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miércoles,
12 de
abril de
2006 |
Dime en qué barrio
vives y te diré...
La cuestión del casino que se instalará en la zona sur de Rosario (bulevar Oroño y avenida Circunvalación) ha hecho resurgir un problema no menor que arrastra nuestra ciudad desde hace mucho tiempo, que es preocupante y aún no ha podido resolverse: la discriminación según el barrio donde se viva. A partir de la definición del preciso lugar de emplazamiento de la referida obra han comenzado nuevamente a escucharse voces que en el fondo son despectivas hacia los vecinos que habitan el sur de Rosario. La zona llamada genéricamente barrio Las Flores abarca en realidad unos cuatro barrios diferenciados, a saber: Las Flores (en el ángulo formado entre autopista y Circunvalación hacia el sureste); Las Flores Este (en el ángulo formado entre Circunvalación y España al noreste); 17 de Agosto (en el ángulo formado entre España y Batlle y Ordóñez al sudoeste); y La Granada (en el ángulo formado entre Circunvalación y Moreno hacia el noreste). Mayoritariamente están conformados por viviendas regulares del Servicio Público Municipal y algunas de la respectiva Dirección Provincial, y habitadas por gente trabajadora. Así resulta que los barrios más nombrados son precisamente los más alejados, y otras vecinales son las más cercanas. Aquéllos estarían detrás del casino proyectado, en cambio éste miraría más bien hacia la sencilla zona residencial de Batlle y Ordóñez al norte y bulevar Oroño al oeste. Conocí en forma concreta al barrio Las Flores a fines de diciembre de 1989 cuando llegué a la entonces Guardería Municipal Nº3 (hoy Centro Crecer). En ese preciso momento comprendí que para saber hay que conocer. Llegaba cargada de los prejuicios que me habían dejado las imágenes mundialmente difundidas de los saqueos de ese año en el supermercado cooperativo que estaba en Caña de Ambar y España (donde hoy funcionan el Crecer Nº7 y el Centro de Salud Pocho Lepratti). Quedé sorprendida por el valor de las personas e instituciones sociales, educativas y religiosas que encontré allí, y desde aquel día hasta hoy se renuevan cotidianamente mi cariño y compromiso con ellas. Me mueve a esta reflexión el hecho de que una vez más a través de importantes medios y comunicadores sociales se han vertido algunas expresiones al respecto sin adquirir la conciencia de que los vecinos que escuchan, leen y miran esas mismas noticias son los involucrados y se sienten moralmente lesionados. Sólo espero que finalmente esto se logre comprender alguna vez y que nunca más la discriminación injusta sobrevuele nuestras palabras.
María Inés Jasienovics
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