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miércoles,
29 de
marzo de
2006 |
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Charlas en el Café del Bajo
-Desgraciadamente, y como venimos proclamando en estas columnas con énfasis en los últimos días, cada vez hay más desprecio por la vida; la vida en todas sus formas. Se hiere o se mata locamente a una persona, tanto como se hiere o se mata un sueño o una esperanza. Y esto último, señores, es también un atentado terrorista contra la sagrada vida. Una de las chicas organizadoras de la Marcha por la Vida que organizó la ONG PorVenir y que se realizó el sábado pasado me ha remitido una carta. Yo quiero, Inocencio que usted la reproduzca, porque tiene conceptos muy profundos. Creo que deberíamos reparar en ellos todos aquellos que deseamos un mundo mejor, todos los que estamos necesitando un gran cambio para que el hombre sea llevado al lugar que por su dignidad le corresponde.
-"No se imagina lo contenta que estoy con la marcha. Hay muchas cosas que pulir y mejorar, pero hay tanto de positivo en esto. A la ONG le hizo muy bien, los chicos están exultantes. Yo personalmente confirmé una verdad que ya conocía pero que a veces olvido, el bien es por sí mismo difusivo: aporta bien y sacarás más bien". ¿Sabe cuántas personas se pusieron a trabajar por ver a PorVenir tan activo? ¿Cuántas personas se plantearon hacer algo más por el solo hecho de enterarse de que existía un grupo de inexpertos que querían llegar a los medios, a la política y a la formación de los jóvenes? Emocionante de verdad. Yo suspiro con cada novedad que llega de la ONG. Es verdad que soy un tanto sensible a este tipo de cosas, pero creo que más allá de mi percepción personal es algo objetivo: es realmente conmovedor ver este compromiso por una causa tan noble; me conmueve ver que tantos jóvenes se interesan por esto y que están dispuestos a ser generosos con su tiempo. Cuando estaba en la marcha pensé mucho en el compromiso. Me preguntaba el papel que jugaba en torno a la defensa de la vida -desde la concepción hasta la muerte natural- cada uno de los que allí estaban esa mañana. Miraba a los chiquitos, gracias a Dios había bastantes, desde bebitos a más grandecitos. Me respondía para mis adentros: ellos son un testimonio tan claro, en ellos se ve todo el futuro, todo el valor y todas las posibilidades que hay detrás de cada vida. Verlos tan inocentes y tan necesitados de los otros me recordaba lo indefenso de un niño no nacido pero ya concebido. Después miraba a los adolescentes, esas características tan marcadas que los definen. Son contestarios, necesitan rebelarse por alguna causa, son inestables e inconstantes, pero sensibles y deseosos de lealtad y coherencia. ¡Qué gran papel pueden jugar en la construcción de una nueva cultura de la vida! ¡Cuánta energía bien aprovechada podemos pedirles que libremente empleen por esta causa! La juventud, ¡qué edad de oro! Aquí ya van madurando los ideales, acá vienen quizás por primera vez las preguntas más determinantes. ¿Por qué razones vale la pena luchar? ¿Qué sentido tiene mi vida concreta? ¿Para qué estoy acá? ¿Hacia dónde voy? ¿Elegimos una vida más cómoda y más fácil o nos comprometemos como parte del todo entendiendo que la humanidad no va por un lado y nosotros por el otro?".
-Esta última parte de la carta me parece decisiva, fundamental. Primero: cuando esta joven dice: juventud, ¡qué edad de oro! Se refiere a la juventud física, la de los años y a la juventud espiritual que no sabe de tiempo. Tal vez inconscientemente, sin reparar demasiado, ella lo afirma luego cuando añade: "Aquí van madurando (encomilla la palabra madurando) los ideales". Por eso las preguntas que se formula después son para todos los jóvenes no importan las edades, si 22 o 75. Preguntas tremendas por su profundidad: ¿Por qué razones vale la pena luchar? ¿Qué sentido tiene mi vida concreta? ¿Para qué estoy acá? ¿Para dónde voy? Y cuál es la respuesta que se da esta joven, pues la misma que nos hemos dado nosotros aquí siempre: procurar, al menos procurar con fuerza, comenzar a servir. Siga, Inocencio.
-Dice la chica: "Es un tiempo muy propicio para dar, para darse" y refiriéndose a los adultos que participaron en la marcha, añade: "De alguna forma ellos nos han precedido en esta cruzada por la vida humana, que no es más que una siembra en busca del bien del hombre".
-Bueno, hasta mañana, si Dios quiere.
Candi II
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"Rechazamos el Nunca Más y por eso seguimos insistiendo que aquí no hubo dos demonios sino uno solo, el terrorismo de Estado".
Hebe de Bonafini
Presidenta de Madres de Plaza de Mayo
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Instantáneas del Nunca Más
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