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 miércoles, 29 de marzo de 2006  
Una visita sorprendente. El músico vino a Rosario a conocer a sus primos
Joe Lovano: "Si podés expresarte con el alma en el jazz no existe lo negro ni lo blanco"
El gran saxofonista norteamericano, uno de los mejores del mundo, cerró un festival en Buenos Aires

José L. Cavazza / La Capital



Los jazzmen rosarinos no lo van a creer. El saxofonista norteamericano Joe Lovano estuvo en Rosario visitando a sus primos Ema y Héctor Dottore en barrio Triángulo. El trompetista porteño Gustavo Bergalli fue quien se puso a rastrear a los parientes rosarinos del músico nacido en Cleveland hace 54 años, y luego de tocar juntos en el Festival Internacional de Jazz de Buenos Aires, se subieron a un automóvil y llegaron a Rosario.

Lovano es uno de los saxofonistas más importantes del jazz actual, junto a verdaderos pesos pesados como Michael Brecker, Steve Coleman, Charles Lloyd y el eterno Sonny Rollins. El corpulento músico, confesó en una charla con La Capital durante su visita a la casa de Cerrito al 3000, que deseaba conocer a sus primos. Afectuoso, Lovano no dejaba de abrazar a su prima Ema, quien hasta entonces apenas sabía que tenía un primo músico viviendo en Nueva York.

Después, entre brindis con gaseosas y sandwiches de miga, Lovano empezó a contar su historia.

-En la relación con la música, ¿tuvo mucho que ver tu familia?

-Todo. Mi padre Tony "Big T" Lovano fue un gran saxofonista de bebop, y yo crecí a su lado en Los Angeles. El instrumento tenía un hermoso y gran sonido, y cuando mi padre lo tocaba vibraba la casa entera. Y como yo era muy chico aquel sonido me impresionaba. También sentí que podía empezar a tocar. Eramos una familia de músicos, el tío Nick y mi padre tocaban el saxo tenor, y el tío Carl tocaba la trompeta. Mi abuelo, que había nacido en Sicilia, tocaba el clarinete y el saxofón, comenzando así esta tradición en la familia. Mi abuela materna fue a Cleveland y su hermana, es decir la abuela de Ema, vino para la Argentina. Por eso, para mí este es un momento muy especial, ya que en mi primer viaje a este país me encuentro con mis primos rosarinos. Es muy emocionante estar aquí.

-Te iniciaste en el jazz en los 70 formando parte de grandes orquestas como la de Woody Herman. ¿Cómo recordás aquellos tiempos?

-Empecé con Herman en 1976, cuando yo tenía 23 años. Fue importante porque tuve mi primera gira. Durante dos años y medio toqué por todo Estados Unidos y viajamos por Europa. Aquello fue durante el 40 aniversario de Woody Herman como director de orquesta. En medio de tantas actuaciones tuve la posibilidad de conocer a gente como Stan Getz o Jimmy Giuffre, que eran mis ídolos. Empecé a tocar en los clubes donde mi padre había tocado en comienzos de los 50.

-¿John Coltrane sigue siendo una pasión para los saxofonistas tenores de tu generación?

-Sí, obviamente. También Sonny Rollins, que junto a Coltrane son mis mayores influencias. Además de Charlie Parker. Nos inspirábamos en todos ellos.

-¿Es posible encontrar un sonido propio después de un Coltrane, un Lester Young o el mismo Charlie Parker?

-En mi caso, sobre todo Coltrane, fue una inspiración. Creo que al ser influenciado por alguien tan fuerte me ayudó a descubrir quién era yo. No es menos cierto de que cada uno tenemos nuestra propia historia. Yo tuve la oportunidad de tocar con músicos que tocaron con Coltrane, como Elvin Jones o Mark Turner.

-¿Ser un saxofonista blanco de jazz en Estados Unidos significa culturalmente algo distinto a ser un jazzman negro?

-Todas las voces habladas es algo particular de cada persona. Lo mismo sucede con el saxo, y puede ser que haya diferencias culturales y hasta naturales para tocar el instrumento, pero si podés ser expresivo con tu alma no existe el blanco ni el negro.

-¿El jazz dejó de ser patrimonio exclusivo de la cultura norteamericana?

-Tal vez, pero yo prefiero vivir en el mundo de la música. La música folclórica, del Lejano Oeste, de Sudamérica, Asia, Norteamérica, el sentimiento del blues, la conciencia del blues y del mundo musical... toda esta combinación es jazz. El jazz no es sólo un beat, un compás, es la combinación de todo. Yo trato de desarrollar una forma de acercamiento a otras músicas. Lo que estamos presentando en Argentina está influenciado por el tango, porque estamos haciendo una mezcla de tango y jazz. El blues, las bagualas, las experiencias mías, las de Gustavo (Bergalli), las de Pablo (Mainetti) con su bandoneón, todo confluye hacia una música que al surgir se transforma en única. Esto es producto de una propuesta que le hice hace doce años a Gustavo, en medio de una gira que compartimos por Suecia: venir a la Argentina a tocar jazz con una sección rítmica de tango. Ojalá podamos tocar alguna vez en Rosario, que es la ciudad de mis primos argentinos.

-¿Está por venir el mejor Joe Lovano?

-¡Oh, sí! Recién estoy empezando.
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El gran Joe Lovano, de Nueva York a barrio Triángulo.

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