileña con Evo era ayer mayúscula, porque horas antes de sus beligerantes declaraciones se habían encontrado en la capital boliviana el titular de Petrobras, José Sergio Gabrielli, y el ministro brasileño de Energía, Silas Rondeau, con sus contrapartes locales. "Las conversaciones que nosotros tuvimos en Bolivia en la reunión del ministro de Energía con su homólogo en Bolivia fueron positivas. Y un ministro boliviano incluso dijo que quería más inversiones", afirmó ayer Amorim.
Amorim evocó incluso una posible llamada del embajador en La Paz. "No lo vamos a retirar solamente por lo que se ha dicho, pero si vemos que el diálogo no es posible, vamos a analizar las acciones posibles", advirtió.
Desde las nacionalizaciones del 1º de mayo las relaciones entre Evo y Lula han empeorado de manera visible. En Brasilia ven la influencia de Chávez en la drástica nacionalización de hidrocarburos, que pone en una situación sin salida a las petroleras que invirtieron en los años 90, al tiempo que se abre paso a la venezolana PDVSA.
En un intento tardío de bajar el tono de la confrontación, ayer Morales declaró a la brasileña Agencia Estado que las "negociaciones y el diálogo" en torno a la nacionalización del gas "están siempre abiertos" y anunció para hoy a primera hora "una reunión importantísima" con Lula.
Petrobras no formuló ningún comentario ante las nuevas declaraciones de Morales. "Por ahora, las cosas quedan donde estaban", dijo un portavoz de la empresa. Morales dijo que en la reunión de hoy "con seguridad sentaremos algunas bases para que sigamos aliados como países, como empresas." La cancillería brasileña confirmó que hoy a la mañana ambos presidentes "tomarán un café". Amorim, por su parte, comentó positivamente el reposicionamiento de Morales.
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Celso Amorim sugirió que se podría retirar al embajador en La Paz.
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