|
sábado,
29 de
abril de
2006 |
La ONU enfrenta el desafío nuclear iraní con discrepancias
Falta de consenso en el Consejo de Seguridad sobre las eventuales sanciones al régimen islámico
Christoph Driessen
Nueva York. - El frío soplo de la impotencia azota las Naciones Unidas. Irán se ha opuesto abiertamente a la organización multinacional y ha rechazado de forma abrupta todas las exigencias de su máximo órgano de decisión, el Consejo de Seguridad para que detenga su programa nuclear. Sin embargo, no parece que la muy citada comunidad internacional reaccione de forma rápida y unida a la provocación del régimen de Teherán. Ayer concluyeron las cuatro semanas que se dieron a Irán para que suspendiera su programa de enriquecimiento de uranio y ya entre los diplomáticos occidentales existe el temor de aparecer como aquellos gobernantes burgueses de los que Adolf Hitler se burlaba en los años 30 por lanzar amenazas pero que en el momento decisivo siempre acababan cediendo.
La Agencia Internacional de Energía Atómica (Aiea) entregó ayer un informe al secretario general de la ONU, Kofy Annan, señalando que Irán ignoró las peticiones internacionales para que detenga su programa de enriquecimiento de combustible nuclear, y por el contrario ha acelerado el programa.
Las Naciones Unidas -una denominación que inventó el ex presidente estadounidense Franklyn D. Roosevelt- también se encuentra bajo presión de la fracasada política del apaciguamiento.
Sanciones militares
Con determinación el mundo debe hacer frente a aquellos "que pongan en peligro la paz y la seguridad", defiende la ONU, pero sobre la base del derecho internacional. Sus críticos siempre aseguraron que se trataba de "un hermoso sueño". Y ahora tienen oportunidad de hablar de ello.
Las posiciones de los cinco países miembros permanentes del Consejo de Seguridad están muy distanciadas. EEUU apoya junto con Gran Bretaña y Francia una resolución en base al capítulo VII de la carta de Naciones Unidas. El mencionado capítulo se saca a colación cuando se quieren imponer sanciones y algo más, ya que en el texto se habla de "sanciones militares para preservar o restablecer la paz mundial" y en concreto se mencionan las "fuerzas armadas de tierra, mar y aire".
A chinos y rusos, esto les recuerda mucho a la fase previa a la guerra de Irak. Por ello el embajador chino ante la ONU y actual presidente del Consejo de Seguridad, Wang Guangya, dijo hace unos días que la crisis sólo se puede solucionar por la vía diplomática. "Toda resolución sobre la base del capítulo VII sería perjudicial para ese objetivo", remarcó.
El tosco embajador estadounidense ante la ONU, John Bolton, que conoce a Guangya desde hace años, subraya en toda ocasión posible que en un principio él tampoco quiere amenazar con sanciones, pero que se trata sólo de dotar de legalidad internacional las exigencias no vinculantes del Consejo. Sin embargo, Rusia y China no quieren ni oír hablar del capítulo VII.
Por ahora, como solución de compromiso sólo se perfila una resolución en la que no se acuse a Irán de poner en peligro la paz mundial sino que sencillamente se le repita con otras palabras lo que el Consejo de Seguridad ya dijo hace cuatro semanas: Irán debe detener el plan atómico.
Los estadounidenses, y no sólo ellos, dudan de que ello vaya a impresionar de forma alguna al presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, quien ya a dicho que "cortará las manos" a sus enemigos y que quiere ver como "se hunden" sus críticos presos de su cólera.
Por ello, Bolton quiere más y el miércoles próximo se negociará en el Consejo de Seguridad a puerta cerrada por primera vez. En algún momento Irán tendrá que escuchar a la ONU y es sólo una cuestión de semanas. (DPA)
enviar nota por e-mail
|
|
Fotos
|
|
Fanáticos iraníes expresan su repudio a la comunidad internacional.
|
|
|