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miércoles,
26 de
abril de
2006 |
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Charlas en el
Café
del Bajo
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-Los accidentes de tránsito y los heridos y muertos que se producen en virtud de ellos pasan los límites de lo aceptable, Candi. La última noticia que nos conmovió es ese choque de una combi contra un camión en el que perdieron la vida diez personas, todas pertenecientes a dos familias. Se han salvado algunos chicos, hijos de fallecidos, a quienes, ¡pobres!, les resultará muy difícil, si viven, remontaran tremenda tragedia. Todos los días, mi amigo, la prensa nos informa de nuevos accidentes y ello sin contar aquellos que no son informados por diversas razones.
-¿A qué se debe tantos hechos lamentables en materia de tránsito?
-Yo creo que a varias razones: excesiva velocidad, inobservancia de las normas, malas condiciones de los vehículos, imprudencia, insensatez y descuido de quienes van al volante. Hay un excesivo y moderno parque automotor para rutas y calles obsoletas, etcétera. De todos modos, yo siempre voy a decir que hay personas a quienes por una razón u otra debería impedírseles que conduzcan. En este país cualquiera tiene una licencia para conducir.
-Sí, es así.
-Párese usted durante media hora en cualquier esquina céntrica o semicéntrica de la ciudad o en la vereda de cualquier avenida de un barrio y después me cuenta. Hay quienes no sólo merecen una multa y que se les remita el vehículo al corralón, sino medidas más severas.
-¿Le parece?
-No tengo dudas. Hay lugares donde el peatón, por ejemplo, lisa y llanamente no puede ejercer el derecho que le corresponde. Si quiere cruzar corre el riesgo de que lo atropellen. Para hacerlo, debe esperar a que los automóviles estén lo suficientemente lejos. ¡Y cuidado!, a veces bien lejos, porque como algunos andan a velocidades no permitidas para el casco urbano si alguien cruza y no calcula bien tiene un paragolpes amenazándole sus rodillas. Cruzar una calle hoy en esta ciudad es toda una aventura. ¿Y esto por qué? Porque se ha perdido el respeto no sólo por las normas de tránsito, sino por el ser humano. Yo he visto automovilistas que doblan en una esquina y porque deben detenerse al estar cruzando una señora mayor, le tira el auto encima y cuando pasa le grita: "Apurate, vieja de m.....".
-Es frecuente.
-Bueno, ¿y qué se hace con esas personas?
-¿Qué haría usted?
-Yo lo curo enseguida: fuerte multa e incautación del vehículo por varios días. Si reincide lo incauto a él en una comisaría y lo obligo primero a asistir a clases especializadas y terapia. Y después, con una campera que diga: "En procura de reinserción social", lo pongo junto a un inspector a ayudar a cruzar a peatones durante una semana, para que aprenda.
-Ja, ja, ja, ja.
-¿Se ríe? Bueno, créame que a ciertas personas las palabras le entran por un oído y salen por otro, sólo entienden el rigor. ¡Ojo! Un rigor no desmedido, sólo lo suficiente para que reflexionen.
-Algunos no aprenden nunca.
-Entonces hay que retirarles la licencia de conducir de por vida. ¡¿Cómo es posible que un mocoso en un automóvil (y digo mocoso para calificar a un joven estúpido e insensato), como sucedió el domingo pasado, se canse de pasar semáforos en rojo por calle Paraguay entre San Luis y Mendoza?! Pasó, sin importarle absolutamente nada, todos los semáforos en rojo. Lamentablemente, no pude tomar el número de la patente para que al menos el padre, si tiene y le interesa, ponga un poco de límites a semejantes actitudes. Está en juego la vida de las personas.
-Me parece bien que la Municipalidad esté colocando semáforos en algunas esquinas.
-Sí, vi que están por comenzar a funcionar semáforos en Entre Ríos y 3 de Febrero y otras esquinas. Es una buena medida. Seguramente debe ser caro la colocación de estos artefactos, pero creo que un programa de instalación de estas señales es necesario. Seguimos mañana.
Candi II |
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Instantáneas del Nunca Más
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