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domingo,
30 de
abril de
2006 |
El ex secretario de Energía dijo que el gobierno no blanquea la crisis del sector
Jorge Lapeña: "Hay un deterioro progresivo en
materia de producción energética"
El ex funcionario dijo que la suba anual de la demanda eléctrica equivale
a siete usinas Sorrento
Patricia Martino / La Capital
Durante el invierno sobrevuela el fantasma de la escasez de energía pero la realidad es que durante los 365 días del año "la Argentina tiene serios problemas energéticos" fruto de "una política errada". Ni la resonada construcción de un gasoducto entre Venezuela, Brasil y la Argentina enmendará la situación porque "una obra de esa magnitud es a largo plazo". Jorge Lapeña, ex secretario de Energía de la Nación durante el gobierno de Raúl Alfonsín, llegó a Rosario para disertar sobre la situación energética nacional en el marco de una charla que formó parte de la celebración por el 10º del Centro de Estudios para la Democracia Social. En diálogo con La Capital, analizó el escenario energético nacional.
-El crecimiento económico demanda mayor consumo energético pero las reservas de petróleo y de gas no aumentan. ¿Cómo se enfrentará esta situación?
-La Argentina afortunadamente está creciendo hace 37 meses y esto se hace con un incremento de la demanda energética. En el caso argentino el gas es la columna vertebral porque participa del 50% de la energía que consumimos. Desgraciadamente en el sector hidrocarburos tenemos una situación declinante. La producción de petróleo desciende desde 1998 y la de gas se plantó o está en retroceso. En petróleo, la Argentina todavía es exportadora pero la mayor demanda externa de derivados, como las naftas y el gasoil, combinada con una producción doméstica decreciente, hace que los saldos exportables cada vez se reduzcan más. En 1999 exportábamos 19 millones de metros cúbicos por año, una cifra muy importante si se tiene en cuenta que el consumo interno está en el orden de los 30 millones de metros cúbicos. Hoy las exportaciones están en el orden de los 7 millones de metros cúbicos.
-¿Cuál es el porcentaje de aumento de la demanda?
-El nivel de crecimiento de la demanda eléctrica y gasífera es de 6%, respectivamente. La demanda máxima a las 21, en hora pico, es de 16 mil megawatts. Un 6% implica mil megawatts por año. Es una gran central. Para tener una idea, Sorrento tiene 160 megawatts. Para sostener el crecimiento de un año se necesitan siete Sorrento. Esto no se hace de la noche a la mañana, una central tarda años en construirse, lo mismo que un gasoducto.
-¿Nos quedaremos sin petróleo y gas?
-El futuro a mediano plazo aparece comprometido. De no revertirse esta situación la Argentina se va a transformar en un país importador de crudo, con todos los males que ello acarrea para los que tengan que comprar porque los precios están en el nivel más alto de toda su historia. Esto es más dramático en el caso del gas, porque no se puede hacer de la noche a la mañana. Para importar gas es necesario hacer acuerdos de largo plazo con países que estén dispuestos a hacerlo. Concretar una importación de gas implica seleccionar proveedores, hacer acuerdos, fijar cantidades y precios y, fundamentalmente, construir obras de infraestructura para poder realizar esa importación mediante gasoductos.
-Venezuela, Brasil y Argentina pondrían en marcha un proyecto para construir un gasoducto. ¿Esto sería una solución de fondo?
-Esto no está definido. Se reunieron los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela y hablaron en forma entusiasta de hacer un gasoducto pero se trata de una obra de escala continental, de altísimos costos y que todavía no está maduro como proyecto. En el mejor de los casos, su viabilidad no va a ser en forma inmediata. Y la Argentina tiene problemas en lo inmediato. Las obras de infraestructura multinacionales y de altos costos en esta región de América han tardado muchísimo. Tenemos como ejemplo Yaciretá. Las ideas de Yaciretá son de 1919, la obra comenzó a concretarse en los papeles en 1973, cuando se firmó el tratado con Paraguay, comenzó a ejecutar en 1983 y todavía no se terminó. No digo que se va a repetir exactamente lo mismo pero tenemos que pensar que se trata de una obra que va a unir los yacimientos de Venezuela con cinco países y que tiene muchos problemas que deben ser resueltos previamente. No descarto el proyecto pero en el supuesto caso de que sea viable no nos va a resolver los problemas que tenemos.
-¿Cuál va a ser la situación para el invierno, teniendo en cuenta que durante este período hay mayor demanda de energía?
-Durante este invierno pasará lo mismo que el año pasado. El gobierno va a tener que arbitrar para satisfacer el consumo. No se va a poder satisfacer la demanda argentina y de exportación. El año pasado se le cortó el gas a Chile, esto se va a profundizar. Se va a incrementar la importación de petróleo de Venezuela para abastecer las centrales eléctricas, y seguiremos importando gas de Bolivia.
-¿Cómo se verá afectado el sector industrial?
-Las industrias posiblemente afronten un suministro con restricciones. Este año va a ser igual que el anterior, pero con características más acentuadas. El panorama no es de catástrofe pero es de complejidad creciente. Lo mismo en el sistema eléctrico. Hay un deterioro progresivo de la forma en que la demanda es satisfecha. Venimos de más de una década de tener políticas energéticas erróneas, durante la cual privatizaron totalmente las empresas estatales, el Estado se retiró de un rol indelegable y esto trajo aparejado una situación no deseada como la que vivimos.
-¿Qué pueden hacer las empresas para sobrellevar mejor la situación?
-Tratar de jugar con las programaciones de la producción, tener combustibles alternativos aquellas que tenga la capacidad de poder utilizarlo, como derivados del petróleo o gas licuado. Como el fenómeno no es nuevo, cada empresa sabe qué estrategia utilizar. Este fenómeno está perfectamente diagnosticado.
-El gobierno utiliza todos los medios para que el usuario residencial no sufra aumentos en las tarifas ni de gas ni de luz. ¿Esta situación es sostenible en el tiempo?
-El gobierno parece tener un temor a blanquear que la situación energética es cada vez más precaria y se se resiste a admitirlo, así como también a que va haber correcciones en los contratos que van a derivar en correcciones tarifarias. Se resiste a abordar este tema, a hablarle al consumidor. El discurso gubernamental es: "No se cortó la luz, por lo tanto está todo bien". Y eso no se sostiene técnicamente. La otra posibilidad es que no lleguen a comprender el alcance del problema.
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El ex funcionario dijo que los problemas energéticos son fruto de una "política errada".
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