Año CXXXVII Nº 49053
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 sábado, 18 de marzo de 2006  
Viajeros del tiempo
Rosario 1900-1905

Nueva moda: del incendio a las quiebras. Con razón se ha dicho que el presente ha encontrado a los malos comerciantes un modo más humanitario de liquidar sus operaciones. Antes era el incendio, que convertía en humo las pocas pertenencias del negocio, y hoy es la quiebra, que siquiera representa algún beneficio a los síndicos, abogados, inventariadores, tasadores y rematadores. En ambos casos es igual para el acreedor, al que tanto le da la liquidación por el fuego como por la regulación. El comercio conoce la suerte que corren sus créditos contra el que se presenta en quiebra y lo primero que hace es pasarlo a ganancias y pérdidas, sin esperar la liquidación del concurso. Esta permite a los comerciantes de mala fe poner ante los ojos de sus acreedores el siguiente dilema: o el cinco por ciento al contado o todo para los gastos judiciales.

Va siendo hora de quedar en paz. Tampoco ayer el boletín sanitario ofreció novedades de la bubónica ni se denunció un caso sospechoso. Es muy probable que a fin de mes se nos reconozca como buenos por el Departamento de Higiene, el mismo que en peores cirscunstancias se mostró más flojo con los porteños. Ahora la Nación prepara un horno crematorio en la Casa de Aislamiento y la llegada de unos barquitos para emplearlos en los usos sanitarios del puerto, y después de esto quedamos en paz. Ya va siendo hora.

Peor el remedio que la enfermedad. Hace algún tiempo un conocido curandero logró colocar a su hijo, el menor Manuel Franco, en el cuartel de bomberos, quizá buscando corregirlo de los malos hábitos que había adquirido en la vida callejera. El joven fue designado el sábado a la noche para hacer la guardia de pie en la parte más alta de ese cuartel con el encargo de avisar si veía algún humo o llamarada sospechosa. No se sabe si se durmió, pero lo cierto es que a eso de la una de la madrugada Manuel perdió el equilibrio y cayó de espaldas en el patio. Cuando sus compañeros fueron a levantarlo empezó a echar sangre por la boca y la nariz. El doctor Ferrer ordenó su inmediato traslado al Hospital de Caridad, pero antes de llegar Manuel falleció por las heridas interiores. Se cree que este bombero era sonámbulo y que en ese estado recorrió la azotea hasta caerse.

Palomas para los huérfanos. Nada menos que 206 palomas fueron ayer las inocentes víctimas de la manía destructora de los señores socios del club de tiro Diana. Afortunadamente no hay mal que por bien no venga y el producto de tal hecatombe ha ido a llenar las ollas del Hospital de Huérfanos, los que se comieron alegremente las aves.

El arte de levantarse la pollera. Este es el tema de actualidad porque va siendo moda el prescindir, por parte de ciertas niñas, de los recatamientos exagerados de los viejos tiempos en que no era permitido mostrar más que la diminuta punta del pie. Los vestidos cortos y el obligado recogido que da ocupación a la mano izquierda han traído consigo ciertas liberalidades y ya no es raro divisar increíblemente en nuestras calles pies enteros, sugestivos arranques de piernas y... Hay en todo ello descuido y exageraciones que indudablemente reclaman enmienda.

Investigación y realización Guillermo Zinni.
Ver La Capital de 1900, 1902 y 1905.


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