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 miércoles, 29 de marzo de 2006  
Abuso sexual en la infancia: hablar puede curar las heridas
La psicóloga Bettina Clavi asegura que aún frente a un hecho tan traumático es posible mejorar la calidad de vida si se busca ayuda

Florencia O'Keeffe / La Capital

Silencio, negación, vergüenza, culpa... A pesar del esfuerzo por hacerlos desaparecer, algunos secretos arrastrados a lo largo de los años lejos de esfumarse se presentan, cada vez, con más intensidad, y perturban la vida. El pasado tiene su peso, y cuando guarda hechos conmocionantes y desestabilizantes como el abuso sexual el presente se torna difícil y hasta insoportable si no se busca ayuda.

¿Cómo es posible cargar durante décadas con tanta angustia? ¿Se puede hacer algo en el presente para aliviar el dolor intenso de algo que sucedió en contra de la propia voluntad cuando recién se comenzaba a vivir? Los adultos, mujeres y hombres, que fueron abusados sexualmente en su infancia no son pocos, pero la mayoría se niega a hablar de ello soportando en el presente una serie de consecuencias físicas y psíquicas. Infecciones urinarias a repetición, jaquecas, colon irritable, alergias, dermatitis, trastornos del sueño, pesadillas, desinterés sexual, falta de concentración, dificultades en el estudio, son problemas que suelen aparecen con frecuencia en adultos que cuando niños sufrieron tamaño ultraje y nunca hablaron sobre el tema.

¿Hay salida? "El solo hecho de compartir ese secreto tan guardado con otro provoca cierto alivio y, sin dudas, poder trabajarlo en el marco de una terapia genera mejoras sustanciales en la calidad de vida", afirma Bettina Calvi, psicóloga e investigadora de la Universidad Nacional de Rosario y autora del libro "Abuso sexual en la infancia; efectos psíquicos".

"Es importante que una persona que padeció esto, que calló durante tanto tiempo, pueda pedir ayuda, que sepa que no necesita cargar con esto en soledad", enfatiza.

La profesional aborda en el libro -publicado en el 2005- las consecuencias físicas y psicológicas de quienes fueron víctimas de abuso con el fin de brindar información sobre el tema y hacer un aporte más a la visualización de una problemática que sigue siendo tabú, a pesar de los avances en materia de prevención, denuncia y tratamiento.

Aunque hoy se habla más y en profundidad sobre el abuso sexual en los niños se sabe que los casos que llegan a la Justicia son un mínimo porcentaje; "que el seno del hogar puede ser el lugar más peligroso para una niña; que no sólo las niñas son las víctimas elegidas; que casi siempre el agresor es el padre, el padrastro, el maestro, el vecino, el tío, el hermano, o alguna figura familiar...", según relata Juan Carlos Volnovich en el prólogo del libro escrito por Calvi.


De qué se trata
El abuso sexual abarca todo acto durante el cual un adulto toma a un niño o niña como objeto para obtener placer sexual. "Cuando nos referimos a un adulto también incluimos a cualquier otra persona que tenga una diferencia de edad considerable con la víctima, aunque no sea mayor de edad", explica Calvi, quien también destaca que el abuso no es necesariamente la consumación del acto sexual pleno sino que se incluyen en ese concepto las acciones abusivas como el manoseo, el acoso o las fotografías inapropiadas.

Cuando un niño o adolescente es abusado por un adulto, esa "intromisión" irrumpe sobre la subjetividad provocando "fuertes conmociones que se instalan a modo de un trauma acumulativo", dice la autora, quien aclara que la gravedad de las secuelas se intensifican en la medida de lo temprano que acontece el hecho en la vida de una criatura y que esas "marcas" se profundizan si el abuso permaneció en el tiempo, lo que suele darse cuando el abusador es un familiar directo. "En este aspecto hay que ser categórico porque cuando el victimario es el padre ya no hablamos sólo de abuso sino de incesto", aclara.


El cuerpo grita
Marina tiene 23 años y una hija de 4. El padre de la nena fue su primer novio. Mantenía con él una relación indefinida desde hacía bastante tiempo. Ella no sabía si amaba a ese hombre, estaba confundida. Poco antes de la consulta sufrió un accidente en la calle donde fue atropellada por un auto. A la vez, se le presentaron una serie de trastornos en el cuerpo que se repetían: manifestaciones alérgicas en forma repentina y cuadros febriles sin causa orgánica, entre otros (...). Su padrastro había abusado de ella desde los 12 años y durante dos años. Cuando Marina cuenta el abuso padecido -respaldada por su novio que conocía la situación- la familia entera lo niega, culpándola, incluso, de ser provocativa con el abusador.

"En esta paciente, lo que fue negado por su entorno terminó siendo silenciado por ella misma; un silenciamiento que no pudo ser absoluto porque el cuerpo hablaba por sí mismo", explica Calvi, en relación a uno de los casos que cuenta en el libro y que sirven para ejemplificar una realidad sufrida por muchas mujeres (ya que el sexo femenino es en su gran mayoría el destinatario de los abusos sexuales).

El silencio suele ser el camino elegido inconsciente o deliberadamente por las víctimas de abuso en la infancia. Calvi puntualiza que la culpa y la vergüenza suelen ser sentimientos muy frecuentes en estas personas. "He comprobado en las consultas que hay mujeres que callaron por 20 ó 30 años, que armaron una especie de cápsula en relación al hecho y optaron por negarlo porque en el fondo se sentían responsables, pero tarde o temprano las secuelas aparecen", manifiesta la autora quien hace hincapié en la importancia de que el abusado sepa que esos actos sucedieron contra su voluntad, aunque el abusador y en algunos casos la familia o la sociedad les hayan hecho creer otra cosa.

También destaca que en la mayoría de los casos las víctimas ya adultas no llegan a la consulta psicológica por el abuso en sí sino que buscan ayuda por otros problemas y es en el marco del trabajo profesional donde aflora la raíz de sus padecimientos actuales.

"Cuando algo del pasado perturba es necesario buscar ayuda. Lleva tiempo y no es un camino sencillo, pero es posible convivir con esto de otra manera, sin tanta angustia", afirma Calvi.
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"No se puede cargar con esto en soledad", dijo Calvi.

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