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 domingo, 19 de marzo de 2006  
El golpe. Adelanto del libro "Estudios de historia económica argentina"
La redistribución del ingreso, al revés

Eduardo Basualdo (*)

La dictadura militar comenzó con un planteo económico que respondía a las tradicionales políticas de estabilización implementadas durante la segunda etapa de sustitución de importaciones. Ante una aguda crisis del sector externo, provocada en buena medida por la negativa del FMI a negociar un acuerdo con el anterior gobierno constitucional, y por las acentuadas presiones inflacionarias, se implementó una fuerte devaluación del peso que provocó una aguda modificación de los precios relativos en favor de la oligarquía pampeana y en detrimento de los asalariados.

Tanto los exportadores de bienes salario como los productores agropecuarios -especialmente grandes terratenientes pampeanos- se beneficiaron no sólo por la devaluación del peso, que superó el 80%, sino que adicionalmente se redujeron las retenciones agropecuarias a la mitad.

En este sentido, los diferentes estudios realizados sobre la época señalan la notable influencia que ejerció el deterioro del salario real en la regresividad distributiva y cómo para lograrlo, la dictadura militar -además del contexto represivo- liberó los precios y congeló los salarios, disolvió la CGT, suprimió las actividades gremiales y el derecho de huelga, eliminó las convenciones colectivas de trabajo, etcétera.

De esta manera, se consumó una disminución en la participación de los asalariados en el PBI sin antecedentes desde la irrupción del peronismo en adelante.

Los asalariados perdieron el equivalente a 13 puntos porcentuales del PBI en circunstancias en que éste último permaneció prácticamente constante. Más aún, en 1977 se profundizó la distribución regresiva del ingreso, a pesar de que el PBI se había incrementado, disminuyendo 25% la participación de los asalariados en el PBI.

Desde la perspectiva de algunos autores, no ocurre lo mismo con la desocupación. Presuntamente, se habría mantenido el cuasi pleno empleo, porque los dictadores habrían impedido la implementación de políticas que implicaran la expulsión de mano de obra.

La primera aproximación indica que la tasa de desocupación, luego de un incremento en mayo de 1976, tendió a disminuir. Dejando de lado las oscilaciones, a lo largo de la serie los valores son reducidos(...) Sin embargo, si se observa la evolución de esa misma desocupación pero considerando la tasa de actividad vigente en mayo de 1975 como fija, se comprueba un aumento a lo largo de la serie, así como alteraciones en su comportamiento en los primeros años de la dictadura militar.

Se hace evidente que la desocupación aumentó ininterrumpidamente a lo largo de 1976 llegando, en octubre de ese año, prácticamente a duplicar el registro del mismo mes del año anterior (7,5% contra 3,8% el año anterior)...


Un índice engañoso
La evolución de la desocupación tendió a oscurecer la verdadera magnitud de la expulsión de mano de obra porque no se computó a los trabajadores que abandonaban la búsqueda de empleo a pesar de estar desocupados, lo que generó una disminución de la Población Económicamente Activa (PEA). El principal motivo para ello fue la acentuada reducción de los salarios, a la que se le agregaron las escasas oportunidades de trabajo y el elevado costo relativo que implicaba su búsqueda.

En síntesis, si bien el principal factor que generó la reversión de la distribución del ingreso fue la reducción del salario real, el papel que cumplió la desocupación en el deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores fue significativo, lo que se puede verificar cuando se indaga el conjunto de los fenómenos que lo caracterizan. Por lo tanto, en la realidad no parecen haber jugado razones tácticas para aislar a las organizaciones populares de su base social y menos aún razones ideológicas, en tanto la nueva doctrina represiva dejó atrás la concepción del desarrollo como uno de los factores clave para superar las contradicciones sociales.

(*) Economista, doctor en Historia de la UBA


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