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sábado,
18 de
marzo de
2006 |
Editorial
Una ciudad planificada
La implementación de un plan de urbanización de 200 hectáreas a la vera del arroyo Ludueña, diseñado por el municipio y cuya inversión será totalmente privada, es una señal clara de que Rosario está asumiendo el desafío de planificar su crecimiento. Una ciudad bien proyectada significa mejor calidad de vida para sus habitantes.
A fin de evitar un crecimiento espontáneo, desordenado y caótico como sufren muchas ciudades de Latinoamérica, Rosario necesita planificar su futuro urbanístico para que sus habitantes tengan calidad de vida, cuenten con un ambiente saludable, aire limpio, espacios verdes, infraestructura, servicios básicos y áreas de recreación. Pero, ¿cómo se puede asegurar que la expansión de la ciudad sea un proceso ordenado cuando su crecimiento, por momentos, parece tan extendido y veloz? Proyectando, pensando lo urbano como la construcción de la ciudad consensuada y deseada por todos.
Por ello, es saludable la implementación del Plan Especial Parque Habitacional Ludueña, una iniciativa inmobiliaria de inversiones privadas, pero diseñada por el municipio.
El proyecto, que implica la urbanización de casi 200 hectáreas a la vera del arroyo Ludueña en el sector norte de la autopista Rosario-Córdoba (representan una 187 nuevas manzanas urbanizadas), es una experiencia piloto para la Municipalidad. Con un plazo de obra de cinco años, el emprendimiento contempla construir barrios cerrados, parques públicos, calles y complejos de viviendas para sectores medios y de escasos recursos.
Toda la inversión, calculada en 120 millones de pesos, estará a cargo del sector privado, incluso las obras de infraestructura como las calles, la subestación eléctrica, el tendido de gas, agua y cloacas, y un parque de 19 hectáreas forestadas, entre otras.
"Es la primera vez que se hace de esta manera, ya que en general se construyen los barrios y después hay que llevar toda la infraestructura. Aquí se pensó al revés, y esperamos que los resultados sean los mejores", señaló la secretaria de Planeamiento municipal, Mirta Levín.
Seguramente este es el camino a seguir, un camino donde el Estado municipal administra el proceso de crecimiento de la ciudad y no lo deja librado al mercado, las presiones migratorias o el azar.
Es el mismo espíritu que tienen otras dos recientes intervenciones públicas en temas urbanísticos. Una, la iniciativa que aprobó el Concejo en noviembre pasado que creó el Area de Protección Histórica, Urbanística y Arquitectónica en el sector delimitado por bulevar Oroño entre Montevideo y avenida Rivadavia. Así, se prohibió la construcción de nuevas torres (la altura máxima ahora es de planta baja y tres pisos altos) para evitar que el boom inmobiliario convierta este tradicional bulevar en un paredón compacto de edificios.
El otro proyecto, enviado a principio de este mes al Concejo por el intendente Lifschitz, crea el Plan Especial Barrio Pichincha. El mismo modifica los códigos de edificación, estableciendo restricciones y readecuaciones a las alturas de las construcciones en el perímetro limitado por Oroño, avenida del Valle, Rivadavia, Vera Mujica y Tucumán.
Rosario parece haber asumido el gran desafío de planificar su crecimiento urbano, de dibujar la ciudad futura.
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