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miércoles,
10 de
mayo de
2006 |
Irregularidades en el uso de pañales
y mamaderas en jardines maternales
El Instituto del Alimento relevó la propagación de gérmenes en 100 guarderías infantiles de la ciudad
Pañales que se cambian a la vista de varios chicos y se tiran directamente al tacho, mamaderas que quedan con restos de leche por un buen rato y no se desinfectan. Estos son sólo algunos de los vicios que observaron los profesionales del Instituto del Alimento municipal en jardines de infantes de Rosario. Malos hábitos "también muy frecuentes en el hogar, el lugar donde se produce el 70 por ciento de las contaminaciones con alimentos, y que pueden revertirse fácilmente", explicó el director del ente, Luis Baita, quien junto a un equipo de profesionales realizó en los últimos 9 meses un relevamiento en 100 guarderías de niños, en su mayoría de entre 2 y 4 años, ubicadas en el centro, el sur y norte de la ciudad. "Nos queda buena parte de la zona oeste. Unos cien jardines más, pero ya podemos adelantar algunas conclusiones: comprobamos una adecuada refrigeración de los alimentos, pero dificultades en los procedimientos de descarte de pañales y desinfección de mamaderas; nada que no se pueda revertir con educación, por eso venimos también repartiendo folletería y brindando talleres para docentes", destacó Baita.
El trabajo del Instituto implica un relevamiento epidemiológico (prevención de epidemias) con fines educativos. Y apunta a visitar los jardines maternales y guarderías de todos los distritos de la ciudad con el fin de observar la manipulación de alimentos, agua, hábitos de limpieza y desinfección. Y, en caso, de detectar falencias, modificarlas. "Es que los errores que hemos visto están vinculados con el desconocimiento, no con la negligencia, por eso enfocamos el trabajo al cambio de los malos hábitos", sostuvo Baita.
El bioquímico explicó que hay dos tipos de jardines: aquellos donde se elaboran los alimentos (representan el 10 por ciento) y donde se corren los mayores riesgos, y los que conservan en sus heladeras la comida que llevan los padres en recipientes plásticos (tuppers).
El análisis del agua es para los profesionales del Instituto el primer paso del trabajo de investigación. Es que el 41 por ciento de las instituciones utiliza agua de tanques. Eso obliga a realizar controles y recomendar la limpieza de los depósitos con una frecuencia de seis meses como mínimo.
Luego, la mirada de los inspectores se posa directamente en las cocinas de los jardines. ¿El motivo? Observar cómo se preparan las comidas y mamaderas y cómo se las refrigera. El 95 por ciento de las guarderías presenta niveles correctos de temperatura en sus heladeras: entre 6 y 7 grados y, en general, se cocinan alimentos recomendados por ecónomas y nutricionistas.
"No hay que sobrecargar las heladeras de envases o tuppers porque se impide la circulación del frío. Y algo que es muy importante, todo recipiente debe limpiarse con cepillo antes de guardarse en el refrigerador: también las verduras, huevos, frutas y botellas, no puede ser que algo que está en un depósito sea llevado directamente a enfriar", remarcó Baita.
Además, apuntó que "siempre" hay que colocar los productos crudos en la zona inferior y los cocidos arriba de la heladera; para evitar que algo que gotea pueda perjudicar el producto procesado y se provoque contaminación cruzada, una de las más habituales en el hogar y la industria. "Siempre se cree que la contaminación se da mayormente en bares y restaurantes, pero en el hogar y en las instituciones educativas es muy alto el índice de riesgo", señaló el profesional.
Otro aspecto a tener en cuenta: el freezer. "Se suele sacar el producto congelado y dejarlo para descongelar a temperatura ambiente en la mesada; eso está mal porque en ese período los microorganismos pasan por distintos rangos de temperatura y se multiplican. Hay que colocar la comida en la parte inferior de la heladera, bajo la canilla o en el microondas", recomendó.
El uso del microondas
Según se desprende del trabajo de campo, el 49 por ciento de los jardines utiliza microondas para calentar alimentos (el 29 por ciento hornallas y el resto, horno). Lo importante aquí es saber que el alimento, y también la mamadera, tienen que salir "calientes" del aparato porque los microorganismos crecen entre 40 y 50 grados. "Hay que calentar entre 65 y 70 grados para asegurarse que se elimina cualquier patógeno y luego enfriar bajo el chorro de agua", sostuvo Baita.
Para el profesional hay que volver a la vieja usanza. "Lo mejor es calentar la leche en la lechera hasta que hierva. Si está en la heladera y se preservó la cadena de frío no hay problemas, pero no es bueno que se vuelva a calentar rápidamente un resto de leche o una mamadera que quedó dando vueltas por ahí sin ser tomada", indicó.
También hay que tomar recaudos al momento de limpiar y desinfectar el biberón y las tetinas. El 73 por ciento de las instituciones higieniza las mamaderas sin desinfección. Y una cosa es lavar la mamadera con cepillo y jabón, y otra es desinfectarla, algo que se produce al hervirla. "Lo mejor es hacerlo a baño María", subrayó Baita. Es que, según dijo, el lavado rápido y sin cuidado no arrasa con las incrustaciones de grasa de la leche y el azúcar que suele quedar en el fondo del recipiente o en las tetinas, y que son focos de microorganismos. Por eso lo mejor es hervir y reponer ambas partes como máximo cada dos meses.
Los pañales y el tacho
Sólo en el 27 por ciento de los lugares visitados se realiza correctamente el descarte de los pañales (en lugar exclusivo y con previa envoltura). Es que la mejor forma de prevenir la transmisión de enfermedades es envolviendo el pañal antes de tirarlo al tacho y si el bebé padeciera de diarrea, tener la precaución de envolverlo en doble bolsa antes de desecharlo. "En realidad si un bebé está enfermo con diarrea no es conveniente que vaya a la guardería, pero si eso es inevitable que se tomen recaudos", sugirió Baita.
Para él lo principal es que el jardín tenga un lugar especial destinado al cambio de pañales (sólo lo contempla el 31 por ciento de ellos). No es bueno que se le saque la caca a un bebé cerca de la cocina o mientras el resto de los chicos de la salita anda por ahí. Tampoco que la persona que retira el pañal lo deje apoyado en cualquier parte o se mueva con él antes de tirarlo. "Esto es muy común en los jardines pero también en los hogares. Se deja un pañal sucio en una mesa, en la punta de una cama, en una mesada y no es bueno porque sin darse cuenta uno desparrama materia fecal por todos lados y entre otros riesgos se puede dar el síndrome urémico hemolítico (deficiencia renal aguda por el contagio con alimentos)", disparó el profesional.
Es "muy importante" limpiar el lugar donde se cambia al bebé, "antes, durante y luego de poner y sacar el pañal", añadió. En efecto, se comprobó que sólo en el 44 por ciento de los casos se higieniza el espacio correspondiente, luego del cambiado.
Para tratar estos y otros temas se organizaron talleres con docentes, ecónomas y cocineras de los jardines mientras que se preparan más a futuro. Para mayores datos se puede llamar al Instituto del Alimento, 480-4886/887, o concurrir a sus oficinas en Lima 865.
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El índice de riesgo de contaminación en las instituciones puede ser alto como en los bares.
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